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Israelíes y palestinos afrontan grandes obstáculos en discusiones para terminar el conflicto

Por Luke Baker y Nidal al-Mughrabi

JERUSALÉN/GAZA (Reuters) – Israel y los palestinos se han dado cinco días para alcanzar un acuerdo más amplio que ponga fin a la guerra en Gaza, una decisión que, aunque bienvenida, sigue estando peligrosamente lejos de un acercamiento de sus posturas.

    Tras aceptar la propuesta de Egipto de prolongar el cese de las hostilidades hasta el 18 de agosto – un acuerdo alcanzado apenas una hora antes de que venciera un alto el fuego de 72 horas-, los negociadores palestinos e israelíes abandonaron El Cairo para consultar con sus líderes.

    Una facción palestina se dirigió a Ramallah, la principal ciudad de Cisjordania, para reunirse con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, mientras que unos representantes del grupo islamista Hamas volaron a Qatar para ver a Khaled Meshal, su líder en el exilio, y otros volvieron a Gaza.

    Han aflorado pocos detalles precisos de las negociaciones indirectas, pero las líneas generales son bien conocidas: los palestinos quieren acabar con el bloqueo israelí de Gaza, una extensión de las fronteras marítimas y de seguridad de la franja, la construcción de un puerto y la reapertura de un aeropuerto en el enclave.

    Por su parte, los israelíes quieren que termine el disparo de cohetes desde Gaza, la completa desmilitarización del territorio y que la organización de Abbas tenga la responsabilidad de administrar la frontera de 12 kilómetros de Gaza con Egipto en Rafah, además de un esfuerzo para evitar el contrabando de armas y otro equipo militar.

Ninguna de las partes consigue todo lo que pide en una negociación, pero quizá no haya un sitio en el mundo donde sea más difícil generar un compromiso que en Oriente Medio, lo que deja la mediación de Egipto en una posición particularmente crítica.

Aunque Hamas, que controla Gaza, probablemente acepte que la Autoridad Palestina administre la frontera de Rafah e Israel pueda relajar las restricciones marítimas y permitir un mayor flujo de bienes hacia Gaza, los siguientes pasos son más complicados.

DIFICULTADES

Israel ha dejado claro que cualquier negociación sobre un puerto en Gaza no va a tener lugar ahora, y Hamas ha dicho que no tiene intención de desarmarse. Es ahí donde comienzan los roces.

En una entrevista esta semana, Yair Lapid, el ministro israelí de Finanzas y líder de su segundo mayor partido, dijo que la desmilitarización era el objetivo principal. Sin ello, el ciclo de violencia en Gaza – Hamas lanzando cohetes, Israel respondiendo con ataques aéreos – probablemente sólo continuará.

“Nuestra meta es simple: mantener los intereses de seguridad de Israel, devolver la Autoridad Palestina a Gaza, y luego desarmar o desmilitarizar Gaza”, dijo Lapid a Reuters.

“Entendemos que la otra parte de esta ecuación es la recuperación de Gaza”, indicó.

Israel no hablará directamente con Hamas, a la que considera una organización terrorista. Sin embargo, después de un distanciamiento de siete años con Abbas que lo dejó al mando de Gaza, Hamas firmó un acuerdo de unidad en abril que reconoce el papel de la Autoridad Palestina.

En el inicio de la guerra de Gaza, Abbas era clave para las acciones de Hamas, pero el grupo islamista parece aceptar ahora que si quiere poder pagar a funcionarios y seguir siendo influyente, necesita que la Autoridad Palestina recupere parte de Gaza, lo que ayudará a que se abra el grifo del dinero.

Gaza ha tenido cuatro guerras en los últimos ocho años -la más reciente provocó 1.945 muertos palestinos, la mayoría civiles, aunque también 64 soldados y tres civiles israelíes- y su historia muestra la factura humana que se paga cuando la violencia sustituye a las negociaciones.

Aunque Hamas está decidida igualmente a no abandonar las armas, que es algo inherente en su lucha por acabar lo que ve como una ocupación de Israel de toda la Palestina histórica, no sólo de Cisjordania.

“Somos un movimiento de resistencia. Si aceptamos abandonar las armas, negamos el motivo de nuestra existencia”, dijo Sami Abu Zuhri, portavoz de Hamas. “Las armas de la resistencia están vinculadas a terminar la ocupación de las tierras palestinas”, dijo.

MAYOR SUPERVISIÓN

El mayor avance que se podría ver en términos de desmilitarización es el final de los ataques con cohetes desde Gaza, una mayor supervisión del brazo armado de Hamas y otros grupos militantes y mayores restricciones para portar armas más allá de la fuerza policial de Gaza.

Pero incluso entonces, cualquiera de estos pasos dependerá de los pasos que dé Israel sobre la construcción del puerto o la reconstrucción del devastado aeropuerto de Gaza.

Sin un control estricto sobre cómo se mueven los bienes en Gaza – para la reconstrucción en lugar de para cavar nuevos túneles, por ejemplo -, Israel probablemente sea muy reacio a ceder.

Cómo y quién lo supervise es otro problema que se deberá resolver pormenorizadamente si se quiere generar confianza entre ambas partes. Sin embargo, dos o tres cohetes perdidos desde Gaza o cualquier movimiento de tropas de Israel que enerve a Hamas podrían reavivar el conflicto.

(Escrito por Luke Baker. Redacción de Madrid. Editado en español por Marion Giraldo en Santiago y Rodrigo de Miguel en Madrid)

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