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Andanzas por las fronteras suizas

John Harlin III listo para la aventura. En su casco, los cargadores solares de su equipo. swissinfo.ch

El alpinista estadounidense John Harlin, estrella de la película ‘The Alps’, se lanza esta semana a una aventura única: recorrer los 2000 kilómetros de la frontera suiza a pie, en kayak y a bicicleta, escalando unos 4000 metros. swissinfo.ch sigue la aventura.

“Voy a recorrer cerca de 2000 kilómetros -explica John Harlin III con un mapa de Suiza delante de él- pero si tenemos en cuenta las subidas y bajadas, será probablemente más”.

Este consumado montañista de origen estadounidense y que pasó buena parte de su infancia en Leysin, en los Alpes del cantón de Vaud, se lanza este miércoles, a una odisea de tres meses a lo largo de la frontera suiza. Originalidad del proyecto: John Harlin piensa mantenerse a tiro de piedra de la ‘línea’ fronteriza y no desviarse a las poblaciones sino para aprovisionarse.

El desafío es enorme. Saliendo de Leysin, John Harlin partirá hacia las cumbres entre Francia y Suiza, ascenderá unos 4000 metros y atravesará el macizo del Cervino antes de descender hacia el sur en dirección del Tesino y de Italia.

A finales de julio ascenderá de nuevo sobre la línea helvético-austríaca. Alcanzará el Rin en Liechtenstein y remará hasta Basilea, efectuará trayectos a pie y llegará hasta Schaffhausen. Luego irá en bicicleta a Ginebra para luego, sobre el Lago Léman, llegar a remo hasta hasta St-Gingolph, en el cantón del Valais. A finales de septiembre estará de vuelta en Leysin.

“Me siento verdaderamente en mi casa cuando estoy en la montaña y Suiza es la capital de las montañas”, afirma el deportista. “Hace muy mucho tiempo que quería hacer esto”.

Encuentros previstos

Durante su periplo, John Harlin encontrará a colegas alpinistas, científicos, historiadores y a muchas otras personas (¿A usted posiblemente?) Desea oír su (s) historia (s) y pintar una nueva y detallada imagen de Suiza, a partir de las líneas geográficas, políticas y culturales que aseguran la cohesión del país.

Los lectores de swissinfo.ch podrán seguir a John Harlin en su aventura ya que se equipó con una serie de instrumentos electrónicos de comunicación. Tres ‘smartphones’, baterías de reserva, cargadores solares y una cámara de alta definición forman parte de su equipaje.

El alpinista escribirá cada día sus informes y enviará vídeos ‘geotagged’ que señalarán el punto topográfico exacto de las tomas. También será posible determinar todo el tiempo su ubicación merced a un teléfono móvil equipado con GPS.

Suiza Turismo, la organización oficial del ramo, también apoya la aventura. “John es el mejor embajador posible de Suiza”, manifiesta con entusiasmo Roland Baumgartner, de esa dependencia.

“Sus testimonios pueden convencer a futuros turistas de pasar algunos días en nuestros fantásticos paisajes, añade. Posiblemente no de tan arriba, pero desde otro punto de vista …”

Drama personal

Para John Harlin, 54 años, no es la primera aventura en Suiza, país que conoce bien. De niño vivió en Leysin, donde su madre trabajaba en la escuela internacional a principios de los años 60.

Su padre, llamado John como él, había servido en la Fuerza Aérea estadounidense en Alemania. También era muy conocido por sus hazañas en el ascenso de los Alpes.

“Una vez, recibimos una postal enviada a ‘John Eiger, Switzerland’, recuerda recuerda John Harlin III. Para mí, niño, vivir en los Alpes de Vaud era un sueño. Papá quería llevarme al Cervino, pero no lo hicimos”.

El drama se produce en 1966. El niño tiene nueve años cuando su padre se despeña en la cara norte del Eiger luego de la ruptura de una cuerda. Unas cuatro décadas más tarde, John regresa al lugar del drama, para hacer la misma escalada. Rodará allí una película.

Realizada en tecnología Imax, la película ‘The Alps’ (Los Alpes) se convirtió en éxito planetario, con sus paisajes grandiosos y su trama dramática.

Hoy, el proyecto ‘Swiss Border Stories’ es muy diferente. En lugar de actores y de guión, la aventura es 100% real. “Me alegro de contar una historia que no es tan personal como lo era la película”, reconoce el alpinista. “Es justo una buena y sólida aventura”.

Rápido y ligero

Previo a la salida, John Harlin estuvo muy ocupado con los millares de cosas que debía ajustar antes de una aventura semejante. Una amiga le prestó un piso de su casa. Todo su material estaba ahí. ¡Piolets, grapas, su tienda ultraligera, enseres de cocina y más electrónica que en una tienda especializada!

“Antes de venir aquí me entrené en las montañas de México, donde vivo, subiendo hasta 3000 metros. Me sentí en plena forma”, narra sin falsa modestia. “Luego caminé con una bolsa que pesaba cerca de 16 kilos y requerí dos veces más de tiempo para todos mis trayectos. Comprendí que debía viajar ligero. Muy ligero”.

John Harlin deberá también ser paciente, lo que no es su fuerte. Habrá tempestades. El material se agotará. La noche caerá en el mal momento. A veces, deberá perder un día o dos para descender a la planicie para aprovisionarse de alimentos y agua.

A pesar de su experiencia, el proyecto representa múltiples desafíos.

La geología, por ejemplo: ¿cómo atravesar sin daño las crestas del valle Bregaglia entre Italia y los Grisones? Y la política: la frontera trazada de forma extraña alrededor de Schaffhausen lo obligará a volver a un punto donde ya habrá pasado. Y culturalmente: John Harlin olvidó su alemán y su español suplió el francés que supo en otros tiempos.

Pero lo más difícil fue dejar a su mujer y a su hija de 14 años por un período de tres meses … “Me dieron esto”, indica, mostrando una cajita llena de pedazos de papel, uno por cada semana de la aventura. Sin esperar, John Harlin despliega el primero. Dice exactamente lo que un marido y padre quiere oír.

John Harlin no tiene tiempo de nostalgia. Grises nubarrones se acumulan en el cielo por encima del paisaje que habrá de surcar. “Me voy a divertir mucho”, dice, y lo piensa en realidad.

Tim Neville, Leysin, swissinfo.ch
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Ubicada en el centro de Europa, Suiza tiene fronteras con cinco Estados a lo largo de un total de 1899 km: Francia, 572 km; Alemania, 362 km; Austria, 180 km, el Principado del Lichtenstein, 41 km, e Italia, 744 km.

Peripecias. Desde el advenimiento de la Suiza moderna, las fronteras conocieron diversas peripecias. Entre 1798 y 1815 se produce el mayor número de cambios.

En 1798, las ciudades aliadas Ginebra y Mulhouse se vuelven franceses. En 1802, el Valais se separa de la República Helvética. Permanecerá independiente algunos años, pero, en 1810, Napoleón lo anexiona. Francia controla entonces dos pasos vitales a través de los Alpes: el Simplon y el Gran St-Bernard.

Algunas otras regiones se expanden: Fricktal, antigua posesión austríaca cerca del Rin, al este de Basilea, pasa del lado suizo. Los franceses la invaden en 1799, pero la región se mantiene en la República Helvética como cantón. Más tarde es agregada al cantón de Argovia, al que pertenece actualmente.

Los habitantes de los Grisones cambian muchas veces de nacionalidad, pasando de franceses a austriacos en 1799-1800, luego, de nuevo, franceses. En 1801, Napoléon establece Los Grisones como el décimo sexto cantón suizo. Algunas zonas quedaron italianas.

La frontera meridional de Suiza está compuesta principalmente de roca y hielo y los científicos prevén que el cambio climático tendrá influencias inesperadas en su trazo.

Cerca del 10% de los 750 km de frontera entre Suiza e Italia, tradicionalmente marcada por puntos sobre una cresta entre ambos países, será afectada por la fundición de los glaciares. En ciertos lugares, esos puntos serán desplazados un centenar de metros.

Las fronteras fueron diseñadas según descripciones encontradas en textos, pero nadie las adaptó en función de la modificación de los glaciares.

El ingeniero-geómetra Daniel Gutknecht, de la Oficina Federal de Topografía, explica que cuando la roca se separe del hielo, será posible determinar puntos fijos para marcar la frontera.

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