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SWX: el mercado sin fin…

Bolsa suiza. Keystone

La bolsa de valores helvética es el corazón del financiamiento de las grandes empresas suizas y, simultáneamente, el destino de una de cada cuatro inversiones nacionales.

Nacida en el siglo XVII, su transformación perenne exige fusiones en el futuro, pero hay que reflexionar a fondo a quién le dará el “sí”.

En el siglo XXI, no hay economía ni sector empresarial capaz de funcionar sin un mercado de valores que le respalde.

De hecho, toda empresa que pretenda acceder a las “grandes ligas”, conoce bien un mandamiento económico no escrito: Has de cotizar en la bolsa de valores.

Para lograrlo, las empresas interesadas han de cumplir una larga lista de requisitos financieros y contables, amén de estar dispuesta a publicar sus cuentas cada trimestre.

A cambio disfrutarán de financiamiento a bajo costo. Concretamente, del acceso a inversionistas cuyos rostros desconocen, pero que se jugarán con ellas el destino, al compartir sus utilidades y sus pérdidas.

Una apuesta a la que antes sólo tenían acceso los grandes mecenas capitalistas que definen el rumbo de gigantes como Microsoft, GE, Coca-Cola, Toyota, Google, o sus equivalentes helvéticos como Nestle, Novartis o Holcim. Pero que hoy es accesible también a los pequeños capitales.

Sólo en Suiza, un total de un millón de inversionistas de talla pequeña realizaron operaciones bursátiles en 2005.

El por qué de la bolsa

Como citábamos, toda bolsa de valores tiene el mismo objetivo: financiar la expansión y operación de las empresas.

Antes tiene que ceñirse a las reglas del juego.

1.- Las empresas interesadas en financiarse en un mercado que será público se reúnen (emisoras).

2.- Definen el valor objetivo de mercado que tiene cada una de ellas, en función de sus activos, pasivos, ventas, proyectos, etcétera.

3.- Fraccionan el valor total de la compañía en pequeñas porciones a las que denominan títulos o acciones.

4.- Las comercian en el mercado bursátil.

5.- Pero, para evitar abusos y tráfico de información confidencial, se autorregulan y aceptan simultáneamente ser vigiladas por las autoridades financieras de su país.

La bolsa es, pues, el establecimiento legalmente constituido para comerciar los títulos. Y dados los volúmenes de acciones que se comercian hoy en día, los propietarios de las empresas y los compradores de acciones no se conocen en absoluto. Todo se realiza a través de intermediarios (corredores).

El SWX

Los antecedentes de la bolsa helvética –y del resto de sus homólogas de Europa y el resto del mundo- se remontan a la antigua Grecia y su “emporiom”, así como a Roma y su “collegium mercatorum”, que eran los mercados en los que se daban cita los comerciantes.

Al crecer sus operaciones, requerían crédito para financiar su gestión.

La primera bolsa de valores como la concebimos hoy tuvo sus orígenes en Amberes, Holanda, en 1531. Luego el esquema se repitió en Tolouse, Francia, en 1549; y en Londres, Gran Bretaña, en 1571.

En territorio helvético, el primer ensayo tuvo lugar en Zúrich en el siglo XVIII, pero como los circos de toda la vida, de forma itinerante.

La cita tenía lugar un día en el casino, otra semana en el teatro, y otra más en la plaza principal, hasta que en 1869 encontró un domicilio fijo en la plaza de Sechselauten.

En 1880, la bolsa suiza echó raíces. Se construyó un edificio ex profeso para su gestión en Zúrich en una calle a la que se dio justamente el nombre de Börsentrasse.

Como no se daba abasto, simultáneamente, dos filiales suyas surgieron ese años en Ginebra y Basilea.

Los tres mercados operaron sin interrupción, incluso durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, hasta 1997, cuando el volumen total de títulos cotizados alcanzó 1 billón de francos suizos y las emisoras y autoridades decidieron concentrar toda la operación en Zúrich y automatizar todos sus procesos.

Hambre de fusión

Actualmente, la bolsa suiza -SWX Swiss Exchange- es una de las nueve más importantes de Europa, al nivel de Ámsterdam, Estocolmo, Francfort, Helsinki, Lisboa, París, Londres y Milán.

Para dar una idea de su talla, diremos que moviliza 1,3 billones de francos suizos anuales, dos veces el Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Si la referencia es abstracta, pensemos que realiza 14,7 millones de operaciones al año… más de 40.000 diarias.

Se trata, por otra parte, de un mercado que tan sólo en 2005 creció 31 por ciento.

Esto explica que 25% de la población adulta de Suiza -un millón de personas aproximadamente- esté dispuesta a invertir sus ahorros en el mercado de valores. El doble, proporcionalmente, que en Francia o Alemania.

Y dada la tendencia internacional que siguen los mercados bursátiles del mundo, la fusión entre bolsas internacionales es una constante.

En julio del 2004, la Deutsche Boerse propuso una fusión al mercado de valores helvéticos –ya operan juntas en el Eurex, mercado de derivados y son socias en el Dow Jones-, pero el objetivo era convertirse en una sola entidad que fortaleciera la cotización de las principales empresas europeas.

Tras pensarlo un mes, el consejo de vigilancia de la Bolsa suiza SWX anunció que la venta de la sociedad o su fusión con otro mercado europeo está descartado por el momento.

Aunque los acercamientos seguirán presentándose, la SWX tendrá que evaluar con todo detalle cuánto le conviene a las emisoras helvéticas un cambio que les permitirá cotizar en otros mercados, pero que las enfrentará también a nuevos y aún más poderosos competidores, con lo que tendrán que pelear por los mismos capitales.

En un mundo globalizado

Y finalmente, cabe destacar que en el entorno globalizado en el que se desempeña el SWX, está sometido a la supervisión de entidades internacionales como la Federación Internacional de Mercados de Valores, una asociación que aglutina a las principales 50 bolsas del mundo, que representan el 97% del valor de capitalización del mercado bursátil mundial.

Como entidad, la Federación supervisa el sano desempeño de todas las bolsas que la integran.

Y está también la Federación Europea de Bolsas de Valores, que cumple un objetivo semejante, pero a nivel continental. Promueve la actualización permanente de las reglas de autorregulación en los mercados de valores europeos.

Entre las firmas que cotizan en el SWX actualmente y marcan el ritmo a la economía destacan nombres como Adecco, ABB, Emmi, Credit Suisse, Forbo, Holcim, Kudelski, Moevenpick, Nestle, Novartis, Panalpina, Schindler o Serono.

swissinfo/Andrea Ornelas

Los orígenes del mercado bursátil se remontan a la antigua Grecia, quien le llamó emporion, y Roma, collegium mercatorum, al encuentro entre comerciantes que buscaban financiamiento.

Hasta 1992, operaban en Suiza las bolsas de valores de Zúrich, Basilea y Ginebra. En ese año, se concentraron todas las operaciones en la primera ciudad, y se dio vida al SWX.

Las dos empresas que se han incorporado más recientemente a la lista de emisoras helvéticas son Panalpina y Cablecom, ambas de origen suizo.

Peter Gómez, egresado de la Universidad de San Gall, es el nuevo presidente del SWX desde el 5 de mayo del 2006.

Hay 6.000 valores listados en la bolsa de Zúrich

La SWX es controlada por 55 bancos que son propietarios, que tienen derecho a voto y toman las decisiones relevantes.

Durante los últimos cuatro años, sólo 20 operadores de bolsa han sido sancionados en el SWX por realizar prácticas ilegales, como uso de información privilegiada.

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