
Reasentamientos para prevenir las catástrofes

Hace seis años Suiza recolectó 35 millones de francos en favor de las víctimas del huracán Mitch que azotó la región centroamericana causando muchos estragos.
Suiza busca proteger a la población de las catástrofes naturales mediante mapas de riesgo y reasentamientos.
La fase de la ayuda de emergencia a las familias de los damnificados ha concluido. Pero no se puede descartar que otros huracanes y terremotos azoten la región centroamericana. Es por esa razón que se necesitan medidas a largo plazo para proteger a los pueblos y familias en las zonas de alto riesgo.
Una de las tareas de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) en Centroamérica consiste en promover una cultura de prevención de catástrofes naturales con el fin de evitar y reducir el sufrimiento de la población.
“Paradójicamente es después de sufrir una catástrofe natural que los damnificados están más receptivos a las propuestas sobre cómo pueden protegerse mejor de la fuerza destructiva de la naturaleza”, opina Barbara Rothenberger, experta de COSUDE en prevención en Centroamérica.
Reubicar para salvar vidas
La experiencia de COSUDE en el terreno muestra que la prevención funciona óptimamente allí donde las organizaciones de ayuda logran involucrar directamente a los damnificados en las labores de prevención.
Igualmente importante es que las instituciones centrales del Estado (autoridades de medio ambiente, pero también las ONG) estén integradas y participen en los procesos de decisión. “Tratamos de que la gente no conciba las amenazas como un peligro impuesto por la naturaleza”, explica Barbara Rothenberger.
Ayudar de forma sostenible o a largo plazo a los habitantes de las zonas de alto riesgo significa una incursión en la vida cotidiana de los habitantes. Su desplazamiento y traslado a otras zonas es uno de los instrumentos para protegerlos contra la amenaza de los huracanes y los temblores.
La experiencia demuestra que, a pesar de los riesgos, la gente está muy apegada a su medio y a sus paredes, por muy rudimentarias que éstas sean. No quiere abandonar sus tierras. Por ello es imprescindible abordar el tema de forma respetuosa y realizar un trabajo de convencimiento con los habitantes que se oponen a ser reubicados.
Destrucción de los viejos hogares
COSUDE ha financiado en El Salvador el reasentamiento de cerca de 450 familias (25.000 personas) en tres comunidades (Santa Elena, Juayua, Santa Catarina Masahuat), situadas en una región de alto riesgo a unos 80 kilómetros al oeste de la capital del país.
Pero el ambiente idílico – una zona de plantaciones de café y con vistas a los volcanes – esconde muchos riesgos. Cuando la tierra tiembla, se producen deslizamientos y las viviendas construidas en la ladera de la montaña quedan enterradas bajo el lodo.
Las familias que vivían en las zonas de alto riesgo se dejaron convencer de que el reasentamiento es crucial. Saben que por razones de seguridad no pueden regresar. COSUDE vigila que las familias reciban una nueva vivienda segura únicamente si fue totalmente destruido su antiguo hogar.
De esa forma se quiere evitar que algún familiar en situación aún más precaria se establezca en las casas abandonadas en las zonas de riesgo.
Grandes logros con pocos medios
Las familias reubicadas disponen hoy de un nuevo hogar, pero cada una de ellas ha trabajado 150 días en el proyecto. El coste de una nueva vivienda, con una superficie de 42 metros cuadrados y un terreno de 200 metros cuadrados, cuesta hoy cerca de 4.000 dólares en El Salvador.
COSUDE ha destinado aproximadamente un millón de francos suizos a los proyectos de reasentamiento en el país centroamericano. A ese monto hay que sumar otros dos millones de francos anuales para proyectos similares en Honduras y Nicaragua.
La agencia de cooperación suiza vela por que las familias reubicadas reciban un acompañamiento por parte de las organizaciones locales para integrarse en el nuevo ambiente. “La gente viene de diferentes lugares. No hay una comunidad unida. Nosotros intentamos fomentar ese proceso de acercamiento”, señala Barbara Rothenberger.
Las catástrofes naturales se pueden prever a veces con cierta antelación. Desde hace unos años los países centroamericanos se esfuerzan por coordinar los sistemas de vigilancia en vista de los terremotos y huracanes. Y ya se han logrado progresos sustanciales en lo que se refiere a la previsión de terremotos en las regiones volcánicas.
Mapas de riesgo
COSUDE puede brindar ayuda humanitaria a las víctimas de temblores y huracanes en Centroamérica solamente de forma puntual.
Aún así intenta, en colaboración con las partes locales, dar a la población un instrumento que va más allá de las acciones de ayuda concretas.
“Trabajamos con mapas de riesgo. Cuando la gente ya no vive en una zona de peligro, está resuelta una parte del problema”, opina Barbara Rothenberger.
swissinfo, Erwin Dettling, El Salvador
(Traducción: Belén Couceiro)
Centroamérica y el Caribe son destinos de vacaciones paradisíacos y a la vez zonas de catástrofes naturales. Los huracanes que azotan reiteradamente la región dejan a su paso mucho sufrimiento, desesperación y muertos.
Los terremotos se cobran vidas, provocan epidemias, destruyen el hábitat, las redes eléctricas y telefónicas e inundan zonas agrarias.
En octubre de 1998 el huracán Mitch causó más de 10.000 muertos solamente en Honduras.
El Salvador sufrió en el 2001 un terremoto. Cerca de 1.200 personas resultaron muertas, 15.000 casas quedaron destruidas y 185.000 edificios dañados.
Los cooperantes y damnificados han sacado dos conclusiones de estas experiencias:
El ser humano es incapaz de prever la fuerza de los huracanes y terremotos, pero su impacto se puede prevenir mediante un trabajo de prevención continua.

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