El impacto de Hiroshima en el CICR
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reaccionó con rapidez ante el bombardeo atómico contra Hisroshima hace 60 años.
Pero la institución humanitaria no consiguió que se prohíban las armas atómicas. Entrevista con François Bugnion, uno de los responsables del CICR.
Junto con la Cruz Roja japonesa, el CICR es la única organización humanitaria que conoce la experiencia de guerra nuclear.
Director de derecho internacional en la institución ginebrina, François Bugnion recuerda inicialmente el contexto en el cual -al terminar la Segunda Guerra Mundial-, surgió el primer uso militar del arma atómica: el 6 de agosto de 1945 en Hisroshima y tres días más tarde en Nagasaki.
swissinfo: ¿Cuál era el papel del CICR en aquella época?
François Bugnion: El centro de gravedad del CICR eran los prisioneros de guerra, un rol desprendido de las dos Convenciones de Ginebra de 1929.
La institución intentó asimismo proteger los hospitales. Intervino también -con resultados bastante desiguales-, en favor de la protección a las poblaciones civiles. En particular, fue un fracaso en lo que toca a las víctimas de las persecuciones nazis.
En este marco, el CICR hizo del mismo modo varios llamados sobre los bombardeos aéreos. Causan una gran inquietud las incursiones aéreas que, siendo cada vez más intensas, marcaron la Segunda guerra Mundial y -de alguna manera-, culminaron con las bombas atómicas sobre Hisroshima y Nagasaki.
swissinfo: En Japón, que también fue muy bombardeado, ¿Estaba el CICR en condiciones de intervenir?
F.B.: El CICR tenía presencia en Japón, pero era casi simbólica. Estaba representado por un suizo que había aceptado esa función. Aquel hombre -el doctor Paravicini-, había trabajado para el CICR durante la Primer Guerra Mundial antes de asentarse en Japón.
Los delegados que el CICR había logrado acreditar en los territorios ocupados por Japón, trabajaban en condiciones extremadamente difíciles. (Uno de ellos y su esposa fueron ejecutados por las fuerzas japonesas cuando intentaban cumplir su misión con los prisioneros de guerra diezmados, NDLR.)
swissinfo: ¿Cómo eran las relaciones con un Japón bajo dominio de una dictadura militar?
F.B.: Japón estaba efectivametne sometido a un régimen militar y las relaciones con las autoridades japonesas eran enormemente difíciles. Sus delegados (del CICR) no tenían ningún medio para comunicarse confidencialmente con el cuartel general de la institución. Los telegramas que se les dirigía pasaban antes por los servicios japoneses.
Sus posibilidades de desplazamiento para ver a los prisioneros estadounidenses, británicos u otros eran bastante obstaculizadas. Los japoneses jamás autorizaron entrevistas sin testigo con los prisioneros.
swissinfo: ¿El suizo Marcel Junod fue entonces el primer médico occidental presente en Hiroshima?
F.B.: Efectivamente. Marcel Junod era el nuevo jefe de delegación del CICR en Japón. Era un delegado con mucha experiencia, porque su carrera en el CICR había comenzado diez años antes, durante la guerra en Etiopía.
Marcel Junod logró obtener de los estadounidenses una donación de 15 toneladas de material de urgencia y su transporte hasta Hiroshima. Él acompañó ese convoy, junto con el doctor Tsusuki, catedrático de radiología en la Universidad de Tokio, y una comisión investigadora estadounidense.
No se puede olvidar la acción de la Cruz Roja japonesa que intervino al día siguiente del bombardeo, a pesar de sus medios muy limitados. Varios de sus socorristas murieron por la radiación.
swissinfo: ¿En qué medida la destrucción de Hiroshima y Nagasaki empujó a los Estados a revisar las Convenciones de Ginebra en 1949?
F. B.: La cuestión del arma nuclear no figuraba en el programa de la conferencia diplomática de 1949 que revisó las Convenciones de Ginebra. La preocupación prioritaria era restaurar las normas de protección de las víctimas -civiles o militares-, que estaban en manos de la potencia enemiga.
El asunto de la bomba atómica fue evocado en un proyecto de resolución soviético, que la conferencia descartó.
Al entrar en vigor las convenciones en abril de 1950, el CICR lanzó un llamado a los Estados instándoles a llegar a un acuerdo sobre la prohibición de las armas nucleares. La institución puso en marcha un proyecto de reglas que en el previsto artículo 14 prohibía las armas de destrucción masiva (incendiarias, químicas, bacteriológicas o radioactivas).
Esta tentativa -suspendida durante la Guerra de Corea-, fue lamentablemente descartada por una mayoría de los Estados, tanto del Este como del Oeste.
El CICR se ha preocupado siempre por las consecuencias de un conflicto nuclear. Este hecho determinó especialmente que en octubre de 1962 -a solicitud del Secretario General de Naciones Unidas-, dejase su rol tradicional y pusiera a disposición un equipo de inspectores para verificar, bajo la égida de la ONU, que las naves soviéticas en ruta a Cuba no llevaban armas nucleares. Cabe recordar que las fuerzas estratégicas estadounidenses y soviéticas habían sido puestas en estado de alerta máxima durante la famosa crisis de los misiles.
Empeñado en evitar una eventual guerra nuclear, el CICR aceptó pues un papel que estaba fuera de su mandato.
Entrevista swissinfo, Frédéric Burnand, Ginebra.
Traducción: Juan Espinoza
Contexto
- El derecho internacional de hoy –consuetudinario o convencional-, no incluye ninguna prohibición total y universal del uso de las armas nucleares.
- No obstante, el 8 de julio de 1996, la Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de Naciones Unidas, emitió un juicio consultativo sobre la amenaza y el empleo de las armas nucleares.
- La Corte Internacional concluyó por unanimidad que los principios y las reglas del derecho internacional humanitario se aplican al empleo de las armas nucleares. Los jueces añadieron que el uso de éstas sería contrario a los principios y reglas del derecho internacional humanitario.

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