La vida en un campo de refugiados en El Pireo
En el puerto de El Pireo viven actualmente entre 4 000 y 5 000 refugiados de Siria, Afganistán, Irak y otros países. Pernoctan en diversos campos de acogida, en hangares o al aire libre. Numerosas organizaciones civiles y voluntarios, también de Suiza, los atienden.
Sopla un viento frío esta tarde de inicio de primavera en El Pireo. Cientos de mujeres, hombres, niños y bebés están recostados en el suelo, cubiertos por bolsas de dormir y cobijas en un gran hangar. El aire que se respira es pesado. Frente a los tristes edificios hay decenas de coloridas tiendas de campaña en forma de iglús, y al lado están los aseos móviles. No hay duchas.
En el puerto de El Pireo hay en total tres campos de refugiados grandes y uno pequeño. La Cruz Roja, la Marina, una cadena de supermercados, el club de fútbol Olympiakos y las autoridades comunales se turnan en la tarea de dar alimento a todas estas personas. La gente espera recibir su ración: en una fila esperan los hombres; en la otra, las mujeres y los niños.
La doble ciudadana suiza-belga Kristina Häsler, que vive en Atenas desde hace 16 años, es una de los muchos voluntarios en El Pireo. En realidad es terapeuta de sonido, pero hace días que se ha convertido en asistente de los refugiados a tiempo completo.
Cada día viene y se ocupa, sobre todo, de las 400 personas de la minoría yesidi, que en Irak es perseguida por la milicia terrorista Estado Islámico. Hoy hay mucho por hacer: atender a una mujer enferma, ayudar a copiar unos documentos y responder constantemente al teléfono.
El auto de esta voluntaria está lleno de bolsas de dormir y mantas que reparte según se requiera en los campamentos. También tiene carritos para bebé, comprados gracias al dinero de donaciones. Se usan para que las madres no deban cargar todo el tiempo a sus pequeños, mientras esperan en la fila para recibir los alimentos. Sobre el muelle, un voluntario holandés juega con los niños al salto de cuerda. Los chicos están felices.
Frente a la unidad móvil de servicios médicos algunos refugiados esperan su turno para ser atendidos por una doctora británica. Otra voluntaria que permanecerá por unos días en el lugar.
Muchos refugiados también colaboran. Es el caso de Mustafa (24), de Afganistán. Fue traductor del ejército estadounidense en su tierra y aquí también es requerido. Al lado, un joven rasura a otro.
Aquí se rumora que el Gobierno de Grecia quiere cerrar este campamento y llevar a toda esta gente a centros de acogida estatales, pues ya llega el periodo vacacional y este cúmulo de gente en el puerto no da buena impresión.
Patricia Islas
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