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Gerhard Knies, un físico que cree en la fuerza del sol

Gerhard Knies preconiza una mejor cooperación entre Europa África en materia de energía. swissinfo.ch

Producir en el Sáhara electricidad de origen solar en grandes cantidades y exportarla hacia Europa y África del Norte: este proyecto visionario lo anima desde hace más de 20 años el físico Gerhard Knies, actualmente jubilado. Entrevista.

Físico especialista en partículas elementales, Gerhard Knies era un apasionado de la fusión nuclear. Aunque la catástrofe de Chernóbil le provocó una verdadera conversión.

“Durante la primera mitad del siglo XXI se trata de poner término a la era de las energías fósiles. Salvar el medio ambiente puede ser todavía posible con una transición radical hacia las energías limpias e inagotables”, destaca.

swissinfo.ch: A pesar de las criticas y de las extraordinarias inversiones, usted está convencido desde hace años de su proyecto. ¿Por qué?

Gehrard Knies: Para mantenerse en buena salud, la gente está dispuesta a gastar mucho dinero antes de su muerte. Este principio puede aplicarse a nuestro planeta para afrontar el desafío del cambio climático y de la superpoblación.

La población mundial se dirige alegremente al umbral de los 10.000 millones. Este crecimiento debe detenerse. El desafío es simple: se hará con crisis violentas, o logramos conseguir el bienestar para 10.000 millones de individuos. El bienestar frena el crecimiento de la población; la pobreza lo acelera. Para llegar al bienestar, las energías suplementarias son indispensables.

La fuente de energía más importante es hasta ahora la menos explorada y la que proporcionan los desiertos. En solamente dos semanas, el desierto va a producir tanta energía como el conjunto de reservas estimadas de petróleo todavía existentes.

swissinfo.ch: ¿Qué piensan los más escépticos, o sea las compañías de electricidad, que dudan de la rentabilidad de una idea semejante?

G. K.: El dinero se necesita de todas formas para construir nuevas centrales. Queremos simplemente transformar las centrales que utilizan las energías fósiles por otras.

Nosotros substituimos la adquisición de petróleo por la construcción de centrales. Los precios del petróleo o del gas están sometidos a alzas incontrolables. Un crédito bancario, al contrario, es fijo y se sabe lo se puede esperar de éste. En 20 años, cuando el crédito se paga, la instalación continúa en funcionamiento. La electricidad se vuelve más barata.

swissinfo.ch: A corto plazo, la corriente eléctrica ecológica sigue siendo más cara.

G. K.: La energía no es simplemente una mercancía. Si la energía empieza a faltar, todo el funcionamiento de la sociedad resulta comprometido. El valor de la energía es diferente al de una mercancía.

Las consecuencias de la explotación de las fuentes de energía para el clima no son tenidas en cuenta en el valor de la mercancía. Las energías fósiles son entonces muy baratas en la medida en que el utilizador –usted y yo- no pagamos nada por los daños que se producen en el medio ambiente. Incluso si no tienen un impacto negativo sobre el medio ambiente, las energías renovables deberían, de todas formas, ser medidas en términos de mercado con las energías fósiles.

swissinfo.ch: A pesar de su entusiasmo, ¿nunca dudó de la viabilidad del proyecto?

G. K.: Desde un punto de vista técnico es viable, ¡está probado! Existen instalaciones en otras partes del mundo que son operativas desde hace más de 20 años. No se trata entonces de un desafío tecnológico pero sí de un simple acuerdo entre Europa y África del Norte. Esta cooperación debe desarrollarse ahora.

swissinfo.ch: ¿En otras palabras, esta central podría producir electricidad no solamente para Europa sino también para África del Norte?

G. K.: Absolutamente, ya que nos basamos en las necesidades de energía que van a aparecer. Según nuestras estimaciones, África del Norte tendrá la necesidad en el futuro de tres a cuatro veces más energía de la que consume hoy. Nuestro proyecto permite responder a este requerimiento. Se trata de encontrar los inversores.

Aunque independientemente de esto, se puede también invertir en centrales que exportan hacia Europa. Las dos gestiones pueden ser llevadas en paralelo; nadie se ha opuesto. Si los europeos invierten en estas nuevas tecnologías, los norteafricanos también tendrán confianza en hacerlo.

swissinfo.ch: En el ámbito de la creación de bienes, ¿qué podría obtener África del Norte?

Les colectores solares pueden construirse en 90% en el lugar mismo y en la construcción de las centrales puede utilizarse mano de obra local. El proyecto va a favorecer la demanda de proveedores locales de vidrio, metal u otros componentes. Del mismo modo, el desarrollo de la tecnología es un factor de industrialización. El progreso económico resultante es, a su vez, un factor de estabilidad.

swissinfo.ch: Las centrales térmicas solares sin embargo, pueden afectar al ecosistema de los desiertos. ¿Un proyecto semejante es aceptable en cuanto a su asimilación a largo plazo?

G. K.: Sólo tenemos necesidad de una o dos por mil en el conjunto de la superficie del desierto. Es muy poco.

swissinfo.ch: ¿Qué pasaría si los terroristas tomarán la línea que lleva la electricidad a Europa y la pusieran fuera de servicio?

G. K.: No habrá una sola línea, habrá entre 20 o 30. La capacidad de las líneas está limitada desde el punto de vista técnico. Cada una puede ser puesta fuera de servicio temporalmente; están en cierto modo en una situación de doble uso. La electricidad que pasaría por una línea es automáticamente desviada hacia otra.

swissinfo.ch: ¿Cómo han reaccionado los gobiernos del Norte de África a su proyecto?

G. K.: Están muy interesados. En fecha próxima viajaré a Marruecos. He sido invitado por el gobierno marroquí que desea informarse sobre el proyecto y las posibilidades de participar.

Andreas Keiser, Rorschach, swissinfo.ch
(Adaptación: Iván Turmo)

A priori Desertec se presenta como la solución a todos los grandes desafíos medioambientales y económicos actuales.

Promete cubrir en un futuro el 15% de las necesidades energéticas de Europa y “una parte considerable” de aquellas de los países productores, reducir la producción de CO2, pero también desalinizar el agua de mar para aprovisionar con agua potable las poblaciones locales y contribuir a su desarrollo.

Para ello, contará con una red de centrales térmicas solares diseminadas entre Marruecos y Arabia Saudí y estaría unida a Europa a través de cables eléctricos submarinos.

Según datos de la Asociación Suiza de Profesionales de la Energía Solar (‘Swissolar’), el calor del sol permitiría abastecer por entero el 70% del consumo de agua caliente y el 50% de la calefacción de los hogares suizos si se instalaran los captadores especiales para ello.

Pero Suiza está todavía muy lejos de esta situación. En 2009, revela ‘Swissolar’, sólo el 3% del consumo eléctrico del país procede de este tipo de energía. Además el país es sede de los principales investigadores y emprendedores en la materia, pero uno de sus consumidores más temerosos.

En Suiza, el primer programa de promoción de instalaciones fotovoltaicas se desarrolló entre 1997 y 2001 por la Oficina Federal de Energía (OFEN). Contó con un presupuesto de 13,2 millones de francos de fondos públicos y otros 55,4 millones aportados por empresas privadas.

El balance fue positivo: 378 instalaciones fotovoltaicas capaces de generar toda la energía que consumen anualmente unas 650 familias.

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