EEUU, en aprietos por el sangriento ataque de su aliado saudí en Yemen
La masacre del sábado en la capital yemení, atribuida a Arabia Saudí, pone en aprietos a Estados Unidos y debilita sus intenciones de presionar a Rusia para que termine con los ataques aéreos que dejan cientos de civiles muertos en Alepo, Siria.
Estados Unidos es un aliado histórico de la petromonarquía saudí. Si bien su relación se ha enfriado en los últimos años, Washington le sigue brindando apoyo en inteligencia, municiones y ayuda logística para actuar en Yemen.
La guerra en ese país enfrenta a una coalición árabe, liderada por Arabia Saudí e involucrada en el conflicto desde marzo de 2015 que apoya al presidente Abd Rabbo Mansur Hadi y a rebeldes chiitas hutíes, aliados del exmandatrio de Yemen Ali Abdalá Saleh, apoyados por Irán.
El sábado, un bombardeo alcanzó de lleno una importante ceremonia fúnebre en Saná, la capital yemení, controlada por los rebeldes, con un saldo de más de 140 muertos y 525 heridos.
Entre las víctimas figuran personalidades políticas, responsables militares y numerosos civiles.
Los rebeldes atribuyeron el bombardeo a la coalición árabe y el baño de sangre fue denunciado por Washington, París, Londres, la ONU, Teherán y Damasco.
Arabia Saudí es frecuentemente criticada por el elevado número de víctimas civiles que provoca su intervención.
– «La gota que colma el vaso» –
Tras este ataque, Estados Unidos anunció que revisará su apoyo a la coalición árabe, aunque en los últimos meses ya había reducido su ayuda.
Incluso había advertido de que la cooperación «con Arabia Saudí en materia de seguridad no es un cheque en blanco», dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Ned Price.
«Este ataque parece ser la gota que colma el vaso», estimó Philippe Bolopion, de la organización estadounidense Human Rights Watch (HRW).
Los aliados de Arabia Saudí «se despertaron frente a la realidad de la guerra en Yemen», afirmó el experto a la AFP.
Las relaciones entre Washington y Riad se han ido deteriorando en estos dos últimos años, especialmente desde el inicio del acercamiento entre Estados Unidos e Irán, el gran rival chiita de la monarquía sunnita en el Golfo.
Si bien esta no es la primera vez que Estados Unidos critica a Arabia Saudí por las víctimas civiles que dejan sus ataques en Yemen, sus reproches se hicieron más firmes el domingo.
El secretario de Estado John Kerry levantó ese día el teléfono para expresar «su profunda preocupación» al vicepríncipe heredero y ministro de Defensa saudí, Mohamed ben Salman.
También pidió que «este tipo de ataque no se vuelva a producir» y abogó por un «cese inmediato de las hostilidades».
Los estadounidenses «están furiosos con los saudíes por sus bombardeos a ciegas» y el ataque del sábado parece ser «un intento deliberado de Arabia Saudí por matar la mayor cantidad de responsables hutíes posible», dijo Simon Henderson, director del programa de energía y el Golfo del Washington Institute.
– EEUU en apuros –
Para Estados Unidos, Arabia Saudí significó siempre un contrapeso ante la influencia iraní en la región.
En agosto, Washington le vendió 150 tanques militares y centenares de ametralladoras pesadas por un valor de 1.150 millones de dólares.
Además, Riad está del lado de Estados Unidos en la guerra en Siria. Ambos apoyan a la oposición siria contra el régimen de Bashar al Asad.
Pero la masacre del sábado en Yemen se produjo en momentos en que Estados Unidos alzó el tono contra Rusia por sus acciones en Siria, lo que pone en aprietos a Washington.
El viernes, Kerry acusó a Rusia y al régimen sirio de bombardear deliberadamente hospitales con el objetivo de «aterrorizar» a civiles y solicitó una investigación, considerando que se trata de «crímenes de guerra».
Para Estados Unidos, «la situación se volvió insostenible», comentó Bolopion.
Pero David Weinberg, miembro del centro conservador de investigaciones Foundation for Defense of Democracies, pidió a Estados Unidos no ceder al «todo o nada» al cortar el vínculo con su aliado militar saudí.
El experto recordó que el objetivo de la coalición árabe es restablecer la autoridad en todo el país del gobierno yemení, reconocido por la comunidad internacional, que tuvo que huir de Yemen en febrero de 2015.
«Estados Unidos saldría debilitado en caso de una retirada precipitada de su apoyo a la misión saudí en Yemen», reflexionó Weinberg, aunque reconoció que «la manera de los saudíes de afrontar la guerra en Yemen no favorece a los intereses estadounidenses».