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Teherán replica a Trump que no podrá poner “fin a Irán”

Mujeres caminando en Teherán el 20 de mayo de 2019 afp_tickers

El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, respondió el lunes a las últimas amenazas de Donald Trump y afirmó que “las burlas genocidas” del presidente de Estados Unidos no “pondrán fin a Irán”, utilizando los términos textuales del mandatario en Twitter.

Trump “espera lograr algo en lo que fracasaron Alejando (Magno), Gengis (Khan) y otros agresores” escribió Zarif en su cuenta Twitter, aludiendo a dos conquistadores extranjeros que dominaron Persia –antiguo nombre de Irán– en un período dado de su milenaria historia.

“Los iraníes permanecieron en pie durante milenios mientras que todos sus agresores se fueron”, indicó Zarif. “El terrorismo económico y las burlas genocidas no pondrán ‘fin a Irán'” agregó el ministro, en respuesta a un mensaje publicado la víspera por Trump en la misma red social.

“Si Irán quiere pelear, ese será el fin oficial de Irán”, había lanzado Trump, antes de advertir: “Nunca vuelvan a amenazar a Estados Unidos”.

“Nunca amenace a un iraní. Intente ser respetuoso. ¡Funciona!”, replicó este lunes Zarif.

La respuesta de Trump no se hizo esperar, y horas después el mandatario dijo en un tuit que si Teherán quiere dialogar, tendrá que dar el primer paso.

“Irán nos llamará cuando estén listos. Mientras tanto, su economía sigue colapsando, es muy triste para el pueblo iraní”, agregó Trump.

Pero la noche del lunes, el presidente estadounidense, que no deja de dar una de cal y otra de arena a Irán, pareció restar importancia a la amenaza planteada por Irán.

“No tenemos ningún indicio de que haya pasado o vaya a pasar nada”, dijo a la prensa en la Casa Blanca cuando se le preguntó sobre la amenaza iraní a los intereses estadounidenses. Y añadió: “No tenemos ningún indicio de que vayan a hacerlo”.

De su lado, el senador estadounidense Lindsey Graham, cercano a Trump, amenazó con una “respuesta militar aplastante” a cualquier acción contra los intereses de Estados Unidos.

Las tensiones entre los dos países son crecientes, particularmente en las últimas semanas, en las que Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en el golfo Pérsico para hacer frente a presuntas “amenazas” iraníes.

El gobierno estadounidense envió una flotilla liderada por un portaaviones y escuadrillas de bombarderos B-52, en respuesta a supuestas fotografías que mostraban que Irán había cargado misiles en pequeñas embarcaciones.

Además Estados Unidos retiró a su personal diplomático no imprescindible de Irak, citando amenazas de grupos armados iraquíes respaldados por Irán.

– Preocupación occidental –

Estas tensiones crecientes generan preocupación en la comunidad internacional. El ministro británico de Exteriores, Jeremy Hunt, que se hallaba en Ginebra, dio un consejo “a los iraníes: no subestimen la determinación de la parte estadounidense”.

Los norteamericanos “no buscan el conflicto, no quieren un guerra con Irán, pero si los intereses estadounidenses son atacados, replicarán, y eso es algo en lo que los iraníes tienen que reflexionar muy, muy atentamente”, advirtió el secretario del Foreign Office.

“Desde luego estamos preocupados (…) y queremos una desescalada”, agregó, y responsabilizó de la situación actual a las “actividades desestabilizadoras” de Irán.

Las relaciones entre Estados Unidos e Irán, malas desde los años 1970, se han deteriorado aún más desde que Trump decidió en mayo de 2018 retirarse unilateralmente del acuerdo internacional alcanzado en 2015 en Viena sobre el programa nuclear iraní.

Con este acuerdo, que supuestamente debía calmar los temores de la comunidad internacional sobre un acceso de Irán a la bomba atómica, Teherán aceptó limitar drásticamente su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones en su contra.

Pero al denunciar este texto, Washington ha vuelto a imponer severas sanciones extraterritoriales a la República Islámica, suspendidas o limitadas tras el acuerdo de Viena.

– “Crimen contra la humanidad” –

Esta política de Washington impide a la República Islámica beneficiarse de las ventajas que esperaba se derivasen del acuerdo. Teherán la ha denunciado de forma reiterada, calificándola de “crimen contra la humanidad” o de “terrorismo económico”.

Por su lado, Trump, que aboga por una política de “máxima presión” a Teherán, intenta empujar al país a negociar un “mejor” acuerdo que el de Viena.

Pero Teherán excluye cualquier negociación “con el actual gobierno estadounidense” y amenaza con desentenderse progresivamente del acuerdo de 2015 si las demás partes firmantes del texto (Alemania, China, Francia, Reino Unido y Rusia) no le permiten sortear las sanciones de Washington.

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