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Séniores huyen de la precariedad via la expatriación

Una jubilada observa a través de la ventanilla de un tren
Keystone / Martin Ruetschi

Cada año, jubiladas y jubilados residentes en Suiza se trasladan al extranjero para evitar dificultades económicas. ¿La razón? Pensiones demasiado bajas para vivir decentemente en la Confederación.

Sus nombres son Pierre, Reine, Claudine o Giovanni. Sus trayectorias de vida son diferentes, pero tienen algo en común: al llegar (o aproximarse) el momento de pensionarse, todas y todos decidieron mudarse a un país diferente a aquel en el que pasaron la mayor parte de su vida: Suiza.

Como ellos, millares de suizos y suizas parten al extranjero cada año. No se conocen sus motivos, por lo que es imposible decir si todos lo hacen por razones económicas. Pero una cosa es cierta: su número aumenta. En 2019, 3 135 personas mayores de 65 años se expatriaron. Esto representa alrededor del 10% del total de las emigraciones.

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“Una elección obligada”

Claudine Tüscher y su esposo
Claudine Tüscher y su esposo. / Picasa

Claudine Tüscher (75 años) y su marido partieron a Francia en 2001. Unos años antes, este último había perdido su trabajo de ingeniero. Tras dos años de desempleo, la Oficina Regional de Colocación (ORP) le suspendió los derechos correspondientes y el matrimonio se encontró con el sueldo de la mujer como única fuente de ingresos. “Mi salario no compensaba la pérdida de los ingresos de mi marido. Nos resultó imposible vivir en Suiza”, comenta Claudine.

La crisis financiera de finales de los 90 dejaba pocas perspectivas a la pareja. Los esposos decidieron mudarse al extranjero, también en previsión de su próxima jubilación. “Fue una elección obligada. Nunca nos habríamos ido si mi marido hubiera tenido la oportunidad de encontrar un trabajo en Suiza”, declara la septuagenaria.

Reine Blum (66) era traductora. Tras su divorcio, tomó la decisión deliberada de instalarse en Paraguay en 2012, consciente de que sus medios financieros serían limitados en el futuro. “Me fui muy lejos para poder recibir el dinero de mi fondo de pensiones”, admite.

En efecto, la guía ’Jubilarse en el extranjero’, editada por el Ministerio de Exteriores de Suiza (DFAE), estipula que en caso de salida definitiva de Suiza antes de los 59/60 años, generalmente es posible recibir un pago en efectivo, lo que solamente ocurre parcialmente si el asegurado fija su residencia en un país de la UE o la AELE.

Reine Blum
Reine Blum en su casa en Francia. màd

En 2016, por motivos familiares, decide trasladarse más cerca de su madre. Vende su casa en Paraguay y compra una en el suroeste de Francia. Hoy en día, vive únicamente de su pensión del Seguro de Vejez y Supervivencia (AVS), lo que “sería imposible en Suiza”.

Más poder adquisitivo

En cuanto a Giovanni Brunetti (80), trabajaba en las finanzas en Suiza y en Francia, donde ya poseía una segunda residencia. “Los transporte, los seguros, los alquileres… la vida en Suiza es cara en su totalidad, hasta en las actividades de ocio y los restaurantes”. Por ello, el jubilado se trasladó definitivamente a su segunda residencia para “poder permitirse más cosas” que si viviera en Suiza. “Me expatrié por razones económicas en un 70% y, en un 30%, para aprovechar un clima más clemente”.

Lo mismo ocurrió con Pierre* (61). Él y su esposa poseían una casa en la región de Oron (cantón de Vaud/Suiza Occidental). En 2012, cuando se redefinió el tipo de interés de su hipoteca, su asesor bancario les dijo que podrían tener dificultades para devolver el préstamo cuando se jubilaran. “Teníamos miedo de perder todo lo que habíamos construido”.

Advirtieron entonces que vendiendo su casa podían comprar una más grande en Francia y mantener la calidad de vida que tenían en Suiza. Aunque “fueron los cálculos financieros los que provocaron la salida”, Pierre dice ahora que su calidad de vida es “incomparable”.

Pierre Triolo
Pierre Triolo en su casa en República Checa. màd

Otro Pierre (Triolo, 68 años) había comprado una casa en la República Checa cuando aún trabajaba. Obligado a jubilarse anticipadamente tras un periodo de desempleo, la emigración se convirtió en una opción obvia. “No quería depender de la ayuda social. En la actualidad, vivo solamente de mi pensión del AVS de 2 274 francos suizos al mes. Tras deducir las cargas, me quedan 2 024 francos para vivir, lo que en la República Checa equivale a un sueldo de 5 800 francos en Suiza.

Empezar de cero

Más allá del aspecto financiero, está la cuestión de la integración. Porque cuando uno ha vivido la mayor parte de su vida en un país, no es fácil empezar de cero, crearse un nuevo círculo de amigos y orientarse en la jungla administrativa.

Pierre Triolo admite que las relaciones sociales son “cotidianamente complicadas” porque domina el checo. Pero “hablo un poco de inglés con algunos y alemán con los mayores”. A pesar de la barrera del idioma, ha “conseguido crear una red”.

La lengua y la cultura son finalmente los elementos que inclinaron la balanza para Francia en el caso del otro Pierre. “Nos informamos sobre Senegal y Tailandia, pero teníamos miedo de sentirnos perdidos, así que finalmente elegimos Francia”.

Giovanni Brunetti
Giovanni Brunetti màd

Claudine Tüscher y su marido, por su parte, se sintieron “un poco decepcionados de Suiza, que no nos apoyó en absoluto, y sorprendidos de Francia, que nos recibió con los brazos abiertos. Es un país muy social y la vida asociativa es extraordinaria”, puntualiza ella.

De forma pragmática, Giovanni Brunetti considera que “basta con no encerrarse en casa e inscribirse en clubes de ocio para conocer gente”. Francia también está llena de clubes suizos.

Sin embargo, todos coinciden en que es fundamental informarse sobre los trámites administrativos que hay que realizar en Suiza y en el país de llegada antes de dar el paso, porque para algunos “ha sido una carrera de obstáculos”.

En 2020, casi 120 000 pensiones del AVS fueron pagadas en el extranjero.

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A fin de cuentas

A excepción de Giovanni Brunetti, que “prefería la vida en Suiza”, los demás se alegran de haber dado el paso. “Aquí estamos viviendo un sueño”, dice Pierre. “Hemos encontrado un ruralismo que no existe en Suiza y eso es lo que buscábamos”. En cuanto a Claudine Tüscher, no se arrepiente de haberse ido y considera que “la calidad de vida es mucho mejor en Francia”. Reine Blum estima que “el alto costo de la vida en Suiza es decadente. Si tuviera más dinero me pasaría la vida viajando, pero no volvería a vivir en Suiza”.

*Apellido conocido por la redacción

Traducido del francés por Sergio Ferrari

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