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Serenata de los Andes, nuevos aires del pasado

Jean Pierre Magnet ha logrado una fusión extraordinaria al reunir la música de los Andes con aires contemporáneos, incluido el jazz. Wikipedia/Bill Holsten

A los 10 años, su padre le puso un saxofón en las manos. De eso hace más de medio siglo, y desde entonces ha recorrido una amplia gama de expresiones rítmicas: rock, jazz, boleros románticos…. todas con una gran pasión, pero ninguna con ese fervor especial que siente hacia la música andina.

“Yo soy un fanático del mundo andino, de la belleza de sus paisajes que es mi fuente de inspiración”, narra entusiasmado el artífice de la Serenata de los Andes, que recrea la música de esa amplísima región de la América del Sur y que este año recibió el aplauso del público suizo en el Moods de Zúrich.

Con su veintena de músicos -cinco saxofones, cinco zampoñas, cinco violines un arpa andina y percusiones- Magnet ofrece una versión de cuño propio de esa música que existe desde la noche de los tiempos y que él escuchaba desde su niñez, cada mañana, antes de salir a la escuela.

Una manifestación cultural riquísima, como explica nuestro interlocutor:  En la región del lago Titicaca son muy populares las zampoñas; en el altiplano del Lago Titicaca, las orquestas con tambores y zampoñas; en la zona central del Valle del Mantaro, las bandas de saxofones, 18 a 20, con un arpa y un violín. En la región de Ayacucho es popular el arpa andina con las guitarras y el violín.

“Ninguno se atreve a tocar o implementar nuevos instrumentos dentro de sus formatos tradicionales, pero yo me permito, con mucho respeto a las raíces, mezclar sonidos y hago una especie de big band, pero con elementos andinos”.

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En su repertorio: Chabuca y Manzanero

Nacido en Lima de padre francés (músico) y madre peruana, Jean Pierre adquirió una educación musical al lado de su progenitor, en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires, La Universidad del Sur de Mississippi y en la Escuela de Música de Berklee, en Boston.

Incursionó en el mundo del rock y del jazz y los programas de sus presentaciones, amén de los aires andinos, incluyen piezas de mambo, de jazz y boleros románticos. “Me gustan las canciones bonitas”, dice y alude a las composiciones de Chabuca Granda y de Armando Manzanero, entre otros.   

Creó el grupo Wayruro, una banda de música andina y estableció el cuarteto de PeruJazz, en el que fusionaba la música afroperuana con la música andina y elementos del jazz. Su largo andar por el mundo lo ha llevado por diversos países de América y de Europa.

Sin embargo, como confiesa, la realización de su sueño mayor se cristalizó en 2006 con la creación de la Serenata de los Andes, que traduce esa relación tan especial de los pueblos andinos con la Naturaleza. Un vínculo que le es propio:

Crecido en una hacienda fuera de Lima, tuvo una relación directa con el campo, lo que alimentó su inspiración. Además, como dice “musical y composicionalmente existe la posibilidad infinita de crear dentro del idioma andino, porque así como los paisajes no tienen forma ni fin, esa música me permite expandirme como la imaginación lo permita”.

De ahí que en sus ejecuciones en vivo, las melodías se prolongan hasta 8, 10 o 14 minutos, y ello también, “porque yo no tengo la inquietud de que mi música se tiene que pasar por la radio. Mi interés es desarrollar una música diferente, visual: que  a la hora que estás escuchando, puedas ver el paisaje andino a través de la música”.

Ahora más aún, con la integración de un grupo de baile del elenco nacional del folclore, subvencionado por el Ministerio de Cultura.

Jean Pierre Magnet ofreció un concierto en Berna con ocasión de la presentación de las cartas credenciales del Embajador Luis Chuquihuara ante la Confederación Suiza, el pasado mes de octubre.

El denominado “Embajador de la Marca Perú” estuvo acompañado por el  percusionista Daniel Espinoza y el guitarrista Vazia Zagar.

 

Vassia Zagar, músico (guitarrista), compositor, comediante, sonorista  y productor, es autor de la música de la pieza de Teatro Yo tenía un lindo globo rojo de Angela Demalté y tiene un grupo de rock en París, donde reside.

 

Daniel Espinoza, percusionista peruano, vivió en Ginebra y ahora radica en la capital francesa. Tiene dos grupos, uno consagrado a los ritmos afroperuanos, y el de los Waikiki Boys, con aires de cumbia y reminiscencias de los años 50.

También forma parte de la Asociación Calpulli, cuyo objetivo es mostrar en Francia la música peruana con variaciones de ritmos actuales.

Y ahora, en el interés compartido por introducir nuevos aires en la música folclórica, Jean Pierre Magnet, Daniel Espinoza y Vassia Zagar se reúnen en conciertos en Europa.

“Es una música alegre que viene del corazón, que es fundamentalmente unificadora, una música alegre y es una buena oportunidad de tocar con un buen amigo, Daniel, y de acompañar a Jean Pierre, que para nosotros es una lección de musicalidad, humildad, vida y todo”, opina Vassia.

¿Su principal aportación a la música andina?

“Bueno, lo que aporto es la posibilidad de magnificar la música andina. Magnificarla desde mi punto de vista. Y creo que sí estoy aportando porque suena diferente, con colores diferentes, sin límites, sin estructuras porque yo no tengo que seguir ninguna estructura. Me permito, eso es lo que me da el jazz, la libertad de seguir tu alma, tu instinto, … el paisaje, la improvisación”.

Jean Pierre Magnet habla con vehemencia de la música, una pasión a la que se ha entregado en cuerpo y alma. “Yo me levanto todos los días y agradezco con gran emoción, con lágrimas de alegría el ser músico, lo que me permite tener la creatividad y de manifestarla a través de un idioma folclórico, de mi país, de mi tierra”.

Nos comparte también sus proyectos futuros, como aquel de impulsar  excursiones culturales para llevar a músicos de todo el mundo a las fiestas de Huancayo donde se reúnen centenares de saxofonistas, pero no sólo:

“Quiero hacer algo nuevo, desarrollar una orquesta que me permita expresarme musicalmente, pero en un formato que una todas mis sensaciones musicales, aparte de Serenata de los Andes para que si llega el momento -que no creo, y no quiero-, en el cual ya no pueda soplar como saxofonista, pueda escribir y manifestarme musicalmente a través de esa orquesta…”

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