En el bar de la juventud dorada de Atenas
Bajo una tupida pérgola, un grupo de amigos hablan del futuro de Grecia y de la mejor manera de sacar su dinero, una escena común si no se tiene en cuenta que estos griegos treintañeros sin hijos heredaron la fortuna familiar o trabajan en grandes empresas.
El calor se hace sentir aún a última hora de la tarde. Recostado en su silla con una copa de vino fresco en la mano, Alexis se reincorpora de golpe para dar un beso a su exnovia Liana, quien acaba de llegar a uno de los bares de la plaza Mavili.
Esta juventud dorada, formada en los prestigiosos establecimientos atenienses del Colegio de Atenas o la Escuela Moraiti, adora citarse en esta plaza umbría, próxima a la embajada estadounidense y a la ruidosa avenida de la Reina Sofía.
En la terraza del bar Flower, las mesas se agrandan a medida que llegan los clientes, quienes se saludan de una mesa a otra, desplazan su silla o su copa, y pican algo de los numerosos platos de ‘mezze’ para compartir, mientras hablan, beben o fuman. Eso sí, la cuenta representa el doble de una normal para una clásica ‘ensalada griega’, los tomates no tiene sabor y la porción de feta perfectamente rectangular revela la fabricación industrial, un inconveniente de los bares de moda.
En los últimos tiempos, el primer ministro griego ‘O Tsipras’ (‘El Tsipras’) centra obligatoriamente todas las conversaciones.
– ‘No debo nada al Estado’ –
El bisabuelo de Alexis (no Tsipras, sino nuestro protagonista) fue un gran mecenas en un momento en el que la financiación del Estado reposaba en las grandes fortunas privadas. Ahora, este hijo de una pudiente familia griega ha heredado una inmensa propiedad a dos horas de Atenas, que financia alquilando habitaciones, y ha intentado probar suerte en el sector de la agricultura, pero sin éxito.
«Afortunadamente, saqué todo 15 días antes del ‘capital control’ [Control de capitales]. Mi banquera, una amiga, me animó a hacerlo», confiesa este griego con orígenes franceses y rusos, divorciado recientemente de una estadounidense. «Todo el mundo que conozco sacó su dinero de Grecia. No directamente después de la victoria de Syriza. Esperaron a ver qué pasaba», indica este treintañero. De hecho, unos 30.000 millones de euros se retiraron de los bancos hasta el mes de mayo y las salidas se aceleraron antes de la instauración del corralito el 29 de junio. Por ejemplo, el jueves 18 de junio se retiraron mil millones de euros, según fuentes bancarias.
Alexis, aconsejado por su banquera, suscribió participaciones en un fondo común de inversión con sede en Luxemburgo, un producto que le permitirá retirar su dinero cuándo y dónde lo desee.
«Por supuesto». Liana asegura que habría hecho lo mismo si hubiera tenido bastante dinero en su cuenta. Esta chica de clase media, trabajadora de una compañía farmacéutica griega, se considera afortunada por tener un trabajo estable.
«Hace diez años, me imaginaba a mi edad con una vida más avanzada», lamenta, sin embargo, esta soltera de 36 años que, como muchos griegos de su edad, espera que la situación mejore para plantearse tener hijos.
A la pregunta sobre qué hizo con su dinero, Yorgos, al frente de la pequeña editorial familiar, echa balones fuera. «Por primera vez en mi vida, estoy al día con los impuestos. No debo nada al Estado», asegura con una sonrisa.
¿Arranque cívico o reflejo defensivo? Grecia no ha recaudado tan bien los impuestos como a principios de julio.