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Shoigú, el denostado ministro de la guerra

Moscú, 12 may (EFE).- El ruso Serguéi Shoigú, que abandonará lacartera de Defensa tras doce años en el cargo, se ganó a pulso elapodo de ministro de la guerra, ya que dirigió personalmente durante la última década las operaciones militares del Kremlin en Siria y en Ucrania. Pese a ser un estrecho colaborador del líder ruso, Vladímir Putin, Shoigú ha sido muy denostado por halcones y expertos militares por la falta de avances en el frente ucraniano, especialmente por el fallecido fundador de Wagner, Yevgueni Prigozhin, su acérrimo enemigo. La imagen de Shoigú estará vinculada para siempre con la anexión de Crimea, el rescate del régimen de Bachar al Asad y la mayor intervención militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Shoigú, un hombre de perfil bajo que ha compartido vacaciones en Siberia con el jefe del Kremlin, es el perfecto parapeto para Putin, ya que se lleva todas las críticas en las derrotas y ninguno de los halagos en caso de victorias en el campo de batalla. Defensa Civil Shoigú es el ministro más longevo de este país. Entre 1994 y 2012 ejerció como ministro para Situaciones de Emergencia, cartera que dirigía ya desde 1991, cuando éste era sólo un comité estatal.Ingeniero de formación, entró en política de la mano del PartidoComunista de la Unión Soviética en 1988, en plena Perestroika, tras lo que se trasladó a Moscú Coincidiendo con la llegada de Putin al poder (2000), Shoigú seconvirtió en líder del partido Unidad, precursor del partido delKremlin, Rusia Unida. Según las encuestas, durante años fue el ministro más popular entre los rusos, que valoraban su prudencia, aparente falta de ambición escasa afición al populismo. Sus detractores acusan a Shoigú de excederse en sus facultades alconvertir el Ministerio en una estructura cuasi militar, a pesar de que sus funciones son combatir las secuelas de emergencias, accidentes ydesastres naturales. De la mano de Putin hasta Crimea Shoigú fue nombrado ministro de Defensa en noviembre de 2012, meses después de que Putin regresara al Kremlin tras cuatro años como primer ministro. Su nombramiento despertó no pocas críticas, más aún cuando suantecesor, Anatoli Serdiukov, otro civil, había dejado el cargo entre acusaciones de corrupción. En marzo de 2014 coordinó la operación especial en la que soldados rusos tomaron los principales puntos estratégicos de la península de Crimea, tras lo que el Kremlin se anexionó ese territorio ucraniano, acción condenada unánimemente por la comunidad internacional. Seguidamente, Moscú apoyó la sublevación armada prorrusa en el Donbás,adonde acudirían, según Kiev, miles de soldados rusos, que se tomaban vacaciones en el Ejército ruso. Shoigú nunca lo reconoció, aunque era un secreto a voces que las milicias prorrusas eran apoyadas por fuerzas regulares rusas. Siria, salvar a Asad Después de que Putin solicitara una coalición internacionalantiterrorista, el jefe del Kremlin ordenó a Shoigú en septiembre de 2015 el comienzo de la intervención militar en Siria, asolada por una guerra civil. El ministro viajó en varias ocasiones a Damasco para coordinar con Asad las acciones militares, tras lo que Moscú anunció un acuerdo de alto el fuego entre régimen y oposición en diciembre de 2016. Como resultado, Moscú evitó el derrocamiento de Asad, abrió dos basesmilitares y, lo que es más importante, recuperó la influencia perdida en Oriente Medio tras la caída de la Unión Soviética. A su vez, el ministro forjó una estrecha relación de trabajo con Turquía con el fin de repartir esferas de influencia en esa región, el Cáucaso y Ucrania. Desde entonces, Shoigú defiende que el país árabe sirvió como polígono militar para poner a prueba tanto las capacidades del Ejército ruso, en particular de su aviación, como de su armamento moderno. Es el caso de los misiles de crucero Kalibr de emplazamiento marino, que se emplearon primero en Siria y después en Ucrania. Operación militar especial De cara al público, Shoigú asumió al principio un papel secundario en la “operación militar especial” en Ucrania. Se limitó a presidir las reuniones del colegio del Ministerio de Defensa, en las que desglosaba fríamente los éxitos de la campaña. Sólo a finales de 2022 se atrevió a supervisar en persona la situación en el frente de batalla, especialmente después de las duras críticas por la acuciante falta de suministros. En cuanto la campaña se atascó, Shoigú fue objeto de numerosascríticas por los humillantes repliegues de las tropas rusas,especialmente del norte de la región de Jersón, anexionada por elKremlin varias semanas antes. Algunos expertos y blogueros no dudaron en acusarle de “negligencia criminal” y le recordaron que es un ministro de Defensa con nula experiencia militar. También se llevó la peor parte cuando Putin decretó la movilización parcial de 300.000 reservistas, lo que provocó un éxodo de cientos de miles de hombres en edad militar. Además de reconocer que el sistema de oficinas de reclutamiento no estaba preparado para tamaña tarea, tuvo que anunciar una inminente reforma del Ejército. Entre otras cosas, propuso incrementar el número de hombres delEjército ruso hasta el millón y medio, de los que la mitad seríanprofesionales, y retrasar el servicio militar hasta los 21 años. Su destitución llega justo cuando el ejército ruso ha recuperado la iniciativa en el Donbás y en Járkov, escenario de una ofensiva rusa desde octubre de 2023, y después de que EEUU aprobara finalmente el esperado paquete de asistencia militar a Kiev estimada en 61.000 millones de dólares. Occidente le ha acusado de hacer la vista gorda antes los supuestos crímenes de guerra cometidos por los soldados rusos, especialmente al norte de Kiev y en la región de Járkov.EFE mos/ad

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