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La explotación de los emigrantes indios al golfo Pérsico, una historia de película

David Asta Alares Kozhikode (India), 27 abr (EFE).- Dos tipos de carteles dominan estos días los muros de la ciudad india de Kozhikode, aquellos que muestran a políticos seguros de hacerse con un escaño en las elecciones generales que se celebran estos día en la India y los que protagoniza un hombre desgreñado, con el rostro cubierto de tierra y una espesa barba en medio del desierto. Estos últimos promocionan la película ‘The Goat Life’, estrenada hace un mes entre el aclamo de la crítica, y que traslada a la gran pantalla una versión extrema de la explotación que sufren algunos de los emigrantes al golfo Pérsico procedentes del estado sureño de Kerala. La cinta “está conquistando nuevas alturas y haciendo sentir su impacto” a través del mundo, se congratuló recientemente el director keralí Prithviraj Sukumaran, cuando su obra sobrepasó los 19 millones de dólares en recaudación, haciéndola ya una de las más exitosas del año en la India. Basada en el libro ‘Aadujeevitham’ del autor Benyamin, un superventas que apareció por primera vez en el idioma malabar en 2008, la película cuenta la historia de Najeeb, un inmigrante indio que viaja a Arabia Saudí y es forzado a trabajar como un pastor de cabras en el desierto. Con el conocido actor Prithviraj Sukumaran dando cara este desdichado personaje, que bebe a su vez de la historia real de un hombre en los años noventa, este caso extremo resuena en las historias de muchos otros emigrantes de Kerala. Para Abdul Khadar, residente en el distrito de Wayanad, guarda una dolorosa similitud con su propia experiencia. “Tuve que pasar muchas penurias para ganar algo de dinero” en Arabia Saudí, recordó a EFE. Fue en 1990 cuando Khadar consiguió un primer contrato con una compañía de limpieza en el país del golfo Pérsico, que le acabó pagando menos de lo prometido. “Sin informar a la compañía, encontré un trabajo de pastor de cabras fuera de la ciudad al que iba después de mi turno”, explicó, aún a sabiendas de que se podría encontrar con un “gran problema” si esto llegaba a oídos de sus empleadores. No solo vio sus días durante cinco años consumirse entre la limpieza de casas y atender a los animales, su nuevo empleador le acabó estafando al no pagarle dos meses, recordó. “Me enteré de la muerte de mi padre un mes después de que ocurriera, y volver a casa fue muy difícil porque tuve que juntar dinero para volar”, dijo. Khadar volvió a tentar a la suerte en 2005 con un nuevo contrato en Arabia Saudí, y de nuevo experimentó una situación similar: un salario menor que el prometido y una vuelta al hogar tras años de duro trabajo. Según un informe sobre la migración en Kerala elaborado en 2018 por el Centro para los Estudios de Desarrollo (CDS), el estado cuenta con 2,1 millones de emigrantes de los que casi el 75 % son hombres, la mayoría en países del Golfo que ese año enviaron más de 10.200 millones de dólares en remesas. Hamsa, residente en la ciudad de Kalpetta y que vivió en Arabia Saudí durante dos décadas, no olvidará nunca el día en que perdió la pierna derecha en un horrendo accidente. Era 1991 y se encontraba repartiendo mercancías en Riad con el camión de su empleador cuando una soga metálica se le enredó por encima de la rodilla, justo cuando un coche pasó a toda velocidad, tirando de la cuerda. “Me cortó la pierna limpia, es un milagro que siga con vida”, afirmó a EFE desde el hotel que regenta ahora, señalando a una prótesis que se intuye debajo de sus vestimentas. “La persona que provocó el accidente dijo que solo soy un indio, deberían dejarme volver a mi país y recibir tratamiento allí”, recordó. Pero su jefe en Arabia Saudí insistió en que Hamsa recibiera tratamiento en ese mismo país. Hay todo un cuerpo de literatura dedicado a contar las experiencias de los emigrantes de Kerala en los países del Golfo, sobre lo malo, como en ‘Aadujeevitham’, y también las promesas de riquezas y sobre aquellos que las consiguen. Ashraf, natural de la ciudad de Kalpetta, es uno de los emigrantes que encarnan el éxito. De vuelta a Kerala para votar el pasado viernes en las elecciones generales, este hombre de 53 años explicó a EFE cómo hizo una modesta fortuna comprando mercancías en Dubái para venderlas luego en Omán. “La verdad es que no me va para nada mal”, dijo, “aunque estos países son muy estrictos con las leyes y aquellos que rompen las reglas suelen acabar en prisión”. EFE daa/igr (foto)

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