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El CERN concentra la atención mundial

El colisionador del CERN, entre excitación e inquietud. CERN

El más grande acelerador de partículas del mundo entra en servicio este miércoles en Ginebra para develar los secretos más pequeños que constituyen la materia y la formación del universo.

A las 7.30 GMT, los primeros paquetes de protones fueron inyectados en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), un gigantesco anillo de 27 kilómetros de circunferencia, enterrado a 100 metros bajo tierra de un lado y otro de la frontera franco-suiza.

Guiados por imanes superconductores enfriados a 271 grados centígrados, las partículas formarán un haz que alcanzará progresivamente velocidades cercanas a la de la luz.

Un segundo haz girando en sentido inverso será luego creado. La desviación de la trayectoria de ambos haces por los imanes permitirá realizar colisiones que emitirán, con toda potencia, un calor equivalente a 100 mil veces la temperatura que reina en el centro del sol.

El bosón de Higgs

Esas colisiones, a ritmo de 600 millones por segundo, harán estallar los protones en sus partículas elementales más raras.

Los físicos esperan detectar el bosón de Higg, última partícula predicha por el modelo estándar de los componentes elementales de la materia, pero nunca vista hasta ahora.

Este útil, en el que unos 5.000 físicos e ingenieros trabajan desde hace más de 10 años, y cuya realización costó 3,760 millones de euros, es el mayor proyecto científico de los últimos años.

Para seleccionar los 15 millones de gigaoctetos de datos recogidos cada año, 11 grandes centros repartirán la información bruta en 200 sitios a través del mundo, para su almacenaje y análisis.

“Cambiará la visión del mundo”

Robert Aymar, director general de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), se dice convencido de que ello “permitirá lograr descubrimientos que cambiarán nuestra visión del mundo, en particular de la creación”.

Más allá del bosón de Higgs, el LHC permitirá detectar una parte de las partículas de antimateria, y por otra parte, partículas supersimétricas que interactúan débilmente con la materia ordinaria: podría tratarse de la materia negra (23% del universo), de la que nadie hasta ahora conoce la composición.

Un experimento recreará también las condiciones que han prevalecido en el universo durante el primer cienmilésimo de segundo posterior al Bing Bang, hace 13.700 millones de años cuando los núcleos de los átomos no se habían formado y las partículas elementales flotaban todavía en la “sopa primordial” del plasma.

Contribución helvética

Suiza contribuye con más de 3% del presupuesto del CERN. A cambio, se beneficia de numerosas investigaciones y de los conocimientos desarrollados en el laboratorio.

Entre 2003 y 2007, Suiza entregó a la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) unos 160 millones de francos. Una suma que rentabilizó: durante el mismo periodo, las inversiones y las adquisiciones del servicio en el país gracias al CERN ascendieron a 337 millones.

Asimismo, la Confederación se beneficia con una importante transferencia de tecnologías. Pequeñas y medianas empresas e industrias están en primera línea para aprovechar los conocimientos desarrollados.

El CERN contaba con 2.544 empleados a finales de 2007, 189 de la Confederación. Unos 839 investigadores del mundo entero utilizaban ese inmenso laboratorio, incluidos 168 científicos de las escuelas politécnicas federales, el Instituto Paul Scherrer (PSI), así como de las universidades de Ginebra, Berna y Zúrich.

swissinfo y agencias

En el LHC, los protones girarán a más de 99% de la velocidad de la luz. Esos protones son extraídos del hidrógeno estándar. Aunque cada haz contenga cantidades enormes, la máquina debería girar durante un millón de años para ‘quemar’ un gramo de hidrógeno.

La colisión de dos haces de protones genera temperaturas que pueden alcanzar mil billones de grados. En una fracción de segundo, un punto minúsculo se vuelve así el más caliente de la galaxia.

A la inversa, el corazón del LHC será el mayor congelador del mundo. 700.000 litros de helio líquido mantendrán los imanes a -271°, temperatura más baja que la del espacio intersideral.

Los detectores del CERN producirán 70.000 gigabytes de datos por segundo y se conservará para análisis ‘sólo’ el equivalente a 100.000 DVD doble capa por año.

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