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Sabor de los Alpes en los Andes

La familia Ackermann: los hijos Arno y Catherine, el nieto Gabriel, la esposa Rosa y el padre Arno. swissinfo.ch

"¿Tiene queso suizo?". Sí, hay tipo Gruyère, Emmentaler, Appenzeller, Raclette, con hierbas... responde la vendedora de ‘Los Alpes’ al cliente que ha viajado desde Lima a Cajamarca, atraído por la historia de la ciudad y la fama de sus quesos.

Esta tienda y una pequeña industria láctea es la huella que Arno Ackermann dejó en esa región de los Andes peruanos. Hoy su esposa y uno de sus hijos, más conocidos como ‘los suizos’, mantienen la buena reputación de los quesos de la ‘madre patria’.

La geografía de la zona – clima seco y a casi 3 mil metros sobre el nivel de mar– y la apariencia apetecible de los productos, invitan a disfrutarlos.

Afiches con paisajes helvéticos, campanas de vacas, cuchillos y tablas de madera para cortar queso y hasta los irresistibles bricelets. En ‘Los Alpes’ uno se siente de nuevo en Suiza.

Sin embargo, su historia ha estado sacudida por las turbulencias políticas y económicas del país. “Partí a Perú en 1972 para realizar un proyecto de queserías rurales con la cooperacion técnica suiza. No sabía mucho del país, pero me gustó la idea de trabajar fuera. Era joven, sin grandes responsabilidades”, recuerda Ackermann.

Era la época de la reforma agraria y grandes haciendas eran expropiadas. “Los primeros años enseñé a producir quesos en Huamachuco, en la cooperativa Tahuantinsuyo, ex Hacienda Gildermesteir” (propiedad de inmigrantes alemanes, casi tan extensa como el cantón suizo del Valais y otrora uno de los ingenios azucareros más grandes del mundo).

En 1975, el suizo se casó con la cajamarquina Rosa Zambrano. “Desde entonces Perú se convirtió en mi segunda patria”, refiere Ackermann, quien después trabajó varios años en Ecuador.

En 1984, la familia regresó a Cajamarca, el padre dejó de trabajar para la cooperación, compró un terreno agrícola de 12 hectáreas, 15 vacas lecheras y puso los primeros cimientos de su propio fundo.

Cuando el proyecto se consolidaba…

Ackermann tuvo que cerrar la planta de quesos y regresar a Suiza en 1986. “Era el primer gobierno de Alan García y con la inflación galopante las pérdidas se acumularon. Comprábamos los insumos en dólares y vendíamos los productos en soles. Y yo debía mantener a tres hijos”.

Sin subvenciones estatales a la agricultura y con creciente inseguridad política – el grupo maoísta Sendero Luminoso sembraba terror y muerte, sobre todo en las zonas rurales – el resto de la familia se trasladó a Lima.

En 1995, Rosa y Arno, el hijo mayor graduado como zootecnico, reabrieron la planta de quesos. “Hoy tenemos 42 vacas y elaboramos diariamente 600 litros de leche; en la temporada turística duplicamos esa cantidad”, explica la madre y empresaria.

La señora ‘de’ Ackermann aprecia de su esposo su responsabilidad, puntualidad y honestidad con el trabajo, “valores que practicamos en este fundo. Lo que me impresiona cada vez que visito Suiza es el orden y la limpieza, cada piedra está en su lugar”.

Sin embargo, emigrar a una Suiza “monótona y carente de espontaneidad”, nunca fue tema para ella. Prefiere vivir en Perú, pese a los problemas. “Ésta era una campiña semi pantanosa. Desde que se instaló la minería, el agua es cada vez más escasa”, se queja doña Rosa, quien como la mayoría de cajamarquinos ha hecho suya la lucha contra la contaminación minera y reducción del recurso hídrico.

“No estamos contra la explotación de los recursos si se hace con responsabilidad, si todos se benefician, si se respeta a la naturaleza”, apunta, mientras muestra su fundo, donde flamean las banderas suiza y peruana, y también cría caballos de paso peruano, cuyes, conejos y cerdos. “La creciente urbanización también nos está cercando”, advierte.

Lejos y cerca de su patria

Arno, el brazo derecho de su madre, es el único de los cuatro hijos que vive en Cajamarca. Estuvo muchas veces en Suiza, seis meses en 1998, a los 15 años. “También admiro el orden, la pulcritud, el respeto a las normas, condiciones indispensables para el desarrollo de un país”.

No obstante, decidió volver. “La modernidad no es todo. Crecí en Perú y sentimentalmente me siento más ligado a este país. La vida es Suiza es tan diferente, no me gustó la pérdida de valores tradicionales como la unión familiar”, expresa.

Tal vez por eso muchos suizos vienen a América Latina, buscan calor de hogar, allá cada uno vive su vida. Ese es el precio del progreso, indica mientras sostiene en sus rodillas a Lucianne, su hija de 5 años que quiere “conocer la tierra del abuelito”.

Por lo demás, Arno trata de mantener sus vínculos con Suiza. “Quisiera votar más seguido, pero debo hacerlo en Lima (distante a 850 kms), ojalá se establezca el voto electrónico. Admiro la democracia directa”, expresa mientras muestra el enlace directo a swissinfo.ch en su teléfono móvil.

“En Cajamarca solamente hay tres familias suizas. El ex Embajador Beat Loeliger se preocupó por buscar a los suizos de este rincón”, refiere Arno, quien se define como “un embajador silencioso de Suiza”.

Con un pie en el sur, con otro en el norte

Arno Ackermann (padre) se ha jubilado. “Tengo buena salud, vivo aquí y allá para tener verano eterno y gozar de la familia y amigos repartidos en los dos países”.

Lo que más valora de Perú es la solidaridad familiar, las amistades, la facilidad con que se arma una buena fiesta. Y de su país de origen, la puntualidad y la tranquilidad.

Su esposa, tres de sus hijos y la mayoría de sus nietos viven en Perú, en Berna su hija Catherine. “Decidí venir a los 17años. Estudié, trabajé, viajé, me interesan otras culturas, es la herencia de mi padre,”, dice esta doble ciudadana que estuvo en India y Africa como cooperante para el desarrollo.

¿Qué significa emigrar, tener descendientes en tierras lejanas para Arno Ackermann? “Una gran oportunidad de abrir horizontes, de aprovechar de las dos culturas. Mis hijos y nietos tienen la posibilidad de probar en qué lugar forjan su futuro. Es difícil porque la familia entera puede no está junta mucho tiempo, pero cada vez que nos reencontramos la felicidad se experimenta más intensamente”.

Rosa Amelia Fierro, swissinfo.ch

Arno Ackermann nació en 1939.

Es originario de Egnach (Turgovia) pero creció en la comuna de L’Isle, cantón de Vaud (Suiza francófona).

En 1975 se casó con la peruana Rosa Zambrano.

La pareja tiene cuatro hijos: Arno Aníbal (34 años, zootécnico), Catherine Marie-Chantal (33 años, psicóloga y cooperante para el desarrollo), Caroline Marie-Josiane (30 años, abogada) y Jean-Pierre (22 años, estudiante de ingeniería mecánica).

Catherine es la única de los hijos que vive en Suiza.

La Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (COSUDE) está presente en Perú desde 1964.

En Cajamarca, junto con Cusco y Apurímac, son las tres regiones donde concentra principalmente sus programas.

2008: Suiza destinó al Perú 18.77 millones de francos.

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