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Libia: “Lo esencial, que salga la información”

Computadoras, teléfonos y gente comprometida: no hace falta más para montar una agencia alternativa de noticias. swissinfo.ch

Exiliados en Suiza, los integrantes de un grupo libio intentan sortear la creciente censura para mostrar lo que sucede en su país, escenario de una sublevación sin precedentes. En Olten alimentan una “pequeña agencia de noticias”.

La censura, la falta de acceso a Internet, a la comunicación vía telefónica, las amenazas contra periodistas occidentales que ingresaron en forma subrepticia al territorio, y un régimen que manipula desde hace décadas los medios locales de información. ¿Quién puede decir con precisión lo que se está sucediendo en Libia?

Saleh Magdub no puede responder con exactitud. Radicado en Suiza desde 1995, este refugiado libio intenta sin embargo, con la ayuda de otros compatriotas, obtiene informaciones directas de su tierra natal con el fin de “mostrar al mundo lo que sucede en Libia”.  

La célula de información de los exiliados libios funciona desde una zona industrial a las afueras de Olten, una ciudad de tamaño medio en el cantón de Solothurn. Ahí se instaló el grupo cuando la situación se agravó en Libia, hace poco más de una semana. “Algunos de nosotros ya trabajaban en la ONG Human Rigths Solidarity”, señala Magdub.

Conexiones posibles

Cada vez más extranjeros huyen de Libia e informan sobre los acontecimientos en el país. Pero, ¿cómo obtener información fidedigna de los libios aislados en su país? “Por teléfono o vía Internet”. Afortunadamente, las líneas no están completamente cortadas. Las conversaciones telefónicas o por correo electrónico todavía son posibles”, dice Saleh Magdub.

La célula está consciente del hecho de que informa sobre un país en el que la manipulación ha formado parte de la vida cotidiana durante mucho tiempo. “Conocemos a nuestros informantes, el lazo de confianza es fuerte. Planteamos preguntas muy concretas sobre eventos y lugares descritos por los testigos. Luego llamamos a otras personas y les hacemos las mismas preguntas. De esa manera podemos determinar si la información es correcta”,  subraya Saleh Magdub.

Debido a que el flujo de información solamente circula cuando las conexiones telefónicas o de Internet no están bloqueadas por el régimen, la célula envió un teléfono satelital a Libia que muy pronto empezará a funcionar en Trípoli, la capital, donde la situación es más preocupante.

Importante fuente informativa

“Durante los primeros días del levantamiento, éramos prácticamente la única fuente que difundía información fiable sobre Libia. El canal de televisión Al-Jazira ha tomado algunas de nuestras informaciones. La agencia de noticias Reuters también ha informado sobre hechos que nosotros hemos divulgado. Sin embargo, no podemos decir con certeza si Reuters obtuvo esa información a través de nosotros o de otro canal”.  

De todos modos, para Saleh Magdub no es esencial saber si las informaciones divulgadas por los medios oficiales proceden o no de su célula. “Queremos que el mundo sepa lo que sucede en nuestro país. Lo hacemos de manera voluntaria. De ninguna manera se trata de hacer negocio. Lo esencial es que la información salga”.  

Las informaciones recogidas son distribuidas por los libios exilados a través de una lista de correos electrónicos. “El que quiera puede recibir nuestra información. Hasta ahora, este sistema funciona perfectamente”, afirma Saleh Magdub. Un libio exiliado en España transmite la información a través de la red social Twitter. “Queremos hablar también de pequeñas cosas que no necesariamente interesan a los grandes medios de comunicación pero que para nosotros, los libios, son importantes”.  

¿Por cuánto tiempo?

Pero en el fondo, ¿para qué molestarse tanto? ¿Hay un objetivo detrás de esta acción? Magdub Saleh se defiende de las acusaciones de que miembros de la célula pertenecen a un grupo islamista extremista. “Eso no es cierto. Yo vivo en Suiza desde hace 16 años y tengo muchos conocidos aquí. Nosotros pensamos que el sistema político libio debería parecerse al de Suiza. Todas las personas tendrían que vivir en total libertad en su propio país. Ese es nuestro objetivo”.  

Seif al-Islam Gaddafi, hijo del coronel Gaddafi, habló de la amenaza de una toma de poder islamista si caía el régimen. Pero esa amenaza no tendría base: “La mayoría de los libios, pero también la mayoría de los países árabes, creen en el estado de derecho. Cada uno debe tener derecho a sus creencias religiosas. Lo esencial es que la gente sea tolerante con los demás y que haya leyes”.  

Para ello habrá que esperar la caída del régimen de Gaddafi. ¿Cuándo ocurrirá?  Eso dependerá de la comunidad internacional, considera Magdub Saleh. “Puede suceder mañana, pero Gaddafi va a luchar, sin duda, hasta el último minuto. Si los libios deben arreglárselas solos, durará más tiempo y costará todavía mucha sangre”.

Los activistas de Olten no esperan mucho de la comunidad internacional.  Simplemente que decida retirar su reconocimiento a Muammar Gaddafi como jefe de Estado de Libia.

El líder libio Muammar Gaddafi  perdió el control del este del país a manos de una insurrección popular y se enfrentaba este jueves (24.02) a la presión occidental para evitar un baño de sangre que podría provocar un éxodo masivo y una desestabilización mayor de esta rica nación petrolera.

El presidente estadounidense, Barack Obama, juzgó “escandalosa” la represión que ya se cobró centenares de vidas y afirmó que los autores de las matanzas deberán responder por sus actos.

La sublevación tiene su bastión en la región de Cirenaica, a lo largo de la la costa oriental del Mediterráneo libio, desde la frontera con Egipto hasta Bengasi (1.000 kilómetros al este de Trípoli), pasando por Tobruk y Al Baida.

Testigos que se fugaron a Túnez indicaron que la rebelión también ganaba terreno hacia el oeste, y que la ciudad de Zuara (a 120 kilómetros de Trípoli) había quedado en manos de los manifestantes.

Organizaciones de defensa de los derechos humanos denunciaron ataques aéreos y bombardeos contra civiles. Según datos divulgados el miércoles en París por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), la represión del levantamiento ha dejado 640 muertos desde su inicio el 15 de febrero.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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