El cerco se cierra en torno al secreto bancario
Presiones de la UE, Estados Unidos y el G20: los próximos meses serán decisivos para el secreto bancario. El Gobierno suizo intenta ganar tiempo, pero se ve cada vez más solo tras la decisión de Luxemburgo de aceptar el intercambio automático de información.
“Suiza sigue adelante con su estrategia de dinero limpio”. En un artículo que publicaba el pasado 10 de abril Le Monde, la ministra helvética de Finanzas ilustraba los pasos emprendidos en los últimos años por Suiza en la lucha contra la evasión fiscal.
Una tentativa de diluir las crecientes presiones que pesan sobre el secreto bancario. “Cuando adoptamos reformas, esperamos que la comunidad internacional reconozca los esfuerzos realizados, sin atacar a Suiza ni amenazar con medidas de retorsión”, subrayaba Eveline Widmer-Schlumpf.
Sus expectativas se truncaron enseguida. Ese mismo día, Luxemburgo anunciaba que intercambiará datos bancarios con 25 de los 27 miembros de la UE. Incluso Austria, el otro miembro de la UE donde sigue vigente el secreto bancario, ha manifestado recientemente que está dispuesto a iniciar negociaciones en ese sentido.
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Si Luxemburgo y Austria ceden, se multiplicarán los ataques de la UE hacia Suiza. Hasta ahora los tres países se habían protegido recíprocamente. En reiteradas ocasiones, Luxemburgo y Austria descartaron por completo renunciar al secreto bancario, mientras Suiza no lo hiciera. Y el argumento de Berna a las presiones de la UE era que, primero, Bruselas tenía que convencer a Luxemburgo y a Viena.
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Nuevas reglas estadounidenses
Estas tácticas funcionaron durante años, mientras que las presiones de la Comisión Europea no dieron frutos. Pero ahora Bruselas ha recibido el espaldarazo, quizás decisivo, de Estados Unidos. Suiza, Austria y Luxemburgo se disponen a ratificar en los próximos meses el acuerdo FATCA (Foreign Account Tax Compliance Act), que prevé la transmisión sistemática a Washington de los datos bancarios de ciudadanos estadounidenses residentes en Europa.
En la práctica, el secreto bancario deja de existir para la potencia norteamericana, salvo para quienes no teman exponerse a duras medidas de retorsión.
“Si tenemos en cuenta las sanciones anunciadas por Washington, no es realista imaginarse que alguien vaya a oponerse a este acuerdo. Los bancos suizos no podrían operar más en Estados Unidos ni tampoco gestionar títulos de ese país. Es impensable proponer una gestión patrimonial a su clientela sin poder acceder al mayor mercado financiero del mundo”, señala Maurice Pedergnana, economista de la Universidad de Lucerna.
Ni Luxemburgo ni Austria, y probablemente tampoco Suiza, pueden negar durante mucho más tiempo a la UE las concesiones que están a punto de hacer a Estados Unidos. El 14 de abril, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España lanzaron la ofensiva contra el secreto bancario, al incluir el intercambio automático de información como tema central de la próxima cumbre de la UE, prevista para mayo. El objetivo es que se convierta en la norma estándar para los Veintisiete y para Suiza a partir de 2015.
En 2005, la UE adoptó una directiva por la que todo país puede recibir automáticamente los datos sobre los haberes y los rendimientos de capital que poseen sus ciudadanos en otros Estados miembros.
Austria y Luxemburgo, que hasta ahora se negaban a intercambiar automáticamente datos bancarios, gravan con el 35% los rendimientos del capital perteneciente a ciudadanos de otros países.
Los impuestos recaudados se remiten a los otros Estados, pero sin revelar el nombre de los clientes bancarios. Suiza ha adoptado este modelo con los miembros de la UE.
Dadas las lagunas del sistema actual, la UE ha decidido extender a partir de 2015 el intercambio automático de información a cinco categorías de ingresos y capitales: ingresos profesionales, dietas por asistencia a consejos de administración, productos de seguros de vida, pensiones, propiedades y rentas inmobiliarias.
La UE exige que Austria, Luxemburgo y Suiza renuncien al secreto bancario y se comprometan a intercambiar automáticamente datos bancarios. Según Bruselas, la evasión fiscal ocasiona pérdidas anuales por valor de 1 billón de euros a los Veintisiete.
Meses decisivos
Entre tanto, crecen las presiones sobre el secreto bancario. Este fin de semana, los ministro de Finanzas del G20 exhortaron a la comunidad internacional a que adopten el intercambio automático de información. Su homóloga suiza, Eveline Widmer-Schlumpf, afirmó que Berna está dispuesta a discutirlo, a condición de que las nuevas normas sean válidas para todos, incluidos los paraísos fiscales (offshore).
Esta posición –que por primera vez respalda el presidente de la Asociación Suiza de Banqueros, Patrick Odier– no cuenta, sin embargo, con una mayoría favorable en el Gobierno y el Parlamento helvéticos. Ambas instituciones se oponen a toda discusión sobre el intercambio automático de información o intentan retardarla el máximo posible.
Una espera incomprensible para Maurice Pedergnana. “Tales posiciones corresponden a una mentalidad antigua y a un modelo de negocios superado. Suiza no podrá eludir las negociaciones sobre este tema con la UE, su principal socio económico. Somos un país pequeño y plenamente integrado en la economía global como para darnos el lujo de comportarnos como si fuéramos una isla”.
En 2010, el Congreso de Estados Unidos adoptó la normativa FATCA (Foreign Account Tax Compliance Act) en la lucha contra los fondos en paraísos fiscales que sus ciudadanos no han declarado al fisco.
La administración estadounidense se propone imponer esta reglamentación a todos sus socios. Estos se comprometen a entregar a Washington los nombres y datos bancarios de todos los clientes de nacionalidad estadounidense o extranjeros sujetos al fisco de ese país.
El Gobierno suizo ya ha firmado este acuerdo. El Parlamento lo ratificará previsiblemente durante la próxima sesión de verano.
Con base en el modelo que acordaron Berna y Washington, los propios bancos se encargarán de transmitir directamente a Estados Unidos los datos bancarios solicitados.
Los clientes pueden negarse a que se transfieran sus datos bancarios. En tal caso, las autoridades fiscales estadounidenses tienen derecho a solicitar asistencia administrativa a Suiza, así como a presentar demandas para grupos enteros de personas.
Retórica europea
Una visión que comparte la izquierda en el Parlamento. “Tenemos dos opciones: esperar hasta que se nos incluya en una lista negra o gris, como ocurrió en 2009, y vernos obligados a actuar precipitadamente; o tomar nota de lo que pasa en el mundo y aliarnos con Austria y Luxemburgo para defender nuestras condiciones en las negociaciones con la UE. Por ejemplo, que los nuevos estándares se apliquen también a las circunscripciones de los países anglosajones que tienen regímenes fiscales especiales”, propone el diputado socialista Carlo Sommaruga.
Los partidos del centro –a excepción del Partido Burgués Democrático – prefieren aguardar. “Suiza no debe mover un ápice, mientras Bruselas no exija una concesión sin contrapartida”, opina el diputado liberal radical Christian Lüscher. “La UE ejerce una gran presión por razones, digamos, morales. En realidad, solamente busca proteger su mercado interno, cuando niega a nuestros bancos que puedan acceder a él”.
La derecha se aferra a su posición y rechaza toda concesión en materia de secreto bancario. “Estamos ante la habitual retórica europea que, por desgracia, en el pasado tomamos demasiado en serio. La UE no está hoy en condiciones de imponernos nada, entre otras razones porque en varios sectores depende mucho de Suiza. Pensemos solamente en el transporte. En mi opinión, el precio de una guerra sería en todo caso inferior al de una capitulación, que debilitaría nuestra plaza financiera”, afirma Yves Nidegger, diputado de la Unión Democrática del Centro (UDC).
(Traducción: Belén Couceiro)
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