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Egipto, el refugio Nilo abajo de medio millón de desplazados por la guerra en Sudán

Helena Pelicano El Cairo, 14 abr (EFE).- Medio millón de sudaneses desplazados por la guerra han encontrado refugio aguas abajo del río Nilo en territorio egipcio, una colección de vidas truncadas aún con miedo de regresar a sus hogares, y que buscan rehacer su vida en medio de trabas burocráticas y con dependencia de la ayuda exterior. Rania, una joven sudanesa, espera su turno sentada en la calurosa sala de espera de uno de los centros de atención a refugiados del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en el distrito del 6 de octubre, al suroeste de El Cairo. El estallido del conflicto en Sudán hace justo un año hizo que la mujer, de 21 años, pasara de ser una estudiante de Empresariales de Jartum a una refugiada más del medio millón que, según estimaciones del ministerio de Exteriores egipcio, han llegado al país en el último año. Ella consiguió cruzar la frontera junto a su madre y sus dos hermanos pequeños nueve meses después del inicio del conflicto, aunque su padre, con el que mantienen comunicación, decidió quedarse en Sudán. Sin lugar seguro “Primero huimos a Al Junaynah”, en la provincia sudanesa de Darfur, explicó a EFE la joven, “porque Jartum ya no era un lugar seguro”, pero el conflicto se propagó hasta su nuevo refugio y la familia tomó la decisión de abandonar el país. Ahora, la prioridad de Rania y sus hermanos es regularizar su situación en Egipto para poder “retomar los estudios” cuanto antes, ya que han “perdido un año completo de educación”, explicó. “La gente viene en busca de diferentes servicios”, dijo a EFE la responsable de relaciones públicas de ACNUR en Egipto, Christine Beshay, quien aseguró que unas 2.000 personas, en su mayoría sudaneses, pasan por las ventanillas del centro cada día. Como solicitantes de asilo, la agencia de la ONU facilita la documentación necesaria para que las autoridades egipcias les otorguen la residencia y les den acceso a ciertos servicios públicos, y, en otros casos, “acuden al centro porque quieren agregar un miembro de la familia, renovar sus tarjetas o tienen un problema de protección y necesitan contactar con un asistente social”. ACNUR desaconseja de forma oficial el regreso de cualquier persona a Sudán, un país en situación de emergencia “donde la seguridad no está garantizada”, explica Beshay, quien afirmó que por esa razón “ninguna solicitud puede ser rechazada”. Muchos de los refugiados tienen miedo a regresar e incluso a ser perseguidos fuera de su país, como es el caso de un hombre de 67 años, quien prefiere no revelar su nombre por temor a represalias. “Yo fui funcionario de la administración”, explicó a EFE, “en un municipio al sur de la provincia de Darfur”, una zona en disputa entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), los dos contendientes de un conflicto que, según la ONU, ha provocado “más de 8 millones de desplazados”. Decidió abandonar su hogar cuando diversas unidades de las FAR llegaron a su barrio, “con 20 o 30 tanques”, y comenzaron la reyertas, que dejaron “cinco tipos de agujeros de balas diferentes” en las paredes de su casa. Como muchos otros, traspasó la frontera norte mediante “el pago a traficantes” y de allí consiguió llegar a El Cairo, donde residen ahora dos de sus hijos. Sin presupuesto Antes del estallido de la guerra, la oficina de ACNUR en Egipto tenía registrados a 64.395 sudaneses, una cifra que en el último año ha aumentado a más de 300.000 solicitantes de asilo. El presupuesto anual para la institución aumentó un 23 % con respecto al año anterior, un incremento “insuficiente para el volumen de personas a las que tenemos que atender, que en proporción se ha quintuplicado”, relató Beshay. Desde ACNUR aseguran que no tienen “personal suficiente para atender todas las solicitudes”, y muchos tienen que esperar hasta cuatro meses para conseguir una cita, por lo que la organización ha tenido que priorizar los casos en función de su vulnerabilidad. En un inicio, Egipto acogió a los sudaneses desplazados, pero en junio ya impuso un visado de entrada por “motivos de seguridad” y endureció así el proceso para los refugiados, lo que ha llevado a que más sudaneses busquen alternativas ilegales para cruzar. Esa posición se afianzó el pasado marzo con la firma de un acuerdo bilateral entre Egipto y la Unión Europea (UE), que, entre otros paquetes de ayuda económica, destinará 200 millones de euros para temas vinculados con el control de la migración. Sudaneses y también egipcios usan ahora Libia para llegar al Mediterráneo y buscar allí su camino a Europa. EFE hp/amr-ijm/rml (foto)(video)

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