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Tormentosa relación entre Berna y el Tribunal de Estrasburgo

Helen Keller
Helen Keller, profesora en derecho constitucional, es la representante de Suiza ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Keystone

Las intervenciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el derecho nacional provocan un creciente malestar en Suiza. Una iniciativa solicita la primacía del derecho helvético sobre el de “jueces extranjeros”. swissinfo.ch viajo a Estrasburgo para conocer las implicaciones que esta propuesta tiene para Suiza.

Si el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)Enlace externo y Suiza fueran una pareja, estarían cerca de un divorcio por conflicto de intereses que podría intitularse: “El derecho suizo por encima de los jueces extranjeros”Enlace externo. De ahí que la derecha conservadora de la Unión Democrática de CentroEnlace externo (UDC) haya presentado una ‘iniciativa para la autodeterminación‘ que exige que Suiza proteja la autonomía de sus derechos humanos y fundamentales. Dicho de otra forma: la Constitución Federal debe primar sobre el derecho internacional.

“La iniciativa para la autodeterminación se debe a que el TEDH se ha extralimitado en la toma de decisiones que deberían ser competencia exclusiva de los legisladores suizos”, explicó el expresidente del Tribunal Federal, Martin SchubarthEnlace externo.

Pero esta iniciativa enfrenta una oposición feroz por parte de muchas oenegés que consideran que es “antiderechos humanosEnlace externo”. Argumentan que, de prosperar, la propuesta de la UDC obligaría tácitamente a Suiza a retirarse de la Convención Europea de los Derechos HumanosEnlace externo. Y los ciudadanos y ciudadanas suizos perderían su derecho a acudir ante Estrasburgo para protegerse contra la violación de sus derechos fundamentales. Por ello, las oenegés lanzaron una campaña llamada ‘Factor de protección D-Los derechos humanos nos protegen’.

swissinfo.ch realizó una gira de prensa por Estrasburgo, organizada por ‘Factor de protección D’, para conocer de primera mano la relación entre Suiza y el TEDH. Ahí fuimos recibidos por Helen KellerEnlace externo, quien actualmente es la jueza que representa a Suiza ante el TEDH. Su discurso es dinámico y competente, pero evidencia una posición defensiva. Sin duda, la iniciativa para la autodeterminación de la UDC irrita en Estrasburgo.

Un caso pendiente contra Suiza

El tunecino Naït Liman buscó refugio en Suiza tras haber sido torturado en su país. Obtuvo asilo y, más tarde, la naturalización. Después decidió presentar en Ginebra una denuncia por daños y perjuicios contra el exministro de Justicia de Túnez por los maltratos que había sufrido en el pasado.

La justicia ginebrina consideró inadmisible su demanda porque no tiene relación con Suiza (el ministro del Interior tunecino no reside en territorio helvético). El demandante impugnó la decisión ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Su Gran Sala se reunió el 14 de junio y se espera su deliberación en un lapso de entre seis y nueve meses.

Suiza podría ser potencialmente sancionada. Pero, a excepción de Estados Unidos, casi ningún país reconoce el principio de competencia universal en el derecho civil.

El tardío derecho al voto femenino

La relación Suiza-TEDH siempre ha sido de odio y amor simultáneos. Suiza no participó en la fundación del Consejo de EuropaEnlace externo, en 1949, y tampoco en la puesta en marcha de la Convención Europea de los Derechos Humanos (CEDH) en 1950. Según el ministro suizo de Asuntos Exteriores de la época, Max Petitpierre, la política de neutralidadEnlace externo de Suiza no era compatible con su participación en un órgano político como el Consejo de Europa. Por otra parte, la ratificación de la Convención era imposible mientras Suiza no concediera el derecho de voto a las mujeres.

Finalmente, Suiza ratificó la CEDH en 1974, pero lo hizo sin consultar al pueblo y esto es algo que ahora podría costarle caro, porque le está acarreando muchas críticas.

La Suiza gubernamental sigue reticente ante la CEDH. Esto explica que Mónaco y Suiza sean los únicos Estados miembros (de un total de 47) que no han querido ratificar el primer protocolo adicional de la Convención. La razón: el voto a mano alzada característico del ‘Landsgemeinde’ (sistema electoral de participación directa basado en asambleas populares) y de numerosas asambleas comunales, no es compatible con el escrutinio directo. Y bajo los lineamientos del protocolo adicional, Suiza estaría violando los derechos del hombre.

Ni alumno modelo ni chivo expiatorio

Suiza ha sido condenada alrededor de un centenar de veces tras la ratificación de la CEDH original. El dato es modesto si se le compara con los registrados de otros países. Y en 97% de los casos, las solicitudes han sido consideradas inadmisibles, es decir, el TEDH no las trata porque no son de su competencia, o porque presentan lagunas.

Entre las quejas contra Suiza que sí han sido aceptadas, el Tribunal constató una violación a la CEDH en 59% de los casos. A título comparativo, en el caso de Rusia, la tasa es de 95%. A la luz de las cifras, Ucrania, Turquía, Hungría, Rusia y Rumania e Italia son los verdaderos ‘clientes frecuentes’ de Estrasburgo. Son origen de la mayoría de las quejas y figuran entre los Estados condenados con mayor frecuencia. Además, a diferencia de Suiza -que prácticamente siempre aplica las decisiones del TEDH- estas naciones son reincidentes en el tipo de casos por los cuales se las señala. “La vida sería mucho más fácil si estos seis países cumplieran con sus deberes”, dice Helen Keller con una sonrisa en los labios.

Cuestiones de procedimiento

Suiza no suele acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos por casos de muerte, tortura o esclavismo. La mayor parte de las quejas que le atañen están relacionadas con el derecho a juicios justos, un área en la jurisprudencia de Estrasburgo que ha influenciado fuertemente el orden jurídico suizo. Hasta hace algunos años, los procedimientos civiles y penales precisaban de las competencias y decisiones de cada cantón y mostraban notables diferencias. Un proceso de unificación a nivel nacional entró en vigor en 2011 y las decisiones del TEDH contribuyeron a ello.

Casos de violación a los derechos a la vida privada y familiar son la segunda causa por la que Suiza es demandada en Estrasburgo. Se trata generalmente de procesos relacionados con la expulsión o extradición de un padre de familia. Pero Suiza también ha sido condenada en diversas ocasiones por obstaculizar la libertad de prensa, o por problemas de equidad de género. Y se le juzga también por la política de suicidio asistido que tiene en vigor.

Sin embargo, algunos juicios pronunciados en contra Suiza son mal vistos por la población. Por ejemplo, que un extranjero criminal no pueda ser expulsado porque tiene hijos en Suiza es algo que genera malestar entre la población. Asimismo, que los seguros de enfermedad deban cubrir los gastos derivados de una operación para cambiar de sexo. O que Suiza no pueda condenar a alguien por discriminación racial cuando afirma que el genocidio armenio es solo “una mentira internacional” (como sucedió en el caso del político turco Dogu Perincek) porque si no estaría violando su derecho a la libertad de expresión, aunque el propio tribunal aplique otro baremo cuando se trata de negar el Holocausto. Los suizos tampoco comprenden que la disolución de una asociación ilícita sea violatoria de los derechos del hombre de los involucrados.

El antiguo presidente del Tribunal Federal, Martin Schubarth, estima que el TEDH toma decisiones que no tienen relación real con la protección de los derechos del hombre.

Ciertamente, dicha instancia es importante para hacer valer los derechos humanos fundamentales, como lo hizo al condenar de manera directa a la CIA por sus programas de secuestro y tortura. “Pero es molesto que el TEDH se preocupe de los derechos del hombre juzgando el estilo de vida (de cada país)”.

Derechos populares vs derecho humanos

En su turno, Helen Keller destaca que Suiza es muy escuchada por el Consejo de Europa.

Por ello, aceptar la iniciativa de autodeterminación tendría una carga simbólica muy desfavorable ante los ojos de otros países. Pero hay algo que es claro: sin importar cuál sea el resultado, éste será producto de un ejercicio democrático. Cada quien pueden pensar lo que prefiera sobre la iniciativa, pero sus impulsores están haciendo valer la voluntad del pueblo. Pues los tratados internacionales no pueden tener un valor vinculante sobre los tribunales nacionales, a menos que hayan sido avalados, en un momento u otro por la gente, de forma implícita o explícita.

Y atribuir un rol decisivo a la opinión de los ciudadanos y de las ciudadanas es vital en Suiza y en el resto del mundo pues, como reza la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, “la voluntad del pueblo es el fundamento de la autoridad de los poderes públicos”.

¿Cómo conciliar la democracia directa con los derechos del hombre? Su opinión nos interesa.

Traducido del francés por Andrea Ornelas

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