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La trazabilidad del oro, el «talón de Aquiles» de la relojería suiza

oro
Muchas relojerías suizas aún tienen problemas para rastrear debidamente el origen del oro que usan para la fabricación de sus piezas. Keystone / Gaetan Bally

La industria suiza de la relojería de lujo es un referente global por su prestigio, calidad y minucioso trabajo artesanal. Pero ¿tienen claro las empresas de dónde proceden las materias primas que utilizan, especialmente en el caso del oro? La respuesta es compleja. 

En los albores del 2025, la Iniciativa de la Relojería y la Joyería 2030, una coalición de 72 marcas de relojería y joyería, presentó su informe anual, en el que introdujo un nuevo marco de acciones para ayudar a las marcas a desarrollar la resiliencia climática, preservar sus recursos y fortalecer la responsabilidad de la cadena de suministros con la que trabajan. Esta decisión pone en evidencia el creciente interés de la industria por eliminar los puntos ciegos que hay en materia de sostenibilidad, un compromiso que incluye el abastecimiento del oro.

Sin embargo, muchas firmas suizas de relojería aún tienen problemas para rastrear el origen de los metales que utilizan en sus piezas. Un informe publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en 2023 reveló que incluso las marcas con mejor desempeño se enfrentan a esta opacidad. La falta de respuestas claras genera preocupación en materia de destrucción medioambiental, pero también en lo relativo a la violación de los derechos laborales y la práctica del llamado «lavado verde».

«Imagine que llega a un supermercado y alguien le dice: ‘lo sentimos, pero no tenemos la menor idea del lugar de procedencia de nuestros productos’… Esto es justo lo que ocurre actualmente en las industrias relojera y joyera», asegura Olivia Lipsky, experta en sostenibilidad de la oenegé WWF Suiza.

Esto se explica en gran medida en las propias características de la industria del oro, cuya trazabilidad siempre ha sido compleja y costosa. Por otra parte, la mayoría de las empresas relojeras no consideran que sea un área prioritaria para las inversiones.

Por ello, pese a las regulaciones existentes y la creciente evolución en la conciencia de la población consumidora, la presión no es suficientemente poderosa todavía como para obligar a las marcas a informar sobre el origen del oro que usan en los relojes que venden. «Yo aconsejo a la gente que, antes de comprar un reloj, pregunte a las marcas cuál es el origen del oro que usaron», dice Lipsky. Pero la realidad es que la mayoría de las empresas no tienen respuesta, añade. 

La brecha de la trazabilidad

Suiza es responsable de refinar un tercio del oro que hay en el mundo, y las industrias relojera y joyera representan aproximadamente el 50% de la demanda global del oro. Pese a ello, el rastreo de este metal sigue siendo un complejo desafío que la mayoría de las marcas no están listas para enfrentar.

«El oro es particularmente difícil de rastrear porque es posible fundirlo en múltiples ocasiones», explica Lipsky. «Esto permite que el oro que procede de la minería ilegal consiga fácilmente ocultar su origen, incorporándose a los canales legales (de abasto)».

Esta versatilidad del oro facilita que el metal ilegal se incorpore al mercado. «Cuando se analizan las cifras de las exportaciones de países sudamericanos, como Colombia, se observa que la producción de oro extraído de forma legal no empata con los niveles de oro exportado. Los datos de exportación son mucho más elevados», dice.

La Clasificación de sostenibilidad presentada por el WWF en 2023 se dio a la tarea de examinar 21 marcas suizas e internacionales de joyería y relojería. Ninguna de ellas ameritó la calificación de «visionaria», que es el máximo grado que asigna, y fueron pocas las que recibieron la calificación de «ambiciosa». Esta clasificación analiza el rendimiento de las marcas del sector en rubros como: estrategia de sostenibilidad, acción climática, biodiversidad y gestión del agua, manejo de los derechos humanos, enfoques de circularidad, trazabilidad y transparencia de las cadenas de suministro, seguimiento y presentación de informes de sostenibilidad, etc. 

El grueso de las marcas aún carece de una trazabilidad integral en lo relativo al oro, los diamantes y el platino. «Incluso algunas de las marcas más ambiciosas desconocen el origen de los metales preciosos que utilizan», confirma Lipsky.

Una opacidad que desencadena grandes riesgos. Por ejemplo, buena parte del oro usado en la fabricación de relojes es extraído de zonas en donde la legislación medioambiental es frágil, hay deforestación generalizada y el trabajo infantil es habitual.

De acuerdo con el informe del WWF, «extraer una tonelada de oro para la minería exige la producción de alrededor de 100.000 toneladas de roca de desecho. Así que hay que mover 1.000 kilogramos de tierra para producir un anillo de oro de 10 gramos».

En el caso del oro, existen dos posibles fuentes de abastecimiento: las minas industriales a gran escala, que concentran 80% de la producción, y las minas informales a pequeña escala, responsables del 20% restante. Ambas minerías son consumidoras intensivas de agua y utilizan mercurio, una sustancia peligrosa para la salud y para el equilibrio de la biodiversidad.

La incómoda zona gris del «oro reciclado»

Para responder a la creciente presión, muchas marcas publicitan actualmente que usan «oro reciclado» para satisfacer el deseo de una mayor sostenibilidad por parte de la clientela. Pero las definiciones en materia de reciclaje son muy variadas. No existe una homologación internacional de las normas industriales que haya generado una definición de lo que es el oro reciclado, facilitando así el «lavado verde», advierte el informe del WWF.

Esta falta de transparencia produce percepciones erróneas en la comunidad consumidora. La experta Sabrina Karib, quien tiene una larga experiencia en refinerías y es fundadora del Foro sobre el Impacto de los Metales Preciosos -una plataforma multilateral que reúne a un nutrido grupo de representantes del sector del oro- asegura que muchas empresas etiquetan al oro que utilizan como «reciclado» aunque jamás salió de la cadena de suministro. Es decir, nunca antes estuvo en manos de la población consumidora.

El informe del WWF refiere que el oro puede considerarse reciclado solo si ha sido transformado al menos una vez tras su refinamiento primario a partir del oro virgen. Dado que existe una zona gris, Karib y su equipo han propuesto una nueva norma para la industria: asignar el término «reciclado» exclusivamente a los materiales destinados al desecho, como el oro de los aparatos electrónicos ya usados, y exhorta a utilizar el término «reprocesado» para los flujos internos que tienen lugar dentro de la industria del lujo.

Pero la propuesta de Karib, que supone un marco más restrictivo para el oro reciclado, no fue bien aceptada por la industria relojera. «Si la estrategia de mercadotecnia de una marca se basa en decir a su clientela que apoyan los esfuerzos medioambientales comprando oro reciclado, no tiene interés en limitar el alcance de lo que se considera como reciclado», explica. Por ello, la definición de Karib y su equipo no ha logrado el reconocimiento de la industria hasta el momento.

Adiós al oro

Una marca joven en la relojería ha decidido abrir brecha andando nuevos caminos. «Tomamos la decisión radical de eliminar totalmente el uso de oro y diamantes de extracción», dice Nicolas Freudiger, cofundador de ID Genève, firma basada en Ginebra. «Tenemos la firme convicción de que, como no estamos en posibilidad de enfrentar los impactos adversos, nuestra opción más responsable es la desvinculación (de estas materias)».

En sustitución del oro y los diamantes de extracción, la empresa está utilizando acero reprocesado y materiales a base de carbono que han desarrollado empresas biotecnológicas suizas. Las piezas de ID Genève integran resina de carbono autorreparable y han sustentado su estrategia publicitaria en el eslogan: «una convicción en tu muñeca».

«El objetivo que nos hemos fijado es transformar la narrativa del lujo. Creemos que el futuro del lujo se sustentará en la circularidad y no en la extracción», explica Freudiger.

Los avances de la relojería tradicional

En la relojería tradicional también hay ejemplos positivos, uno de ellos es Breitiling, empresa citada con frecuencia por sus esfuerzos. La marca se asegura de obtener el oro que utiliza de comunidades mineras artesanales y de pequeña escala de Latinoamérica. Pero informa siempre a quien está comprando sobre el origen específico de los metales preciosos que adquiere.

«Realizamos constantemente largos viajes de estudio a los países en donde se extrae el oro y promovemos objetivos de sostenibilidad que compartimos con las comunidades locales, así como con el resto de los socios de la cadena de valor», dice Aurelia Figueroa, directora de sostenibilidad de Breitling.

No obstante, Breitling es una excepción. WWF advierte que aún es incipiente en la relojería la verdadera participación de las partes involucradas, la supervisión del impacto ambiental que generan y la incorporación de modelos circulares.

Suiza, a favor de la diligencia debida

Suiza está a la zaga de la Unión Europea (UE) en materia normativa. Después del fracaso de la Iniciativa para las Empresas Responsables del 2020, el Parlamento helvético optó por una nueva contrapropuesta menos radical: las empresas basadas en Suiza deben reportar cuando hay trabajo infantil o si utilizan minerales provenientes de zonas de conflicto -en naciones políticamente inestables-, pero no están obligadas a realizar medidas integrales de diligencia debida ni asumen responsabilidad legal por los abusos que se cometan en el extranjero.

«Cuando se importa oro a Suiza, hay que precisar dónde fue comprado, pero no dónde fue extraído», dice Lipsky. «Una laguna legal que incentiva la opacidad de las cadenas de suministro porque la trazabilidad se limita al punto de adquisición, sin remontarse hasta la mina».

En la UE las cosas funcionan diferente. El Reglamento sobre minerales de conflicto, que entró en vigor en 2021, sí impone reglas vinculantes de diligencia debida a quienes importan oro o cualquier otro mineral considerado de conflicto. Y están por observarse nuevos pasos en este sentido, la futura Directiva sobre la diligencia debida en materia de sostenibilidad empresarial (CSDDD) de la UE exigirá a todas las empresas que operan en la zona comunitaria supervisar y prevenir cualquier violación a los derechos humanos y medioambientales que pueda producirse a lo largo de la cadena de suministro. Apoyada por el Consejo de la UE desde mayo del 2022, esta directiva se integrará a la la legislación de los distintos países de la UE en un plazo de dos años.

>> Lea nuestro artículo de investigación sobre el repunte de las importaciones de oro uzbeko y kazajo en Suiza:

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«Hablamos de una industria estratégica para Suiza. Así que debemos actuar de forma irreprochable», dice Yves Bugmann, director de la Federación Suiza de la Industria Relojera. Pero, al menos hasta mediados del 2025, la legislación helvética sigue teniendo un alcance limitado y una frágil aplicación. 

¿Importa el tema a la comunidad consumidora?

La población consumidora de relojes es cada vez más responsable e interesada en la sostenibilidad, según las investigaciones más recientes. El estudio de Deloitte sobre la industria relojera suiza en 2023 concluyó que el 34% de la población consumidora se decanta por marcas relojeras que realizan esfuerzos de sostenibilidad, frente al 25% que dice que la marca es lo que más importa. Las generaciones más jóvenes ponen especial atención en los valores éticos de las empresas, no en las marcas.

No obstante, a pesar de que las personas que adquieren los relojes demandan más sostenibilidad, la información sobre el origen del oro sigue siendo escasa. El informe del WWF deja claro que. muchas marcas siguen sin publicar detalles sobre sus cadenas de suministro de oro.

Una falta de transparencia que puede conducir a la gente a creer que el oro de los relojes que consumen sí proviene de fuentes responsables, aunque las propias marcas sean incapaces de confirmar el origen real. 

«Cuando alguien paga mucho por un reloj, lo que espera es que la marca se ciña a los estándares de calidad más altos», dice Lipsky. Sin embargo, sin la obligación de divulgar públicamente la información de las cadenas de suministro y sin una regulación más estricta, la confianza de la población consumidora frecuentemente sólo se basa en suposiciones, no en hechos.

Un tema que deberá cuidarse porque, con el paso del tiempo, la percepción de calidad de los relojes suizos podría verse impactada negativamente por la falta de transparencia y de medidas de sostenibilidad, asegura Lipsky.

Editado por Virginie Mangin y adaptado del inglés por Andrea Ornelas. Revisado por Carla Wolff.

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