Continúa la polémica sobre el uso de harina ósea animal para la alimentación ganadera
Para erradicar la enfermedad de la vaca loca, Berna prohibió hace 10 años el uso de harinas animales como alimento para el sector bovino. Actualmente, los expertos buscan la extensión de esta prohibición para todo el ganado.
El 2 e noviembre de 1990 el primer caso de la enfermedad denominada «de las vacas locas» fue identificado en la región del Jura del cantón de Berna. Diez años después, la epidemia bovina aún no ha sido erradicada.
Incluso peor, los científicos han comprobado que la encefalopatía bovina se transmite al hombre a través de una variante humana de la enfermedad de Creutzfeld Jacob.
Hasta el momento, no se conoce caso alguno de contaminación de esta enfermedad mortal de las vacas locas hacia seres humanos en Suiza. Por el contrario, en Gran Bretaña, el primer país afectado por esta epidemia en 1986, esta enfermedad se ha cobrado la vida de 80 personas.
Pese a las diferentes medidas puestas en marcha en todos los países concernidos, esta enfermedad mortal, causada por una proteína infecciosa llamada prion, continua provocando temores.
El caso de la carne de procedencia dudosa vendida en los supermercados de Francia ha relanzado la polémica. Este incidente coloca de nueva cuenta la cuestión de la alimentación ganadera.
Sospechosas de ser el principal vector de transmisión de la infección, las harinas animales, es decir, los restos de huesos pulverizados de los mismos animales dirigidos al comercio de la carne, fueron prohibidas como alimento del ganado bovino en Suiza en 1990. Una medida que también fue impuesta en otros países europeos.
En la Confederación, más de 120 vacas, nacidas luego de esta interdicción, fueron encontradas con esta enfermedad. El último caso fue conocido en septiembre pasado.
En cuanto a Francia, que aplica una reglamentación parecida a la establecida en Suiza, los casos de contaminación registrados en el sector bovino ascienden a 70.
Y es que pese a todas las medidas, el alimento a base de huesos pulverizados, directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente, aún esta presente en la alimentación bovina. Al menos es la opinión extendida en Europa.
Una tesis que parece reforzarse cuando se sabe que los molinos de fabricación de estas harinas animales dirigen su producto a todos los tipos de ganado. Estos molinos producen aún esta criticada base alimentaría y la dirigen hacia puercos, aves y peces.
Bajo estas condiciones, es difícil evitar que el alimento destinado a los omnívoros no sea dirigido igualmente hacia los productos destinados al sector bovino.
Suiza intentó limitar los riesgos. Desde el primero de noviembre, los fabricantes de harina animal deberán estar equipados de dos cadenas de producción distintas.
Una norma más a la que los productores de alimento animal deberán seguir. Por ejemplo, en 1996, también debieron atenerse a la norma que estableció la eliminación del cerebro y la médula espinal, los órganos de riesgo de la enfermedad de las vacas locas, en la producción de las harinas.
Precauciones que no alcanzaron a calmar la preocupación dentro y fuera de las fronteras helvéticas. Las autoridades, bajo el argumento de falta de pruebas científicas, han evitado la prohibición total del uso de harinas animales para la alimentación ganadera.
Precisamente esta solución es la que actualmente se encuentra en discusión. En Francia, a solicitud del gobierno, la Agencia Francesa de Seguridad Alimenticia estudia, en efecto, una eventual interdicción del uso de harinas animales en la alimentación de omnívoros.
Y en Suiza, una proposición en ese sentido podría ser oficialmente lanzada en días próximos. El portavoz de la Oficina Federal Veterinaria, Heinz Müller, ha explicado que actualmente los expertos en la materia parecen inclinarse seriamente hacia esta solución.
Vanda Janka
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