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Desde Suiza, los artículos más lujosos

La relojería suiza ocupa un lugar preponderante dentro de los artículos de lujo. Keystone

El móvil más caro del orbe -1,5 millones de francos suizos- es de manufactura helvética, y el país es puntero en la producción de relojería y joyería de alto nivel.

Este mercado, asequible a sólo 1% de la población mundial, es uno de los más rentables y prósperos del 2003 a la fecha, gracias a la expansión asiática.

Hay mil y un caminos para dejar testimonio en el libro de los récord Guiness. Por ejemplo, diseñar y comercializar el teléfono móvil más costoso del mundo.

Su origen: helvético. Su valor: 1,5 millones de francos suizos.
Su estructura: decenas de diamantes de 120 kilates engarzados en un cuerpo de oro blanco y platino.

El perfil tecnológico del teléfono también es impecable: Bluetooth, cámara digital con zoom de alta potencia, MP3, radio FM, memoria de 2 GB, y conexión Edge. Su único defecto: carece de red inalámbrica de acceso a Internet (Wi-Fi).

Una falla que, por cierto, no ha impedido que se vendan dos de los tres ejemplares que la suiza Goldvish manufacturó en 2006. Un empresario de Hong Kong y otro de Rusia son los propietarios.

Luego viene toda una gama de móviles, también de lujo, que se multiplican como los panes en versiones de entre 25.000 y 200.000 francos suizos porque, contrario a lo que podría pensarse, incluso en los malos tiempos los artículos selectos tienen mercado.

El 10% más rico…

En el mundo hay más de 6.300 millones de habitantes, pero sólo 795 hombres y mujeres poseen una fortuna superior a los 1.200 millones de francos, y sólo 1% de la población gana el equivalente a más de 250.000 francos suizos anuales.
Otra referencia: este año, los 400 hombres más ricos del universo obtendrán ingresos equivalentes a los que generarán las 20 economías más pobres y pobladas de África, todo según datos de Forbes.

El fenómeno de la brecha entre ricos y pobres es criticado por todos en el discurso, pero sobre la marcha es reforzado día con día a través de la política económica que siguen los gobiernos de los cinco continentes y – por qué no decirlo – con una gran frecuencia validado a través de las urnas por los ciudadanos al elegir a sus gobernantes.

Las cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) nos ofrecen otra aproximación al mismo fenómeno. En 1979, el 10% más rico del planeta ganaba 79 veces más que el 10% más pobre. En 2005 –su dato más reciente-, la proporción aumentó a 117 veces.

Esto explica que, incluso en tiempos de vacas flacas, la industria de los artículos de lujo continúe su expansión. Y Suiza es una de las economías con mayor pujanza en la producción de artículos de lujo.

Suiza en el aparador

Hablar de ‘artículos de lujo’ es hablar de banquetes, joyas, objetos de arte, autos, yates, helicópteros, aviones privados o mansiones.
El sector de los artículos de lujo crecerá alrededor de 6% en 2006, más del doble que la economía europea como conjunto, debido a que las fortunas personales de sus consumidores merman poco con los vaivenes de la coyuntura mundial.

Los dos grupos empresariales que marcan tendencia en materia de artículos de lujo a escala mundial son el francés LVMH (propietario de marcas como Moët, Hennessy o Louis Vuitton) ,y en segundo sitio, el helvético Richemont, cuya sede está basada en Bellevue (cantón Ginebra).

Y aunque las marcas más representativas de Richemont son consumidas por unos cuantos, son conocidas por todos: Cartier, Chloé, Dunhill, Montblanc, Piaget, Montegrappa, Lang & Söhne o Baume & Mercier.

Dentro de los artículos de lujo, la relojería helvética ocupa un lugar preponderante. Este año la facturación de este tipo de productos crecerá más de 9%. De hecho, sólo durante el segundo trimestre del 2006, el sector relojero suizo creció a una tasa histórica del 14%, y las utilidades anuales que genera dicha actividad económica superan los 3.000 millones de francos suizos.

Toda una filosofía

Admirar y eventualmente adquirir artículos de lujo es un placer que Suiza intenta ‘democratizar’, y que ya no sólo es practicable recorriendo las calles más selectas de Nueva York, París, Londres o Milán.

En concreto, Suiza decidió encabezar una nueva tendencia para la exhibición de los productos selectos y crear una nueva filosofía de exhibición: el salón mundial de la relojería y la joyería que se monta y se desmonta en unos cuantos días.

Baselworld, como se conoce, abrió sus puertas en marzo pasado en Basilea para que la industria relojera y joyera del mundo dispusiera de nuevos espacios de distribución. En 2007, la cita es nuevamente en la misma ciudad pero en el mes de abril.

La edición de este año tuvo buena acogida: un total de 2.100 expositores de 45 países expusieron sus productos en una estructura de pabellones múltiples (160.000 m2), que recibieron más de 90.000 visitantes. Una cifra nada despreciable si se considera que sólo el billete de entrada tenía un valor de 45 francos suizos.

El gobierno también puso su parte en dicha política de promoción. Así por ejemplo, aceptó autorizar la entrada sin visa para aquellos turistas que vinieran de países que la requirieran para ingresar a territorio helvético. Pero, ¿quiénes son los compradores.?

China arrasa…

De acuerdo con la correduría neoyorquina Goldman Sachs, la demanda de artículos de lujo en China crecerá 25% anual entre el 2005 y el 2010. Para este último año, los chinos significarán 19% de la facturación de productos de este tipo, y para el 2015 habrán desplazado a Japón, que actualmente es comprador de 28% de los bienes de alto nivel de calidad y consecuente precio elevado.

En 2005, un total de 22,5 millones de chinos salieron a recorrer el mundo como turistas, menos del 2% de su población. En 2010, la cifra se duplicará, y ese apenas 4% de los chinos pudientes hará girar el mundo del consumo en Europa, su principal destino de viaje.

Las ventas de Swatch o Richemont crecen a tasas del 12-15% anual desde el 2003 en Asia y en Rusia, otro gigante en el que el enriquecimiento parece no tener freno entre el desarrollo de su economía de mercado y su desafortunada, y consolidada, mafia con su respectivo tren de consumo.

En América Latina, constituida por países en desarrollo en los que hay grandes concentraciones de pobreza, los grandes capitales son disfrutados por una élite dispuesta a gastarlos con generosidad.

No es fortuito por ejemplo, que en 2005 haya sido inaugurada en Sao Paulo la Villa Daslu, el centro comercial más lujoso de la región, erigido en el barrio Vila Olimpia. En el lanzamiento se descorcharon 2.600 botellas de champán para celebrar la apertura de 120 tiendas que ofrecen todo tipo de artículos de lujo.

En consecuencia, Suiza y su próspero sector de la relojería y la joyería tienen mucho por decir en los próximos cinco años.

swissinfo, Andrea Ornelas

El libro de los Récord Mundiales de Guiness es una publicación de carácter anual que contiene una colección de experiencias de carácter histórico, que van lo mismo desde logros del hombre (como marcas deportivas); hasta eventos jocosos (como la pizza más grande el planeta) o hazañas de la naturaleza (como la montaña más alta del orbe).

La clientela arquetípica de productos de lujo busca calidad, exclusividad y el cobijo de una marca conocida que sugiera admiración y respeto, según los expertos de la consultora Luxury Institute, con sede en Nueva York.

Suiza ha sido artífice de ventas extraordinarias de artículos de lujo. Por ejemplo, la subasta (420.000 CHF) del Omega que John F. Kennedy portó en 1960, durante la jornada electoral que lo convirtió en presidente de EEUU.

El sector relojero suizo agrupa a 500 empresas, emplea a 44.500 personas y exporta 24 millones de piezas cada año.

Los 5 hombres más ricos del mundo son: Bill Gates (EEUU), Warren Bufete (EEUU), Carlos Slim (México), Ingvar Kamprad (sueco radicado en Suiza), y Lakshmi Mittal (India).

La fortuna media de los casi 800 miembros de la lista de Forbes equivale a 3.960 millones de francos suizos.

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