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¿Irse o quedarse? Los europeos en Reino Unido, ante el dilema del Brexit

El enfermero español Joan Pons Laplana, que trabaja en la sanidad pública británica y es un activista contra el Brexit, psoa junto al Parlamento británico, en Londres el 31 de octubre de 2018 afp_tickers

Hacer las maletas e irse, pedir el pasaporte británico o incluso militar para parar «esta locura». Los europeos afincados en Reino Unido se plantean qué hacer ante la inminencia de un Brexit que ya está afectando a sus vidas.

En Mánchester, en el norte de Inglaterra, Melanie Moerbe, de 38 años, acaba de recibir la nacionalidad británica en una ceremonia oficial.

«Estoy bastante emocionada», reconoce esta alemana que llegó en 2003 para estudiar enfermería y ahora se ocupa de personas con trastornos psicológicos.

«Amo Reino Unido, toda mi vida y mis mejores amigos están aquí y tengo planeado quedarme», afirma, asegurando no haber sentido nunca la xenofobia que otros denuncian.

Hace unos meses, se enteró de que Alemania no acepta la doble nacionalidad con un país externo a la Unión Europea.

«Si no obtenía la nacionalidad británica antes de la fecha oficial del Brexit (…) hubiese tenido que renunciar a mi pasaporte alemán para tener el británico», afirma.

Eso la decidió a presentar la petición pese a su elevado coste, unas 1.500 libras (1.970 dólares, 1.700 euros).

Gracias a un proyecto de microfinanciación reunió unas 250 libras. «La gente fue muy generosa», afirma. «El resto está haciendo un enorme agujero en mi tarjeta de crédito».

– Perseguir «un sueño» –

También Romeo Manciu piensa pedir la nacionalidad un día.

Este rumano de 37 años llegó a Londres en agosto «persiguiendo el sueño de trabajar en un aeropuerto».

«¿Y cuál es el mayor aeropuerto de Europa? ¡Heathrow!», exclama. «Es el único lugar que conozco donde un avión aterriza o despega cada 45 segundos», agrega con una gran sonrisa que ilumina su rostro.

Pese a no tener ninguna experiencia, rápidamente encontró trabajo como agente de pista en Londres y ahora se dispone a traer a su familia para instalarse aquí definitivamente.

«El Brexit no es un problema», asegura con optimismo.

Se ha informado mucho y lo tiene todo planeado: «Todo el que llegue antes del 29 de marzo (fecha prevista del Brexit) puede pedir el estatuto de prerresidente, por eso vine antes».

Cuenta con obtener el estatuto de residente tras los cinco años reglamentarios y tras uno más podrá pedir el pasaporte.

«Cuando tienes toda esta información de fuentes oficiales… ¿Por qué no estar feliz?».

– «Nos vamos» –

Los trámites no parecen tan fáciles para Barbara Lovatt, una polaca de 44 años que desde hace diez vive cerca de Birmingham con su marido inglés y su hijo discapacitado de 21 años.

«Pedí la residencia permanente dos veces, para mí y mi hijo, y me la rechazaron», afirma.

«Pese a que mi marido trabaja y nos mantiene económicamente, dicen que no me puedo mantener porque recibo ayudas y mi hijo también, como discapacitado, en otro país de la Unión Europea».

Barbara está incómoda en Reino Unido, especialmente desde que en julio la despidieron de la cervecería donde trabajaba «por una queja de alguien en Tripadvisor diciendo que ‘una señora extranjera’ había sido desagradable con él».

«Yo era la única extranjera allí».

Ella y su marido Martin decidieron partir: «el año que viene nos vamos a vivir a Chipre, donde hemos comprado una casa».

Martin está seguro de encontrar trabajo como electricista en esa excolonia británica donde se utiliza corrientemente el inglés. «Y es mucho, mucho más barato», dice Barbara.

– «Que esta locura pare» –

El español Joan Pons Laplana, de 43 años, empleado en la sanidad pública británica, recibió ofertas de trabajo en otros países pero sus hijos, de 16, 13 y 7 años no quieren dejar el país donde nacieron.

«Por eso sigo aquí y estoy luchando para poder parar el Brexit», dice este activista en la campaña contra la salida de la UE.

«Tengo la esperanza de que esta locura pare y vuelva el sentido común», asegura.

Vive en Leeds (centro), lleva 18 años en Reino Unido y teme la pérdida de sus derechos.

«Tal como están las cosas, ya no voy a poder ni votar en las elecciones municipales. Llevo pagando impuestos muchísimos años, pero voy a ser un ciudadano de segunda», se lamenta.

Pensaba jubilarse en Calella, una soleada playa al norte de Barcelona, «pero ahora dicen que si te vas más de cinco años de Inglaterra no vas a poder volver». «Por lo tanto, estoy encarcelado aquí».

– «No estoy preocupada» –

«Imagino que mi caso es diferente porque llegué hace solo un mes y medio (…) y tengo el sentimiento de que estoy protegida por mi empresa» pase lo que pase tras el Brexit, dice la italiana Camilla Rigano, de 24 años.

Tras una pasantía en Roma para una agencia de la ONU encargada de seguridad de operaciones, en septiembre encontró un trabajo en Reino Unido en una empresa de gestión de crisis y riesgos.

«Estoy muy muy contenta con este trabajo», afirma, reconociendo que a su edad no hubiese podido encontrar algo similar en Italia. Su idea es quedarse en Londres unos años antes de regresar con una «sólida experiencia internacional».

Sus padres están en Roma y su hermano en Madrid, y teme que las nuevas fronteras que surjan tras el Brexit dificulten sus viajes en Europa.

A parte de eso, su empresa «dijo que nos proporcionará a todos los europeos con lo que requiera el gobierno británico».

«Así que no estoy preocupada».

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