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“La patria, al final, no es el pasaporte que uno maneja”

Los esposos Roberto y Elena Schaub, con sus hijos Fred y Maya, a su llegada a Bolivia en 1950. privat

Así resume el ingeniero suizo Fred Schaub el sentimiento que le une a Bolivia, país al que llegó con sus padres a los cinco años, en 1950. Hoy es gerente de Kalifra Ltda, sólida empresa de metalmecánica.

Educado en Suiza y arraigado en las montañas andinas, teme que su país de adopción caiga en la trampa del racismo e incluso de la confrontación, pero no renuncia a la esperanza de consenso entre las fuerzas políticas en pugna.

Un contrato en la mano y muchos sueños hicieron que la familia de Roberto y Elena Schaub emprendieran hace 58 años el camino a Bolivia. Desde entonces han pasado muchas cosas, buenas y malas que, con visible emoción, recuerda el ingeniero Schaub al repasar su historia familiar.

Tras dos años en la firma Volcán, también suiza, Roberto forma con su compatriota Carlos Buff la maestranza y fundición Schaub Buff, pero cuando la fortuna comenzaba a sonreírles, fallece en 1956. Ante el infortunio, recuerda Fred, “mi madre asumió la responsabilidad y una de sus primeras decisiones fue enviarme a educar en Suiza”. Corría el año 1957.

Cambio de mundo y de sistema educativo

Mientras doña Elena y su asociado Carlos Buff impulsaban la empresa común en Bolivia, que además representa a los ascensores Schindler, el entonces niño de 11 años afrontaba otra realidad: nivelar sus conocimientos adquiridos en la escuela en La Paz con los de Zúrich.

“No tuve falencias en materias claras como matemáticas, geometría, etc; pero sí un retraso del 100% en lo que se refiere a geografía e historia suiza y tal vez un 50% en el idioma alemán. Tuve la necesidad de repetir la quinta de primaria en Suiza”, cuenta a swissinfo Fred Schaub.

Su formación escolar y universitaria lo llevaron a Zúrich y el Jura, antes de coronar su formación con el título de ingeniero mecánico y emprender el retorno a Bolivia, en 1970.

Se aprende a navegar en aguas agitadas

Como ocurre en gran parte de América Latina, y otras regiones del planeta, las épocas de bonanza y los sobresaltos van de la mano. La empresa Schaub Buff instala en 1958 el primer ascensor Schindler en la ciudad de Cochabamba y desde entonces es referencia casi ineludible en el sector, como lo es en estructuras metálicas de doble contacto y en fachadas y ventanas de aluminio, además de proveedor de varios materiales afines.

En determinado momento ampliaron su horizonte comercial con una empresa suiza de importación y una fábrica de clavos, pero las tormentas inflacionarias, las descontroladas desvalorizaciones del dólar y la inestabilidad política circunstancial, sobre todo en la “época de la UDP -cuando la inflación llegó a 27.000%-, obligaron el cierre de ambas y la fusión en una sola firma: la actual, Kalifra Ltda.”.

A diferencia de muchas otras, no naufragaron y, hoy, Kalifra Ltda. goza de un sólido prestigio por las normas de calidad que cumple y el compromiso social con sus 37 empleados. “Ellos saben que aparte de tener un trabajo seguro, también tienen calidad de vida y por esto se sienten identificados con la empresa”, precisa el gerente general al tiempo de subrayar que muchos de su personal trabajan desde hace 20 y 30 años.

A pesar del singular sistema jurídico y las circunstancias económicas desfavorables por ahora, se muestra decidido a conservar esas 37 plazas de trabajo.

Los cambios son bienvenidos, si son positivos

Bolivia tuvo, entre 1985 y 2005, 20 años de vida económica relativamente estable entre los clásicos vaivenes políticos. La elección mayoritaria del actual presidente indígena Evo Morales Ayma, en 2005, sorprendió a muchos, pero también es cierto que “tanto el pueblo como los empresarios deseábamos un cambio para ver el futuro con mejores perspectivas”, señala el ingeniero Schaub, sin ocultar un gesto de decepción.

A su juicio, el manejo populista del gobierno y las posturas intransigentes de algunos prefectos (gobernadores) de la denominada “media luna” (Santa Cruz, Beni, Pando, Chuquisaca y Tarija) tienen al país en un estado de crispación y estancamiento. Más aún, crece la tendencia al racismo; es notable la discriminación entre las diferentes clases sociales del pueblo, en las oficinas y hasta en el transporte.

“Definitivamente, si no se llega a un consenso entre el gobierno y los prefectos de la “media luna”, podemos llegar a una confrontación, hasta a una guerra civil”, predice con amargura al tiempo de abogar por la pacificación entre todos los sectores sociales del país del que se considera parte y se siente bienvenido.

Suiza, pasatiempos y perspectivas

Fred Schaub habla con gusto de Los Alpes, las montañas del Jura y del cantón materno de los Grisones, pero sin grandes muestras de añoranza o imperioso deseo de volver. Cuenta a swissinfo que hace 15 años que no va a la Confederación Helvética y que prefiere disfrutar del entorno social que tiene, y conocer la nación donde reside y es aceptado.

“El país (Bolivia) siempre me ha ofrecido muchas oportunidades y desde que volví, en el 70, sentí una gran aceptación”, nos dice sin ocultar un gran cariño cuando se refiere a sus parientes bolivianos, dado que contrajo matrimonio con la cochabambina Lila Galindo, de cuyo primer matrimonio tiene dos hijos: Álvaro y Claudia Camacho, hoy integrados en el manejo de la empresa familiar.

Aficionado desde niño al aeromodelismo y al tenis, el ingeniero Schaub lamenta disponer de poco tiempo para sus pasatiempos, pero confiesa que esta carencia es compensada con las perspectivas y los logros de empresario, especialmente por el sitio logrado en la economía boliviana.

El profundo apego al país andino no le impide constatar que la situación jurídica actual no anima a las inversiones extranjeras ni nacionales, pero no renuncia al optimismo ni a las perspectivas del sueño iniciado por sus padres hace 58 años en suelo ajeno.

Aunque sigue de cerca lo que pasa en la patria lejana, afirma con sinceridad que se siente muy a gusto en Bolivia, donde, según dice, se siente arropado por las altas montañas y la inmensa planicie del altiplano. Al escucharle compartimos su conclusión de que “patria, al final, no es el pasaporte que uno maneja”.

swissinfo, Félix Espinoza R., La Paz.

El ingeniero mecánico Fred Schaub es originario del Lucerna. Llegó a Bolivia con sus padres Roberto y Elena cuando tenía cinco años. Tiene una hermana, Maya, hoy radicada en Alemania.

Está casado con Lila Galindo y tiene dos hijos, Álvaro y Claudia Camacho.

Realizó su formación profesional en Zúrich y en el Jura. Actualmente es gerente general de la empresa familiar Kalifra Ltda., representante de los ascensores Schindler desde hace 54 años. El primero que instalaron sigue funcionando en un hotel de Cochabamba.

La empresa compartida con Carlos Buff tiene oficinas en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba. Kalifra Ltda. es la heredera de la maestranza fundada por el padre de Fred Schaub, Roberto, en 1952, y de la posteriores fábrica de clavos Delta y de una importadora suiza.

Hoy figura en la vanguardia de las firmas de metalmecánica y de ascensores. Da trabajo a 37 personas.

El poco tiempo que le deja su cargo, Fred Schaub lo dedica esencialmente a su gran pasatiempo: el aeromodelismo. Pondera la calidad humana del pueblo boliviano, a pesar de la actual tendencia al racismo entre las clases sociales.

Residencia de unos 900 suizos, la mayoría doble nacionales. Gran parte se dedica a actividades económicas: desde pequeños hasta grandes empresarios.

País de concentración de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).

Ubicada en el centro de América del Sur, tiene una extensión de 1.098.581 km2 y una población de 9,2 millones de habitantes, población en la que los indígenas quéchuas, aimaras, guaraníes y de otras etnias constituyen una parte sustancial.

El actual presidente indígena Evo Morales Ayma llegó al poder en 2005 y hace poco fue ratificado por 67% en un referendo revocatorio. Pese a tal mayoría afronta una crisis porque los prefectos de Santa Cruz, Cochabamba, Pando, Chuquisaca y Tarija pretenden autonomía política y económica.

El país atraviesa por una profunda crisis política y una amenazadora inestabilidad económica.

La incertidumbre jurídica, las señales de inflación y la desvalorización del dólar, parecen desalentar a la inversión extranjera y provocan timidez inversora en las empresas asentadas en el país.

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