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La incierta transición en el Chad abre un tenso compás de espera en el Sahel

Alberto Masegosa

Redacción Internacional, 3 may (EFE).- La incierta transición en el Chad tras la muerte hace dos semanas del presidente Idriss Deby ha abierto un tenso compás de espera en el Sahel, donde el Ejército de ese país lidera la lucha contra el creciente islamismo armado.

El proceso lo conducen los militares en vez del Parlamento -en contra de lo que establece la Constitución en caso de vacío en la jefatura del Estado-, y su descarrilamiento amenazaría con extender la inseguridad en una región que registra un alto grado de inestabilidad política.

El llamado Consejo Militar de Transición anunció la convocatoria de elecciones libres en 18 de meses para entregar el gobierno a los civiles, lo que sería una primicia en un país donde tradicionalmente la norma ha sido el traspaso de poder por la fuerza de las armas.

Las disensiones surgidas en el seno del Ejército -y el acusado interés exterior en que el estamento castrense chadiano siga al frente del combate contra el integrismo islámico a escala regiónal-, son dificultades añadidas para alcanzar ese objetivo.

ACTORES EXTERNOS, DIVISIONES INTERNAS Y UNA MUERTE POR ACLARAR

“Hay actores externos, y no solo Francia y otros países europeos, sino también los vecinos del Sahel, que quieren influir en el Chad porque necesitan un aliado para luchar contra los grupos radicales”, afirma a Efe el analista de política africana Paul Simon Handy.

“Basándose en su interés desprecian las aspiraciones del pueblo chadiano a la democracia y la libertad”, denuncia Handy, autor de un libro de referencia, “Paz y Seguridad en Africa Subsahariana”.

El experto advierte de “divisiones en el Ejército” local por el dominio de los zaghawa de Deby en el Consejo Militar de Transición.

A esa etnia pertenecen 10 de los 15 generales que integran el consejo aunque solo representa el 4% de los 16 millones de chadianos.

“Sabemos que el nuevo lider es ahora Mahamat Idriss Deby -de 37 años, hijo del fallecido y presidente del consejo- pero lo que no sabemos es si lo será cuado acabe la transición”, dice el especialista, que cuestiona la versión oficial de la muerte de su padre.

Según esa versión, el presidente chadiano murió cuando combatía contra rebeldes del Frente por la Alternancia y la Concordia en Chad (FCAT), solo horas después de renovar su mandato de tres décadas en unas elecciones calificadas de fraudulentas por la oposición.

Handy piensa que lo “más probable” es que muriera de “fuego amigo”, esto es, a manos de sus propios compañeros de armas.

“Lo único seguro es que murió en la zona de los combates con los rebeldes en el Kanem, al norte de Yamena”, dice Ornella Moderan, directora del programa Sahel del Instituto de Estudios de Seguridad.

Moderan también apunta la posibilidad de un ajuste de cuentas de orden interno para explicar la muerte del presidente chadiano.

“Hay un contradicción flagrante. El Ejército había anunciado dos días antes que los rebeldes habían sido aniquilados. ¿Como pudieron entonces matarlo después?”, se pregunta en declaraciones a Efe.

PANICO A UNA ESPIRAL DE INESTABILIDAD REGIONAL

La especialista subraya “el movimiento de pánico” que se produjo en la región al conocerse la muerte de Deby.

Bajo diferentes formatos y contingentes, Chad mantiene destacadas tropas en Malí, Burkina Faso y Niger, con los que junto a Mauritania integra el G-5 Sahel y en los que combaten a grupos como Boko Haram y bandas armadas en la órbita del Estado Islámico y Al Qaeda.

“Nadie sabía si las fuerzas chadianas se replegarían o proseguirían su mision en esos países”, recuerda la experta.

También destaca la inestable situación en el interior de Chad, donde la pasada semana la oposición denunció la muerte de una docena de personas en la represión de manifestaciones en contra de los militares, y se reanudaron los combates en la región de Kanem.

“Una guerra civil sería catastrófica para Chad” advierte Moderan.

Y apostilla: “también para el Sahel y las regiones cercanas”.

Con 1.284.000 km², en su mayoría deserticos o semideserticos y que se prolongan por el Sahara Central, Chad linda por el oeste con el Sahel pero la volatilidad caracteriza asimismo al resto de los vecinos con los que comparte fronteras porosas y de dificil control.

En Libia, en el norte y que siempre ha sido refugio de grupos rebeldes chadianos, el Estado prosigue su proceso de descomposición; en el este, la región sudanesa de Darfur sigue siendo escenario de periódicos enfrentamientos entre tribus árabes y etnias africanas.

En República Centroafricana, en la frontera meridional, la guerra civil reduce la autoridad del Gobierno a poco más allá de la capital, Bangui.

El panorama explica que los países europeos y en particular la antigua metropoli, Francia, apuesten por el Chad y su Ejército -de 60.000 soldados, aguerridos pero poco disciplinados-, como factor de estabilidad en una encrucijada geográfica potencialmente explosiva.

Una apuesta que prevalece sobre cualquier otra consideración en un país con más del 80% de su población bajo el umbral de la pobreza, y cuyo Ejército ha sido reiteradamente acusado de abusos y sevicias contra la población civil, y de un largo catálogo de violaciones de los derechos humanos.

amg/pa

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com, Cod.: 13281279, 10552163, 9197173 y otros)

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