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«Sin lo negro, no hay Caribe», afirma el escritor colombiano Javier Ortiz Cassiani

Lucía Blanco Gracia

Nairobi, 23 sep (EFE).- «Sin lo negro, no hay Caribe», argumenta el escritor e historiador afrocolombiano Javier Ortiz Cassiani en Nairobi, mientras suena el reguetón del puertorriqueño Bad Bunny en el Festival Literario Macondo, que reúne en la capital keniana, como un puente transatlántico, a autores africanos y de la diáspora.

«La diáspora africana es un elemento sustancial para definir el Caribe, si bien también existen diferencias en esta diáspora, según el imperio que llevó a los esclavizados», explica Cassiani (Valledupar, 1971) en una entrevista con EFE en el Centro Cultural de Kenia, donde se celebró el evento el pasado fin de semana.

Historiador de formación y escritor por vocación, Cassiani es autor y coautor de varios libros y publica regularmente ensayos y artículos de opinión en prensa. En 2014, fue nombrado Afrocolombiano del año en la categoría de Medios y Periodismo.

Además, ha sido asesor del grupo de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura colombiano, del Centro Nacional de Memoria Histórica y de la Comisión de la Verdad, entre otras instituciones de su país.

África y América Latina: un acercamiento incipiente

«La idea del Caribe en África es una cosa muy reciente que apenas se está experimentando. Apenas se están haciendo ensayos para encontrar esos puntos de contacto», afirma el autor, cuyo trabajo se centra en la memoria y la construcción de la nación colombiana, a menudo a costa de la marginalización de la comunidad afrodescendiente.

Según Cassiani, a pesar de que el Caribe fue un «espacio bisagra fundamental» en la distribución de millones de personas capturadas en África para luego ser esclavizadas entre los siglos XVI y XIX, la memoria de los vínculos entre estos dos continentes ha empezado a despertarse en las últimas décadas.

Es el caso de Colombia -el segundo país con más población negra del mundo fuera de África, después de Brasil-, donde tradicionalmente la preocupación por África «había sido más desde los estudios académicos o la militancia de la gente afro».

De hecho, el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes en el país no llegó hasta la Constitución de 1991, destaca el historiador. Hasta entonces, «no era una política de Estado», subraya.

Cassiani formó parte del que fue el primer viaje a África subsahariana de la vicepresidenta colombiana, Francia Márquez, en mayo de 2023. Desde entonces, Márquez, primera vicepresidenta afrodescendiente de Colombia, ha regresado dos veces al continente.

«Es una apuesta diplomática e ideológica de la política sur-sur y lo que eso implica. Los elementos comunes no solo van a ser raciales o étnicos, sino la condición sur, la presencia imperial y las desventajas que genera», señala el escritor.

Este acercamiento se basa también «en la condición de subalternidad en términos económicos, la posibilidad de establecer acuerdos sin que pasen por la metrópolis», añade.

La literatura como puente

Pero, más allá de la política y la diplomacia, Cassiani ve en la literatura y en festivales como el de Macondo un espacio poderoso de acercamiento «transnacional» entre ambos territorios separados por el océano.

Él mismo, recuerda entornando la mirada, se vio identificado con el relato autobiográfico del conocido escritor y activista LGBTI (gais, lesbianas, transgénero, bisexuales e intersexuales) keniano Binyavanga Wainaina, fallecido en 2019.

En su novela «Algún día escribiré sobre África» (2011), «explica su vida cotidiana en un barrio popular en Kenia y es la misma experiencia que yo viví. La diversión era la misma, los juegos eran muy parecidos y veíamos los mismos enlatadas gringos», asegura el autor colombiano.

También en la música que acompañó su infancia y juventud: «Él habla de Brenda Fassie (cantante sudafricana conocida como la ‘reina del pop africano’) y nosotros la escuchábamos mucho en Colombia. También a Papa Wemba y a Lokassa ya Mbongo», estrellas musicales de la República Democrática del Congo, dice.

Mientras la música del festival se aleja de lo latino para volver a canciones africanas -no sin antes reproducir algún tema de Karol G, Cassiani reflexiona sobre el arte como punto de encuentro.

«La literatura tiene una ventaja: permite meterse en el mundo de las contradicciones, de los aciertos y los desaciertos, entender la condición humana en su sentido más amplio. No se trata de escribir manifiestos políticos o panfletos», concluye. EFE

lbg/pa/ah

(foto)

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