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Por qué cinco países europeos quieren volver a autorizar las minas antipersona

minas
Hombres afganos que han perdido sus piernas a causa de las minas terrestres aprenden a utilizar sus nuevas prótesis en el centro de rehabilitación física del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Kabul, Afganistán, en 2022. Copyright 2022 The Associated Press. All Rights Reserved.

Ante la amenaza militar rusa en Europa, los tres Estados bálticos, Polonia y Finlandia han decidido retirarse del tratado que prohíbe las minas antipersonas. Aunque el número de víctimas causa de este artefacto de guerra ha disminuido considerablemente, su decisión podría poner en peligro décadas de progreso. Se lo explicamos.

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En una declaración conjunta publicada el 18 de marzo de 2025, los ministros de Defensa de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia anunciaron su intención de abandonar la Convención de Ottawa. Este tratado histórico prohíbe el uso, la producción, el almacenamiento y la transferencia de minas antipersona. Desde su creación en 1997, ningún país se ha retirado aún de la Convención. Finlandia también anunció su retirada el 1 de abril.

Esto es lo que hay que saber en cuatro preguntas y respuestas.

¿Por qué quieren estos países abandonar la Convención?

Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Finlandia -todos ellos miembros de la Alianza Atlántica (OTAN) y vecinos directos de Rusia o de su aliada Bielorrusia- citaron la amenaza militar rusa como principal razón para retirarse del Tratado de Prohibición de Minas.

Ante el deterioro de la situación de seguridad en Europa, han indicado que no desean privarse de lo que consideran una herramienta de disuasión militar. Los países bálticos y Polonia afirmaron que se trata de «un mensaje claro» de que están «dispuestos a utilizar todos los medios necesarios» para defenderse.

El anuncio se ha producido en un momento en el que los miembros europeos de la OTAN tratan de garantizar su propia defensa frente a un aliado estadounidense cuya fiabilidad es incierta. El presidente Donald Trump ha sugerido en varias ocasiones que Estados Unidos podría no defender a los países de la alianza que incumplan sus compromisos de gasto militar.

Varias potencias nunca han firmado la Convención de Ottawa. Entre ellas se encuentran China, India, Irán, Israel, Rusia, Pakistán y Estados Unidos. Hasta la fecha, 165 de los 193 Estados reconocidos por la ONU han firmado el tratado.

Rusia está utilizando minas antipersona en el marco de su invasión de Ucrania, que se ha convertido en el país más minado del mundo, según la ONU. El ejército ucraniano también ha utilizado estos artefactos, según la ONG Human Rights Watch.

¿Por qué se trata de una retirada polémica?

La decisión de estos cinco países ha desatado la indignación de quienes defienden el derecho internacional y de las organizaciones no gubernamentales (ONG) que han hecho campaña durante años a favor de la creación de la Convención de Ottawa.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aseguró que estaba «profundamente preocupado» por la decisión de los Estados, que corre el riesgo de «debilitar la protección de la población civil y socavar dos décadas de un marco normativo que ha salvado innumerables vidas».

Por su parte, la presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Mirjana Spoljaric, habló de un «peligroso cambio de rumbo», señalando que «el consenso mundial que hizo de las minas antipersona un símbolo de inhumanidad empieza a resquebrajarse».

Este tratado tiene un fuerte valor simbólico, ya que es el primero que prohíbe toda una clase de armas por motivos humanitarios. Hoy en día, los círculos pacifistas temen que se produzca un efecto dominó. Es decir, que la salida de estos países incite a otros Estados a abandonar la Convención u otros tratados de desarme. Para ellos, es esencial mantener un estigma en torno a estas armas.

¿Por qué son tan dañinas estas armas?

Tanto especialistas como ONG destacan el alto precio que paga la población civil por el uso de estas armas. Según el CICR, más del 80% de las víctimas de las minas terrestres son civiles, de los cuales alrededor del 40% son niños.

Enterradas en el suelo, estos artefactos de guerra siguen cobrándose víctimas incluso décadas después del fin de un conflicto. Todavía hoy, las minas antipersonas matan o mutilan a civiles en Camboya, Bosnia-Herzegovina y Afganistán. Las operaciones de retirada de minas son tan delicadas como costosas y requieren mucho tiempo. A principios de año, estos proyectos se ralentizaron como consecuencia de los recortes presupuestarios de la administración Trump, aunque algunos programas se han podido restablecer.

Tras la creación de la Convención de Ottawa, el número anual de víctimas -personas muertas y heridas- por minas antipersona se redujo drásticamente, de 25.000 en 1997 a poco más de 3.000 en 2013. En 2023, esta cifra había aumentado a 5.700, con muchas víctimas registradas en Ucrania y Birmania. Al mismo tiempo, se han destruido reservas que representan unos 55 millones de minas, mientras que el número de países productores se ha reducido de varias docenas a solo unos pocos en la actualidad.

¿Existe un descenso general del desarme?

El año pasado, Lituania anunció su retirada de la Convención sobre Municiones en Racimo. Este tratado forma uno de los otros pilares del desarme humanitario, un paquete de cinco convenciones, incluida la Convención de Ottawa y las que prohíben las armas biológicas, químicas y nucleares.

En aquel momento, se temía que esta elección tuviera un efecto de bola de nieve. Swissinfo entrevistó al profesor Keith Krause, del Geneva Graduate Institute, que habló de una «innegable erosión del compromiso con el desarme humanitario y la arquitectura mundial del desarme», citando la retirada de Estados Unidos y Rusia de los Tratados sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio y de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares en 2019 y 2023, respectivamente.

Los últimos acontecimientos parecen confirmar la hipótesis de un debilitamiento de estas convenciones, que se supone protegen a la población civil en tiempo de guerra.

Texto revisado por Virginie Mangin. Adaptado del francés por Carla Wolff.

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