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Qué puede aprender Suiza del Silicon Valley

Silivon Valley collage
Illustración: Helen James / SWI swissinfo.ch

Suiza y Silicon Valley tienen mucho en común: investigación puntera, algunas de las mejores universidades del mundo o innovación concentrada en un área reducida. Pero, de momento, para competir con el ecosistema californiano, Suiza carece de la cultura empresarial e inversión necesarias. 

Suiza y Silicon Valley tienen mucho en común: investigación puntera, algunas de las mejores universidades del mundo o innovación concentrada en un área reducida. Pero, de momento, para competir con el ecosistema californiano, Suiza carece de la cultura empresarial e inversión necesarias. 

Cristian Grossmann sabía que para dar el gran salto de pequeña empresa emergente a empresa internacional, tarde o temprano, tendría que aterrizar en Estados Unidos. “No puedes ser una empresa global si no estás en Estados Unidos”, reconoce.

Grossmann
Beekeeper

Un encuentro casual con un inversor de Silicon Valley le permitió conseguir la financiación multimillonaria que necesitaba para ampliar su negocio —una plataforma de comunicaciones móviles para el personal de hoteles, hospitales y otras instalaciones públicas— y poner rumbo al extranjero. Grossmann recuerda que, en Suiza, los comienzos de su empresa no fueron fáciles, aunque en Zúrich contaba con una buena red de apoyo, incluida la presencia del instituto federal de tecnología ETH de Zúrich.

El país alpino, sobre el papel, nada tiene que envidiar a Silicon Valley, la cuna de las emergentes de éxito. Año tras año Suiza figura entre los países más innovadores del mundo por sus universidades de renombre mundial y el número excepcionalmente alto de patentes registradas, entre otros motivos. El propio Grossmann —antes de fundar Beekeeper, en 2011— vino de México para estudiar ingeniería en el ETH de Zúrich.   

A pesar de su pequeño tamaño, Suiza en los últimos años ha visto surgir cientos de nuevas empresas sobre todo en el sector de la alta tecnología; algunas de las cuales se han convertido en “unicornios”, es decir, tienen un valor superior a los mil millones de dólares. Dos de estas son la empresa de captura de CO₂ Climeworks y la plataforma de reservas en línea GetYourGuide.

En Suiza, sin embargo, las empresas que dominan el mercado y crean miles de puestos de trabajo suelen tener más de cien años. El gigante alimentario Nestlé y el farmacéutico Roche son algunos de los ejemplos más emblemáticos.

Alphabet y Meta —dos de las mayores empresas de Silicon Valley—, por el contrario, tienen menos de veinte años. Para una zona casi nueve veces más pequeña que Suiza, el número de start-ups que cada año alcanza el estatus de unicornio es muy elevado: solo en 2023, más de veinte start-ups superaron la barrera de los mil millones de dólares.  

Silicon Valley y Suiza están consideradas de las regiones más innovadoras del mundo. ¿Por qué? ¿Qué los divide y qué los une? ¿Qué pueden aprender unos de otros? En esta serie, le contamos sobre Silicon Valley a través de los ojos de Suiza, que experimentan de cerca sus tentaciones, promesas y contrastes.

“Es como si en Silicon Valley cada año nacieran decenas de empresas con el potencial de Nestlé, Roche, ABB…”, afirma Gert Christen. Este empresario suizo vive en San Francisco y ayuda a las empresas extranjeras —incluidas las suizas— a triunfar en el mercado estadounidense.  

Christen está convencido de que uno de los ingredientes clave para lograr el éxito empresarial es la mentalidad. “Tener éxito como empresario o emprendedor no es casualidad, es método”, argumenta.   

Y el “método” —dice Christen— no puede separarse de cierta inclinación al riesgo. Es un rasgo inherente a la cultura empresarial de Silicon Valley, tal y como Christen aprendió cuando se trasladó hace ocho años a California. Algo que es mucho menos propio de Suiza. Christen está entre quienes creen que, con un poco más de coraje, Suiza podría convertirse en el Silicon Valley de Europa.  

El método para triunfar en Silicon Valley

Christen
Gert Christen

Para fundar una empresa emergente hay que trabajar siete días a la semana y estar dispuesto a fracasar y a perder los ahorros. “Pero en Suiza la gente prefiere trabajar en una empresa y disfrutar de las comodidades, las vacaciones y unos ingresos garantizados”, afirma Christen.

La carrera empresarial es un camino atractivo solo para el 40 % de la población suiza, según una encuesta.  En los países ricos este porcentaje —de media— supera el 60 %, e incluso el 70 % en Estados Unidos.

La capacidad de atraer una financiación importante también forma parte del “método” para lograr el éxito. En esta área de California no faltan capitales multimillonarios y sociedades de inversión dispuestas a financiar incluso las ideas más arriesgadas para hacerse con el próximo invento disruptivo.

“Las ideas no tienen que estar totalmente cocinadas para que los inversores las tomen en serio. Eso es lo que me encanta de Silicon Valley”, dice Herman Gyr, consultor de innovación y estrategia empresarial suizo-estadounidense que emigró a Palo Alto hace más de cuarenta años. Gyr, no obstante, señala que la financiación importante en las primeras fases es poco frecuente y suele depender de la trayectoria que la persona innovadora ya ha demostrado con innovaciones anteriores.

¿Por qué las empresas suizas se trasladan al Silicon Valley?

Silicon Valley también es el único lugar del mundo en el que la financiación está presente desde la primera hasta la última fase del desarrollo de una empresa. Las investigaciones de Ilya Strebulaev —profesor de Finanzas y Capital Riesgo en la Stanford Graduate School of Business— sugieren que las empresas de nueva creación que salen a bolsa reciben siete rondas de capital riesgo.

En Suiza, en cambio, la financiación sobre todo se concentra en la fase inicial. “Muchas emergentes suizas y europeas emigran a Silicon Valley para conseguir financiación de seguimiento”, afirma.

Una de las que han seguido este camino es Beekeeper, la start-up de Cristian Grossmann con sede en Zúrich. “Cuando hace doce años decidí fundar Beekeeper me sentía solo”, recuerda Grossmann. La gente de su entorno no entendía por qué quería dejar un trabajo seguro en una conocida consultora para convertirse en empresario. Algunos de sus colegas que se habían embarcado en la aventura con él prefirieron abandonar el barco y aceptar empleos bien remunerados en Google o en bancos.

Grossmann no los culpa. “Al principio tuvimos que hacer grandes sacrificios”, dice. El ETH de Zúrich apoyó la idea concediendo la etiqueta de spin-off [empresa surgida de la universidad], pero no le concedió financiación. Así que Grossmann y el resto de los cofundadores reunieron el dinero entre familia y amistades. Durante los dos primeros años no tuvieron sueldo y vivieron de sus ahorros. Se adaptaron a vivir con un sueldo de 2.000 francos suizos (2.300 dólares) al mes, pagados con los primeros ingresos de la empresa. “La carrera de emprendedor no es para todo el mundo”, admite.

Pero la voluntad de Grossmann de asumir riesgos y aprovechar las oportunidades dio sus frutos: en 2015, en un evento, conoció a Philipp Stauffer, inversor suizo residente en Silicon Valley. Stauffer le ayudó a encontrar el capital multimillonario para despegar la empresa y acceder al enorme mercado estadounidense. Hoy, Beekeeper tiene una plantilla de unas 220 personas y oficinas en San Francisco, Berlín, Cracovia y Zúrich.  

Suiza lo puede hacer mejor

En lo que a la cultura de las emergentes se refiere, el ambiente de Zúrich es distinto al del resto de Suiza. En las dos últimas décadas, esta ciudad se ha convertido en el centro empresarial más importante del país, especialmente en el sector de las tecnologías de la información. El número creciente de emergentes innovadoras —a menudo derivadas de universidades— así como gente altamente cualificada en los ámbitos de la ingeniería y la ciencia, ha atraído a gigantes mundiales de la tecnología como Google, Facebook y Microsoft, que han abierto en la ciudad oficinas y centros de investigación.  

En 2022, la inversión en empresas emergentes en el cantón de Zúrich superó por primera vez los 2.000 millones de francos. También están emergiendo como centros de innovación Ginebra, Lausana y Zug.  

Lamparter
Sophie Lamparter

Aunque Suiza está todavía muy lejos de las cifras récord de Silicon Valley, cuyas emergentes recibieron en 2021 más de 100.000 millones de dólares (87.000 millones de francos) en inversión total. Una suma treinta veces superior a la de Suiza.  

“En términos de talento, investigación y desarrollo y nuevos inventos, Suiza tiene mucho que ofrecer, pero sigue siendo difícil expandir y escalar tu negocio”, afirma Sophie Lamparter. Esta empresaria e inversora con un pie en Zúrich y otro en San Francisco lleva más de una década ayudando a acelerar su crecimiento en el mercado estadounidense a prometedoras emergentes suizas de los sectores del clima y la salud.   

Lamparter cree que el Gobierno helvético debería hacer más para incentivar a las emergentes a expandir sus negocios desde Suiza. Esto incluye invertir más dinero para garantizar que las tecnologías desarrolladas en las universidades lleguen al mercado, en vez de dar la oportunidad a empresas de inversión extranjeras o a gigantes tecnológicos internacionales.

“En Silicon Valley lo intentas, arriesgas, apuntas alto o pierdes. Pero solo así se puede seguir soñando en grande”.

Edición, Sabrina Weiss y Veronica DeVore

Adaptado del inglés por Lupe Calvo y José Kress

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