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El patrimonio, la otra víctima colateral de las guerras

Busto en medio de ruinas
El busto del poeta ucraniano y símbolo nacional Taras Shevchenko se encuentra frente a las ruinas de la Casa de la Cultura de Byshiv, destruida por un ataque aéreo ruso. Copyright 2022 The Associated Press. All Rights Reserved.

Los conflictos armados no solamente amenazan a los civiles, sino también a los bienes culturales. Aunque está protegido por una legislación específica, el patrimonio puede incluso ser objeto de ataques intencionados.

En la plaza de Armas de Chamblon, en el cantón de Vaud, jóvenes con chalecos blancos o rojos y los miembros del equipo de protección civil se afanan: desplazan, fotografían y catalogan objetos visiblemente dañados por el fuego.

Afortunadamente, sólo se trata de un ejercicio de rescate de una colección patrimonial organizado por la Escuela Superior ARC de Conservación y Restauración. Los trece alumnos (as) participantes aprenden a actuar como si la catástrofe hubiera ocurrido en un museo, una biblioteca o un archivo. Por ejemplo, tienen que clasificar los objetos que se han perdido irremediablemente y los que podrían conservarse para su restauración.

Mujer delante de objetos quemados
Durante el ejercicio, fue necesario elegir lo que podía y no podía ser restaurado. © Keystone / Laurent Gillieron

Ucrania protege sus tesoros

Este tipo de ejercicio no tiene nada de excepcional; normalmente se organiza cada dos años. Pero en este día de marzo de 2022, tiene lugar en un contexto particular: todo el mundo tiene en mente la guerra de Ucrania, donde el peligro para el patrimonio es muy real.

En Ucrania, las autoridades han hecho todo lo posible para proteger los tesoros patrimoniales. Las colecciones han sido colocadas en lugares seguros. Los edificios y objetos que no es posible desplazar, han sido protegidos con cualquier medio disponible: sacos de arena, lonas, espuma, telas ignífugas, etc.

A pesar de estos esfuerzos, tras un mes de guerra, las operaciones militares ya han causado pérdidas culturales. Por ejemplo, 25 cuadros de la artista Maria Primachenko se hicieron humo en el incendio del museo de historia y arte local de Ivankiv tras un bombardeo.

Hombre colocando láminas en torno a una estatua.
Protección de una estatua en el centro histórico de Lviv. Keystone / Atef Safadi

Protección específica

Puede que no sea muy conocido el hecho de que, al igual que los civiles, el patrimonio es objeto de una protección específica en el contexto de los conflictos armados. “Ante los crecientes daños colaterales causados por las guerras modernas, los países empezaron a comprender a finales del siglo XIX que era necesario cuidar el patrimonio y organizarse a nivel internacional”, afirma Nathalie Ducatel, profesora de la Escuela Superior ARC de Conservación y Restauración.

Pero fue la destrucción masiva infligida al patrimonio durante la Segunda Guerra Mundial la que llevó a una verdadera protección, con la Convención de La Haya para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, adoptada en 1954. Se trata del primer instrumento internacional con vocación universal centrado exclusivamente en la protección del patrimonio cultural.

La Convención de La Haya prohíbe la utilización de bienes culturales para fines que puedan exponerlos a la destrucción o el deterioro. También exige que los beligerantes se abstengan de cualquier acto hostil hacia esos bienes. Además, pide que se inculque en las fuerzas armadas un espíritu de respeto por los bienes culturales de todos los pueblos.

Dos protocolos adicionales refuerzan la Convención. El primero impide la exportación de bienes culturales desde un territorio ocupado. El segundo pide específicamente la criminalización de la destrucción deliberada de cualquier bien cultural y establece un fondo especial para ayudar a los Estados a proteger sus bienes culturales.

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Consternación en Yugoslavia

Pero la Convención de La Haya debe ser respetada. Los conflictos recientes han demostrado que no siempre es así. “Al final del conflicto en Yugoslavia, los beligerantes bombardearon deliberadamente sitios que habían sido marcados como elementos patrimoniales. Se pensaba que esa práctica había terminado desde la Segunda Guerra Mundial. Así que lo que ocurrió en Yugoslavia fue un shock“, dice Nathalie Ducatel.

Desde entonces, se han cometido muchos otros crímenes contra el patrimonio en todo el mundo. Piénsese, por ejemplo, en el dinamitado de los Budas gigantes de Bamiyán en Afganistán, la destrucción del yacimiento de Palmira en Siria y el saqueo de objetos arqueológicos en los museos iraquíes.

“Al atacar el patrimonio, se trata siempre de atacar lo que es particularmente precioso para un pueblo: su memoria y su identidad”, lamenta Nathalie Ducatel.

No es inútil

Los hechos demuestran que una convención internacional no suele ser suficiente para proteger el patrimonio, como tampoco lo es para proteger a la población civil. En cuanto a la idea de llevar a los responsables de la destrucción ante la justicia y obtener reparaciones, también parece una ilusión.

Sin embargo, un marco jurídico internacional no es inútil. “Está claro que nunca evitaremos toda la destrucción y el tráfico -admite Nathalie Ducatel-, pero el hecho de que exista esta normativa reduce, por ejemplo, la comercialización de objetos obtenidos ilegalmente en países como Suiza”.

Suiza trabaja para proteger el patrimonio de Ucrania.

La Oficina Federal de Cultura (OFC) pone a disposición 750 000 francos.

Esta suma apoya a los museos e instituciones de Suiza para el almacenamiento temporal y la conservación de los bienes culturales enviados desde Ucrania.

La OFC también apoya a las organizaciones e instituciones internacionales, así como a los actores privados, en sus esfuerzos por evitar la destrucción o el robo de bienes culturales en Ucrania.

Fuente: Comunicado de la OFC.

 Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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