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Albert Serra, un catalán que escandaliza a la crítica

Vicenç Altaió, interpreta a Casanova en el film 'Historia de mi muerte', de Albert Serra. Festival del Film Locarno

Para este realizador, el arte en general, y la cinematografía en particular, van más allá del bien y el mal, del qué dirán, de lo bueno y lo malo. Más aún, “no me importa la opinión del público cuya valoración será siempre subjetiva y sujeta a equivocarse”.

Albert Serra, con una corta carrera en el cine, ya pasó por Cannes y por otros festivales internacionales y trae ahora a la competición del Festival de Locarno no solo su último film, Historia de la meva mort (Historia de mi muerte), sino toda su retórica de ruptura con los valores tradicionales del arte.

Lenfant terrible del cine catalán, como lo cataloga una parte de la crítica de su país, presenta en 148 minutos –breve extracto de las 440 horas de filmación- una ficción, nominada para el Leopardo de Oro, donde se entrecruzan los mundos fantásticos de Casanova y el Conde Drácula, en la transición misma del racionalismo del Siglo XVIII hacia la entrada del romanticismo violento del XIX.

Todos los juicios y las críticas son estériles. “Al alejarme de los juicios, recuperé mi libertad y mi productividad…Lo más importante al hacer cine es seguir la inspiración”, enfatiza Serra al iniciar su entrevista con swissinfo.ch. Anticipa  que luego de tres películas sobre temas del pasado, su próximo proyecto será “sobre algo contemporáneo, para cambiar un poco y como nuevo reto”.

swissinfo.ch: ¿Su producción cinematográfica expresa una visión vanguardista de interpretar el arte en general y el cine en particular…una especie de rebeldía artística?

Albert Serra: No. No es mi objetivo. Aún más, ni siquiera miro lo que se hace en el mundo ni lo que producen los otros realizadores. Se trata de una especie de lucha conmigo mismo, de intentar hacer cosas mías, en mi propio estilo e irlas perfeccionando y añadiendo. Pero casi no tengo comunicación con el resto del mundo estético. Quien sabe al inicio de mi producción había algo de rebeldía, pero ahora ya es porque no me interesa comparar ni ser comparado.

Festival del Film Locarno

swissinfo.ch: ¿Por qué esa metamorfosis de rebeldía a un casi aislamiento del mundo del arte?

A.S.: La vida es demasiado corta. Soy ya muy viejo (ndlr: tiene 38 años) y hay demasiado poco tiempo para crear. Si uno entra en esa visión de competencia arriesga de caer en una suerte de psicología política. Ganar o perder, compararse. Como ganar o perder las elecciones. Hacer cálculos… Y no me interesa porque implica pérdida de tiempo creativo. Como decía antes, ya no miro películas…Es perder el tiempo.

swissinfo.ch: El tiempo para crear parece casi una obsesión en su vida…

A.S.: Sí. Todo lo otro no me produce satisfacción. Y por lo tanto lo he rechazado. Comentar cosas en un bar, tal vez, pero ir al cine para evaluar y criticar a otros, no. Sobre todo porque implica contagiarse de esa visión de crear juicios de valor. Lo que es bueno, lo que es malo, lo que se debe hacer…Y cada vez estoy más lejos de todo esto. Diría que es como que he suspendido mi juicio de valor a pesar que, como me pasa en España, muchas veces hago declaraciones en contra de los malos. Pero esto es gratis. Realmente no me ocupa demasiada energía. Aprovecho algunas oportunidades para hablar y no puedo evitarlo. Pero no pienso en juzgar. Es perder tiempo.

swissinfo.ch: ¿Esa concepción rupturista no le crea a veces problemas con sus productores que exigen ciertos “comportamientos” y cánones desde la perspectiva de la distribución y la venta?

A.S: No, al contrario. Ellos respetan esta visión. He encontrado gente simpática que prefieren esta actitud. Si no existiera gente como yo, ¿cómo sería el mundo? Sería terrible! Es importante que de vez en cuando aparezca alguno como yo que es realmente auténtico.

swissinfo.ch: ¿En el marco de su visión no es casi contradictorio participar en un festival de cine, donde la competencia y el juicio de valor juegan un rol importante?

A.S: No, para nada. ¡Al contrario! Yo sigo una divisa muy bonita: “amo a todos los que me aman”. Y si a los organizadores de Locarno les gustó Historia de la meva mort, tanto mejor. El productor francés de mi película discutió mucho con otros festivales, como el de Venecia. Cinco llamadas; que si competición o si otra sección; que si el director aceptaría esto o lo otro…Que vamos a hablar con el director y que tenemos que pensar,  y etc. Y al cabo de un montón de llamadas, el productor me dijo: “realmente nunca me dijeron si les había gustado o no el film…”  Con el Festival de Locarno fue distinto. Desde el primer contacto se habló de mi película. Pudimos ver rápidamente que la entendieron y que no entraban en juicios de valor, o estrategias, o en la gran política del cine. Y esto es importante porque ya no acepto ni en mi vida personal ni sobre mis películas, los juicios de valor. Suspendo el juicio. Yo mismo no juzgo si lo que hago es bueno o malo. Voy adelante, continuo y hago, hago y hago. Y si bien es diferente elaborar un film  que venderlo, porque son dos mundos diversos, estoy en la misma actitud de base: suspensión del juicio y no darle importancia a lo que diga la gente. Cada vez me refuerzo más en la visión de neutralidad total, de concentrarme, de avanzar espontáneamente en el arte…

swissinfo.ch: ¿Eso significa que tampoco le interesa o le preocupa el juicio de otros sobre su obra…Incluso de saber si le gusta o no al público?

A.S: Tengo desde el inicio de mi carrera dos o tres reglas básicas que persisten, que van a ser siempre válidas y también han sido constantes para elaborar Historia de la meva mort… La primera es que me concentro en mí, en las cosas que puedo aportar, mejorar, perfeccionar. En segundo lugar, no trabajo ni nunca lo haré, con actores y actrices profesionales. No quiero perder la espontaneidad creativa de los que participan en mis obras. Y en tercer lugar, no me preocupo ni de la crítica ni del público. Porque a veces se ama  un film pero por las malas razones, sin haber comprendido realmente la esencia que el realizador ha querido ponerle. El concepto de éxito y la acción de medirlo son absolutamente relativas, subjetivas.

swissinfo.ch: ¿Algo más en esa perspectiva radical de evaluar al cine?

A.S.: Sí. Reiterar que para mí, mis películas son un todo. Hay que tomarlas en bloque. Es todo o nada. Lo que importa es el concepto del film. No se debe pensar en medias tintas. Mis obras van más allá de la crítica.

swissinfo.ch: ¿Y el futuro?

A.S.:  Por el momento no tengo un proyecto concreto. Salí muy cansado de este film que me llevó, solamente el montaje, un año y medio de trabajo que hice totalmente solo. Quiero hacer algo más contemporáneo. Intentaré, sí, de no perder el mismo grado de inocencia y fantasía que tuve hasta ahora.

Historia de la meva mort es una coproduccion española-francesa.

Fue rodada en Francia y Rumania.

Cuenta la vida de Casanova que conoce a un nuevo servidor, Pompeo,  quien será testigo de los últimos momentos de su vida.

Luego de dejar su castillo francés y la vida libertina propia del siglo XVIII, Casanova y su vasallo pasan el fin de sus días en las tierras pobres y oscuras del norte europeo,  confrontándose entonces a una fuerza nueva, violenta, esotérica y romántica representada por Drácula y su poder eterno.

Los actores son: Clara Visa, Noelia Rodenas, Montse Triola, Eliseu Huertas y Lluis Serrat. El papel central de Casanova es realizado por Vincenç Altaió, figura de la cultura catalana, que dirigió por cinco años el Arts Santa Mónica, uno de los ateneos más importantes de esa región.

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