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Thomas Greminger: “Nos enfrentamos a una nueva guerra fría”

El exsecretario general de la OSCE, Thomas Greminger
"Creo que estamos ante una guerra fría 2.0", dice el embajador suizo Thomas Greminger. Keystone / Martial Trezzini

El exsecretario general de la OSCE y embajador de Suiza, Thomas Greminger, cree que la invasión rusa de Ucrania marca el inicio de una nueva guerra fría. En una entrevista dice que es de esperar que aumenten las guerras de representantes o indirectas. 

La invasión a gran escala fue una sorpresa incluso para él. Como mediador durante mucho tiempo entre Rusia y Ucrania, Greminger conoce a altos funcionarios de ambos bandos, y estaba convencido de que prevalecería el análisis racional de costes y beneficios y haría improbable una guerra total.  

Desde 2010 Thomas Greminger fue embajador suizo en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que incluye a Rusia y a Estados Unidos y a otros antiguos enemigos de la Guerra Fría. Cuando Rusia se anexionó Crimea en 2014, Suiza ocupaba la presidencia de la organización y Greminger pudo desempeñar un importante papel de mediación. El acuerdo sobre una misión de observación permanente en Ucrania, cuyo mandato, sin embargo, ha expirado recientemente, fue un avance. De 2017 a 2020 fue secretario general de la OSCE. Y hoy es director del Centro de Política de Seguridad de GinebraEnlace externo (GCSP, por sus siglas en inglés).   

SWI swissinfo.ch: Las imágenes de personas civiles asesinadas en Bucha han conmocionado al mundo. ¿Es este un punto de inflexión en la guerra?

Thomas Greminger: Sí, se trata de presuntos crímenes de guerra que, por supuesto, deben ser investigados y que evidentemente tendrán enormes repercusiones en el orden mundial de la posguerra, sobre todo. Estas imágenes no caerán tan pronto en el olvido.   

SWI: No hay estos días muchas noticias sobre las negociaciones de paz. ¿Se puede pensar en un acuerdo entre las partes?

T.G.: Según están las cosas, ambas partes están lejos de llegar a un acuerdo. Sin embargo, hay un aspecto en el que parecen haberse acercado, que es el relativo al futuro estatus de Ucrania. Parece que podrían acordar una forma de neutralidad respaldada por garantías internacionales. En lo que a las concesiones territoriales se refiere, sin embargo, siguen siendo, a mi entender, mundos aparte. Rusia supuestamente tiene exigencias más radicales que incluyen, al menos, Crimea y el Dombás. 

SWI: Las negociaciones se están llevando a cabo bajo los auspicios de Turquía. ¿Qué pasa con los canales de comunicación directa entre Rusia y Occidente? ¿Siguen existiendo o se han colapsado por completo?

T.G.: Probablemente todavía hay algunos canales que funcionan, en cuestiones de resolución de conflictos, Irán y los vuelos espaciales, por ejemplo. Pero el hecho es que casi todos los demás procesos se han suspendido, todos los canales de diálogo se han cerrado. La comunicación está muy limitada, incluso entre expertos.    

La rapidez con la que estos canales puedan restablecerse dependerá, entre otras cosas, de cómo termine la guerra, para que pueda retomarse el debate sobre Corea del Norte, Afganistán y Siria, por ejemplo, o sobre los riesgos y desafíos transnacionales, como la lucha contra el terrorismo, las amenazas cibernéticas y el cambio climático. Sin embargo, de momento, casi todo está paralizado.  

SWI: ¿Cuál es la situación militar en la actualidad? Parece que Rusia no ha conseguido sus principales objetivos militares en Ucrania.  

T.G.: Sí, eso es así. Lo que ahora estamos viendo es una rotación de las tropas rusas y un nuevo enfoque, mucho más fuerte y probablemente exclusivo, en el este y en el sur del país, finalmente en el Dombás. Espero una gran ofensiva rusa en un futuro próximo. Y entonces veremos cuál es el nuevo equilibrio de poder. 

SWI: La ministra suiza de Justicia, Karin Keller-Sutter, cree que Rusia pretende provocar deliberadamente movimientos de refugiados para desestabilizar Europa y habla de una “guerra híbrida”. ¿Comparte usted esta opinión?   

T.G.: El pasado otoño habría estado totalmente de acuerdo con esta afirmación en relación con las personas refugiadas que se dirigen a Polonia desde Bielorrusia. Pero en la situación actual no lo veo así necesariamente. Las personas refugiadas no son armas, sino víctimas de la guerra. Hasta ahora, más de 11 millones de ucranianos se han visto obligados a huir de sus hogares. De ellos, más de cuatro millones han cruzado la frontera hacia otros países como refugiados. Los demás han buscado seguridad dentro de la propia Ucrania como desplazados internos. 

SWI: En Occidente cada vez se piden sanciones más amplias contra Rusia. ¿Hasta qué punto han servido estas medidas? ¿Y pueden realmente forzar la paz o, al menos, un alto el fuego? 

T.G.: La naturaleza de las sanciones es que no tienen un efecto inmediato o solo lo tienen parcialmente. Las que se han adoptado hasta ahora están golpeando a Rusia fuertemente, de eso no hay duda. Pero en realidad gran parte del impacto solo se verá a medio plazo.  

Entiendo que tras las imágenes de Bucha se pidan sanciones adicionales. Pero no creo que en este momento sea realista esperar sanciones más amplias –en particular sobre las fuentes de energía–, ya que estas sanciones también perjudicarían de manera profunda a la economía europea. Las sanciones no deben convertirse en un objetivo en sí mismo.  

SWI: Rusia colabora militarmente en varios países. Tras la guerra de Ucrania, ¿es probable que vuelvan a estallar conflictos en otros lugares? Azerbaiyán, por ejemplo, ha hecho recientemente avances militares en Nagorno-Karabaj.   

T.G.: Esto es claramente una posibilidad. Creo que estamos ante una guerra fría 2.0. Ya conoce el fenómeno de las guerras indirectas de la guerra fría; creo que existe un riesgo significativo de que en el futuro veamos más como estas.

Como en este momento Rusia se está concentrando tanto en Ucrania, ya no puede prestar tanta atención a otros contextos. Es, presumiblemente, el caso de Siria y de algunos contextos africanos, donde recientemente Rusia ha estado muy activa.  

SWI: Esto significa que se van a formar nuevos bloques, que va a haber una nueva guerra fría. ¿Qué papel puede desempeñar la OSCE una vez que haya terminado la “fase caliente”?  

T.G.: La preocupación principal ahora es salvaguardar la OSCE, sus instituciones y sus instrumentos. En este mundo tan polarizado esto no resultará fácil. Ni siquiera la exitosa misión de la OSCE en Ucrania pudo continuar, porque Rusia se opuso. A medio plazo, sin embargo, veo definitivamente una oportunidad para que la organización vuelva a desempeñar un papel activo y útil.   

Los instrumentos y plataformas de la OSCE, no obstante, solo pueden ser eficaces si los Estados [miembros] quieren utilizarlos. Esto requiere un consenso entre los principales actores de la seguridad europea. Entre los años 1970 y 1990, había una fuerte voluntad de hacerlo. Recientemente, sin embargo, ha sido mucho menos; la OSCE se ha utilizado como un instrumento de gestión de crisis, sobre todo, y ya no como una plataforma para debatir cuestiones básicas de la seguridad europea.  

Es precisamente por lo que, en la medida de lo posible, hay que preservar la OSCE y sus instituciones, para que en el futuro puedan volver a utilizarse para reflexionar sobre estas cuestiones y acordar una nueva arquitectura de seguridad europea. A corto y medio plazo, por desgracia, no soy muy optimista.

SWI: ¿Qué papel podría desempeñar Suiza en todo esto? Tenía buenas relaciones diplomáticas con Moscú, pero ahora está en la lista rusa de “países hostiles”.  

T.G.: Yo no exageraría la importancia de esta lista. Incluso sin ella, Suiza no sería una parte mediadora, simplemente porque en la actualidad no hay mediación. Turquía acoge las conversaciones, pero en realidad no desempeña un papel como mediador. Actualmente las partes del conflicto –especialmente Rusia– no están interesadas en los mediadores de paz.

Hay áreas en las que Suiza, a medio plazo, podría desempeñar un papel importante. En la cuestión del estatus [de Ucrania], por ejemplo. Quizás se llegue a un acuerdo sobre el principio de neutralidad. Luego habrá que determinar qué implica y qué forma podría adoptar. En este sentido, podemos aportar conocimientos. Suiza también podría desempeñar un papel en relación con las sanciones, en la resolución de conflictos, por ejemplo.

Creo que, tras la guerra caliente, habrá margen para una política exterior activa. Pero, por el momento, hasta que las armas callen, poco podemos hacer, aparte de prestar ayuda humanitaria vital.

Traducido del inglés por Lupe Calvo


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