El desafío de Suiza para alcanzar la soberanía en IA
Suiza ha invertido millones para reducir su dependencia de los gigantes tecnológicos estadounidenses. Pero muchos creen que la soberanía en inteligencia artificial (IA) todavía está lejos de alcanzarse.
La inteligencia artificial promueve servicios utilizados a diario en todo el mundo, desde herramientas de traducción hasta la computación en la nube (cloud computing). Sin embargo, esta tecnología sigue estando mayormente en manos de unas pocas empresas extranjeras, principalmente de Estados Unidos y China. Esto genera inquietud ante la posibilidad de que intereses políticos o comerciales puedan, en algún momento, limitar el acceso a herramientas digitales esenciales.
«Los gobiernos han comprendido que deben invertir en tecnologías soberanas si no quieren ser rehenes de un pequeño grupo de intereses extranjeros», afirma David ShrierEnlace externo, profesor de IA e innovación en el Imperial College de Londres y experto en soberanía tecnológica.
Por su parte, Suiza ha invertido millones de francos en infraestructuras informáticas y en modelos de lenguaje a gran escala (LLM, por sus siglas en inglés Large Language Model). Esto condujo a la construcción del superordenador «Alps» -el octavo más potente del mundo-Enlace externo y al desarrollo del LLM Apertus, inaugurado en septiembre.
Incidentes como la interrupción de los servicios en la nube de Amazon en octubreEnlace externo, que dejó inoperativos varios sitios web, han incrementado los llamados a reducir la dependencia de las tecnologías extranjeras. Además, el jefe del Ejército suizo, Thomas SüssliEnlace externo, criticó recientemente el uso de la nube de Microsoft en las Fuerzas Armadas por motivos de seguridad, en una carta dirigida al Gobierno y publicada por el medio digital RepublikEnlace externo.
La población suiza se ha mostrado preocupada por la cantidad de datos que terminan en manos de las Big Tech. El ajustado resultado de la votación sobre la identificación electrónica (e-ID) en la Confederación refleja un temor generalizado por la privacidad digital.
Hay quienes sostienen que la independencia tecnológica es la respuesta. Sin embargo, mientras la potencia de cálculo, los chips y los datos sigan dominados por unas pocas potencias globales, y la fiabilidad de las tecnologías locales siga siendo incierta, muchos consideran que una verdadera soberanía en la IA seguirá estando fuera de alcance.
Estados Unidos y China controlan la IA
Estados Unidos ha adoptado medidas concretas para controlar quién puede acceder a la tecnología de IA. En enero, una orden ejecutiva del entonces mandatario Joe Biden restringió la lista de países autorizados a importar chips de IA de vanguardia, producidos principalmente por la empresa estadounidense Nvidia. Esto asestó un duro golpe a la investigación y el desarrollo de la IA en SuizaEnlace externo. Los chips de Nvidia se utilizan en el 90 % de los modelos de IA del mundo, incluido el suizo Apertus. En agosto de 2025, el presidente Donald Trump amplió el control gubernamental sobre los semiconductores al adquirir una participación del 9,9 % en IntelEnlace externo, uno de los mayores fabricantes de chips en la potencia norteamericana.
Mientras tanto, China impone su control tecnológico a través de la censura política e ideológica de los algoritmos. Por ejemplo, el LLM chino DeepSeek evita responder preguntas sobre eventos políticamente sensibles, como las protestas de la Plaza de Tiananmén de 1989Enlace externo.
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Por qué el enfoque chino de la IA atrae a Suiza
Más «IA nacional» como respuesta al «colonialismo digital»
Mientras las dos superpotencias consolidan su control sobre la IA, otros países buscan construir alternativas. Los líderes de la Unión Europea debatieron la soberanía digitalEnlace externo en la cumbre celebrada a finales de octubre, mientras que la clase política del Reino Unido y de Canadá ha expresado su interés en una tecnología más controlada a nivel nacional.
Singapur ha asumido un papel protagonista en estos esfuerzos. La ciudad-Estado del Sudeste Asiático ha destinado 1.600 millones de dólares estadounidenses de fondos públicos a proyectos de inteligencia artificial. Entre ellos figura Sea-LionEnlace externo, que busca desarrollar modelos lingüísticos de gran tamaño en once lenguas regionales poco representadas en los modelos estadounidenses y chinos. El suizo Apertus comparte este objetivo de inclusión: entrenado en más de mil idiomas y dialectos, es el primer LLM europeo completamente público. Esto significa que cualquiera puede descargarlo, analizar su código y adaptar su arquitectura.
Para el profesor Shrier eso podría contrarrestar el «monopolio cultural» de chatbots como ChatGPT. Un estudio de HarvardEnlace externo reveló que el modelo lingüístico de OpenAI tiende a reflejar la mentalidad de personas adineradas, instruidas y de orientación democrática de los países industrializados de Occidente. El resultado es un chatbot que «piensa como un ingeniero informático de veinticinco años de Silicon Valley». Shrier compara su dominio global con un «colonialismo digital».
Insuficientes inversiones suizas en IA soberana
En comparación con Singapur, el gasto del gobierno suizo en inteligencia artificial soberana es reducido: unos 100 millones de francos para el superordenador Alps y otros 20 millones hasta 2028 para la Iniciativa Suiza de IA (Swiss AI Initiative), que incluye Apertus. Estos proyectos requieren alrededor de 10 millones de francos adicionales al año para su gestión y consumo energético.
«Se necesitarían inversiones mucho más importantes para alcanzar la soberanía», afirma Marcel SalathéEnlace externo, codirector del Centro de IA del Instituto Federal de Tecnología de Lausana (EPFL).
Alexander IlicEnlace externo, director del Centro de IA del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich (ETH), coincide en que Suiza deberá aumentar su inversión en inteligencia artificial para seguir siendo competitiva. «En los próximos diez años probablemente necesitaremos una capacidad de cálculo entre 20 y 100 veces superior a la actual», estima. La Unión Europea y Estados Unidos ya han anunciado planes multimillonarios para construir centros de cómputo más potentes, mientras que las asociaciones estadounidenses entre Nvidia y OpenAI ya alcanzan un valor estimado de un billón de dólares.Enlace externo
Según Salathé, una mayor financiación pública también atraería más inversión privada. Así ocurrió en los años cincuenta y sesenta en Silicon Valley. «En cambio, Suiza está recortando los presupuestos destinados a investigación e innovación», subraya el directivo de la EPFL en referencia a las medidas de ahorro incluidas en el paquete de alivio gubernamental conocido como EP27.
La soberanía en IA genera nuevas dependencias
Otro problema es que la construcción de las máquinas que impulsan los modelos de IA requiere chips, energía y datos que no siempre están disponibles localmente. Una verdadera soberanía implicaría controlar cada eslabón de la cadena de suministro. «Eso es absolutamente imposible para un país pequeño como Suiza», afirma Marcel Salathé.
El Gobierno suizo no busca por ahora alcanzar ese grado de soberanía y mantiene una postura prudente. Un portavoz de la Cancillería Federal señaló por correo electrónico a SWI swissinfo.ch que el desarrollo de tecnologías soberanas exige una inversión sostenida, no sólo en infraestructura, sino también en el personal necesario para mantenerlas y actualizarlas.
Esta situación, señala la Cancillería, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de una IA soberana. Además, añade, los modelos de código abierto como Apertus no ofrecen garantías de estabilidad, ya que dependen de software gestionado por la comunidad global.
La unión hace la fuerza
La comunidad científica internacional es consciente de los límites de la soberanía tecnológica y trabaja para aunar esfuerzos.
David Shrier y su colega Aldo FaisalEnlace externo, del Imperial College de Londres, han propuesto una «federación de IA soberanas»: una red de sistemas nacionales de inteligencia artificial que colaboran compartiendo datos, infraestructuras e investigación para reducir costos y mejorar el rendimiento. «Actualmente, sólo Estados Unidos y China son capaces de construir sistemas de IA desde cero. Todos los demás países, incluida Suiza, deben hacer concesiones», explica Faisal, profesor de IA y neurociencias.
Un grupo de investigadores del Reino Unido ha impulsado una iniciativa similar, inspirada en el éxito de Airbus, creada en los años sesenta por un consorcio de Estados europeos para contrarrestar el dominio de la industria aeroespacial estadounidense.
La iniciativa «Airbus para la IA»Enlace externo toma prestado este modelo de colaboración, alentando a los países a alcanzar la soberanía en materia de inteligencia artificial mediante el trabajo conjunto y la formación de alianzas. «Ningún país puede competir por sí solo con las Big Tech», afirma el informático Joshua TanEnlace externo, uno de los promotores de la iniciativa. «La única manera de hacerlo es uniéndose», concluye.
Editado por Gabe Bullard. Adaptado del italiano por Norma Domínguez. Revisado por Carla Wolff.
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