
Formación en Suiza: el sistema dual que atrae a profesionales de todo el mundo

Suiza, con su sistema educativo de formación dual, es un modelo de referencia internacional. Profesionales de todo el mundo quisieron conocer cómo funciona una formación profesional y qué argumentos pueden usar para promover la educación vocacional en sus propios países.
El encuentro tuvo lugar en el Hotel y Centro de Congresos Kursaal de Berna, un lugar habitual para conferencias y visitas internacionales. No obstante, en esta ocasión el objetivo era conocer de primera mano cómo funciona el sistema de formación suizo, y observar directamente a la gente joven en acción.
El grupo de profesionales que se desplazó hasta Berna contaba con alrededor de veinte miembros procedentes de Haití, Kirguistán, Mozambique, Camboya, Indonesia y Laos, entre otros países. El motivo del viaje fue el Congreso Internacional de Formación Profesional (VET CongressEnlace externo), celebrado a comienzos de septiembre en Lausana.
La institución suiza para el desarrollo, Helvetas, fue quien organizó la visita. «Lo que pretendemos es ofrecer una visión práctica del sistema de formación profesional de Suiza», explicaba Sabrina Würmli, codirectora de Helvetas.
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La formación dual suiza, un sistema único en el mundo
Inspiración para posibles reformas
Los participantes siguieron un recorrido similar al de los aprendices en Suiza: empezaron en el centro de orientación profesional, pasaron por la escuela vocacional y las asociaciones del sector, y terminaron con visitas a empresas. En total, participaron unas 60 personas de diez países, entre ellas representantes de proyectos de Helvetas y Swisscontact, delegados gubernamentales y de programas estatales, además de especialistas del sector privado.
«La visita a Suiza no solo brinda inspiración para reformas, sino que también permite el intercambio de enfoques innovadores entre países», explicaba Würmli. Un sistema dual como el suizo, en el que la gente joven combina la escuela con el trabajo, no existe en la mayoría de los países de origen de los invitados.
¿Para qué sirve una jornada de prueba profesional?
La visita al Kursaal comenzó en el restaurante, donde una joven estaba de prueba profesional (Schnupperlehre). Para los invitados extranjeros el concepto es desconocido, pero lo comprenden rápidamente.
«¿Se alegran las empresas cuando se les asigna a alguien para hacer la prueba?» pregunta riendo Khanongdeth Viphakone. Es de Laos y trabaja en una gran firma, donde se encarga de la formación de jóvenes empleados.
Christoph Tschäppät, del área de personal del Kursaal, lo dice sin rodeos: «A veces cuesta encontrar una tarea que encaje para la gente joven que está de prueba y que al mismo tiempo les muestre cómo funciona la sección». Aun así, asegura, la experiencia siempre merece la pena: sirve para medir la sintonía y para que el o la joven descubra si ese trabajo realmente le atrae.
El Kursaal de Berna es un hotel de cuatro estrellas con varios restaurantes, bares y un amplio espacio para eventos y congresos. Ofrece diversas formaciones, desde administración hasta cocina, y este año cuenta con 21 aprendices.
Tschäppät mencionó varias veces que hoy resulta más difícil encontrar jóvenes realmente motivados para las formaciones profesionales. Los invitados internacionales, en cambio, les interesaba más otro aspecto: cómo los jóvenes en Suiza descubren las oportunidades de formación que tienen a su alcance.
Asombro en el centro de información profesional
La visita al centro de información profesional causó gran impresión. «Aquí llaman ‘talentos’ a los jóvenes», comentaba con entusiasmo Altynai Moldoeva, que trabaja en el proyecto Cheber de HelvetasEnlace externo, financiado por COSUDE (Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación), y que en Kirguistán promueve un sistema de formación en empresas para mejorar las oportunidades laborales, especialmente para jóvenes y mujeres.
Moldoeva se mostró visiblemente conmovida por la manera en que los jóvenes (chicos y chicas) son considerados como individuos y acompañados de cerca en su trayectoria. En Kirguistán —antiguamente parte de la Unión Soviética— el sistema sigue siendo muy jerárquico, más centrado en los cargos que en las personas.

Tschäppät, del Kursaal, hizo hincapié en la relación con los aprendices. Antes —especialmente en la cocina— los horarios eran largos y el tono, en ocasiones, casi militar. «Por suerte, hoy eso ya no ocurre», señaló.
El recorrido incluyó también la visita de una habitación del hotel. Una invitada fotografió el baño, y otra se colocó frente a la ventana y preguntó dónde se encuentran las dos zonas -de la ciudad de Berna- declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tschäppät señaló el casco histórico de Berna. En el horizonte deberían verso los picos Eiger, Mönch y Jungfrau, añadió, aunque la habitación está demasiado baja para esa panorámica.
En la terraza del quinto piso, en cambio, la vista es espectacular. Si bien las nubes no dejaron ver los Alpes en todo su esplendor, el fondo con la ciudad vieja y el Gurten sí se pudieron divisar nítidamente.
Motivar a las mujeres para carreras tradicionalmente masculinas

Las diferencias entre Suiza y sus países de origen son grandes, pero hay temas comunes para todos. Fleurant Kerby dirige en Haití el proyecto ProfeseEnlace externo, que busca mejorar de manera sostenible las oportunidades laborales de jóvenes y mujeres mediante teoría y prácticas.
Al igual que en Suiza, en Haití existen profesiones típicamente masculinas y femeninas, siendo estas últimas menos remuneradas. El proyecto ha logrado avances: «Al principio no teníamos mujeres en estos sectores, ahora son hasta 40 en el sector de carpintería, por ejemplo», explicaba Kerby. A menudo es necesario convencer primero al padre de la joven, aunque normalmente no supone un problema.
Para motivar a otras jóvenes a seguir sus pasos, se llevan a cabo eventos donde muestran lo que saben hacer. En el trabajo, se nota su dedicación y talento. «Son muy detallistas, por ejemplo como instaladoras de suelos o pintoras», señalaba Kerby. «Algunas incluso se animan a montar su propio pequeño negocio».

La formación profesional: una base sólida
Después de haber visitado las instalaciones del Kursaal, tuvo lugar la última ronda de preguntas a Christoph Tschäppät y a Livia Reber, una aprendiz de administración en segundo año, que guio a la segunda mitad del grupo por el hotel.
Un participante de Nepal le preguntó que por qué había elegido esa formación. Livia Reber no tardó en responder: quería aprender idiomas y le gusta trabajar con personas. «La formación profesional es una buena base» y ofrece muchas posibilidades.
Eso es algo que probablemente nadie discutiría en Suiza. El sistema de formación dual está bien establecido y un diploma con experiencia podría marcar el inicio de una carrera exitosaEnlace externo.
En otros países, la formación profesional aún no tiene tanto reconocimiento. Jayaseelan Sumitra trabaja en Yakarta, Indonesia, sede de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).
Allí está a cargo de una iniciativaEnlace externo financiada por COSUDE (Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación) para promover la formación técnica práctica en países como Camboya y Laos. Lo que más le impresionó de Suiza fueron las historias de éxito que compartieron los aprendices.

Ahora también es necesario convencer a los gobiernos y a las empresas de que vale la pena invertir en aprendices.
De aprendices a mejores empleados
Christoph Tschäppät comentó que, al finalizar su formación, los jóvenes suelen convertirse en algunos de los mejores empleados: «Conocen distintas áreas de la empresa, son jóvenes y están motivados». La compañía también se beneficia de su perspectiva fresca y de sus ideas innovadoras. «La generación joven es nuestra clientela del mañana».
Khanongdeth Viphakone, de Laos, sacó su teléfono y grabó esta última frase de Tschäppät. Hasta ese momento no estaba seguro de qué ganaba una empresa invirtiendo tanto en aprendices. «Pero este concepto me ha convencido», aseguraba.
Editado por Marc Leutenegger. Adaptado del alemán por Carla Wolff.

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