Ira y unidad en Canadá tras el ataque contra una mezquita
La confusión que provocó el ataque contra una mezquita en Quebec se convirtió en ira para algunos y miedo para los que consideran Canadá un país seguro, pero sobre todo despertó un sentimiento de unidad y afecto hacia los musulmanes.
El asalto, ocurrido la noche del domingo, dejó seis muertos y ocho heridos. Todos eran musulmanes que habían acudido a participar del último rezo del día.
«Llegaron presas del pánico. Estaban rezando cuando oyeron los disparos. Llegaron descalzos», explica Louis-Gabriel Cloutier, gerente del café La Boîte à Pain, quien vio salir de la mezquita a los supervivientes.
Estaba a punto de cerrar el local, pero lo mantuvo abierto ante la gravedad de los hechos. Horas después, en plena noche, afirma estar «a punto de derrumbarse».
Un hombre que reza en otra de las diez mezquitas que hay en Quebec se acerca con el semblante serio al perímetro de seguridad. «Conozco a gente que estaba dentro. Nunca hubiera imaginado que algo así podría ocurrir», reconoció, sin querer dar su nombre.
El alcalde de Quebec, Régis Labeaume, presa del llanto, apenas puede manifestar lo que siente.
«Quiero expresar mi indignación, mi indignación ante este acto infame», lanza. «Ningún ser humano debería pagar por su raza, su color (de piel), su orientación sexual o su creencia religiosa».
– «Les queremos» –
A pesar de la ira que siente, el político intenta calmar el dolor de miles de musulmanes. «Son nuestros vecinos, nuestros conciudadanos y conciudadanas», afirma.
«Voy a decirles que les queremos», promete Labeaume.
Alertado por un amigo, Hamid Nadji se ha desplazado inmediatamente al centro cultural atacado, aunque no puede acercarse a la mezquita por el operativo policial desplegado.
Ha venido hasta aquí «para intentar entender» lo que ha ocurrido. Nadji no frecuenta habitualmente la mezquita, sólo va «para los grandes acontecimientos».
«Para nosotros musulmanes, Quebec y Canadá eran hasta ahora una zona segura», cuenta a AFP desde La Boîte à Pain, en referencia a una medida sobre laicismo que debatió en el país en 2014 y que debía prohibir el porte de símbolos religiosos en la administración pública.
Desde entonces, algunas mezquitas han sido atacadas con sangre de cerdo en sus paredes y han aparecido pancartas en contra de los inmigrantes.
«La diversidad es nuestra fuerza y, como canadienses, la tolerancia religiosa es un valor que atesoramos», aseguró el primer ministro, Justin Trudeau.