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Dos candidatos opuestos para ocupar la presidencia de Austria

Los candidatos presidenciales austríacos Alexander Van der Bellen (izq), por los Verdes, y Norbert Hofer, por la ultraderecha del FPOE, en un debate televisado en Viena el 27 de noviembre de 2016 afp_tickers

A pesar de su amabilidad en los debates, todo les separa: los dos rivales para la presidencia de Austria, un ecologista y un líder de ultraderecha, encarnan dos culturas políticas, dos generaciones y dos temperamentos que polarizan a la sociedad austriaca.

La campaña ha durado meses pero ninguna palabra se ha escuchado más alta que la otra, ni por parte del ecologista Alexander Van der Bellen, de 72 años, un profesor universitario jubilado, ni de su rival de ultraderecha, Norbert Hofer, de 45 años, exingeniero aeronáutico.

Sin embargo, “estamos muy alejados ideológicamente”, declaró Hofer en un reciente debate televisado. “Encarnamos dos conceptos opuestos”, abundó su adversario.

Uno de ellos será elegido presidente de la República tras los comicios de este domingo.

Norbert Hofer ya no es el desconocido que salió de las sombras del FPÖ (Partido de la Libertad) y de su jefe, Heinz-Christian Strache, que era al principio de esta larga campaña. Sin embargo, sigue presentándose como un hombre “nuevo”, pese a sus más de veinte años en política.

“Hofer defiende las posiciones de Strache pero con un manto de terciopelo”, considera el diario Österreich, según el cual Hofer “granjea votos gracias a su aspecto simpático”. El candidato perdió por un estrecho margen la segunda vuelta de las presidenciales el pasado mayo, un escrutinio que fue anulado por un recurso presentado por su partido.

Vicepresidente del Parlamento desde 2013, este hombre “de buenas maneras”, según el diario Die Presse, nunca deja de lado ni su sonrisa ni su bastón, indispensable desde el accidente de parapente que tuvo en 2003.

Norbert Hofer no se cansa nunca de presentar a su rival, economista, como un hombre arrogante y sentencioso.

El viejo profesor, de apariencia austera y cejas puntiagudas, es un blanco perfecto para ello.

Exmiembro del partido socialdemócrata, Alexander Van der Bellen fue durante diez años el rostro de los Verdes austríacos, una formación que dirigió hasta 2008.

Durante ese período, los Verdes se convirtieron en la cuarta fuerza política del país, por detrás del FPÖ.

– Sin aciano en la solapa –

Mientras que Van der Bellen ha tratado de convencer al electorado moderado con una campaña de centro, el FPÖ lo presentó como un “izquierdista de costumbres burguesas”, apoyado por los “comunistas” y acusándole de mantener las posiciones de su antiguo partido en materia de inmigración. Los Verdes siempre han defendido una sociedad abierta y multicultural, algo que siempre ha criticado el FPÖ.

La cuestión migratoria ocupó el centro de la campaña en un país de 8,5 millones de habitantes que ha registrado 130.000 solicitantes de asilo desde principios de 2015.

Van der Bellen reivindica que él mismo es un “hijo de refugiados”, hijo de un aristócrata ruso y de una madre estonia que habían huido del ‘stalinismo’. Creció en la provincia del Tirol, fronteriza con Italia.

Por su parte, Hofer, nacido el 2 de marzo de 1971, es hijo de un concejal municipal conservador del Burgenland, provincia que linda con Hungría. Es responsable regional del FPÖ desde 1996.

En 2005, el líder histórico del partido, Jörg Haider, se vio obligado a crear su propia formación al verse superado a nivel interno por Strache, más radical, pero Hofer decidió seguir con este último.

Con todo, a causa de los reveses electorales y por el impulso de Norbert Hofer, al cargo del programa del partido, el FPÖ ha pulido su discurso, prohibiendo expresiones abiertamente xenófobas.

Norbert Hofer trató a Van der Bellen de “fascista verde” aunque luego lamentó haberse tomado esta licencia lingüística.

Además, el líder ha pedido a los militantes de su partido que dejen de lucir la flor de aciano en la solapa, que él mismo llevó en el pasado. Asegura que está harto de que la gente asimile esta flor con un signo de admiración de la gente hacia Hitler antes de 1938, a pesar de que este símbolo “existía antes” de este período.

“Al hablar de Norbert Hofer, hablamos de alguien fascinado por la ideología de la Gran Alemania. Hablamos de alguien que se sacó de la chistera un jefe de partido que ha frecuentado círculos neonazis”, recuerda en un editorial Christian Rainer, redactor jefe del semanario Profil.

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