
La agricultura suiza se reinventa ante el cambio climático

La comunidad agícola de todo el mundo busca soluciones para hacer frente al aumento de las temperaturas. En Suiza están experimentando con nuevos cultivos capaces de resistir el calor y la sequía. Pero la transición no está exenta de obstáculos.
Al disiparse la densa niebla matutina, surge un paisaje poco habitual: entre campos de patatas y remolachas, se alinean perfectamente las plantas de arroz que asoman sobre un terreno parcialmente inundado.
Las espigas han madurado y muestran granos de color oscuro. La escena resulta sorprendente, pues estos arrozales recuerdan a los paisajes agrícolas del sudeste asiático, muy lejos del campo bernés en el que nos encontramos.
«Somos una familia de pioneros. Nos gusta hacer lo que los demás no hacen», nos cuenta Léandre Guillod. Junto a su hermano, este agricultor e ingeniero agrónomo es el mayor productor de arroz al norte de los Alpes en Suiza. Lo encontramos en sus arrozales de Aarberg, entre los más septentrionales de Europa, justo en plena preparación para el momento más decisivo del año: la cosecha.

Para los hermanos Guillod, el arroz no es simplemente un cultivo. «Es una pasión», afirma Léandre. «No pasa un día sin que pensemos en el arroz: en su cultivo, en cómo utilizarlo y en cómo cocinarlo». No obstante, lo más importante es que la planta de Oryza sativa representa una elección estratégica de cara al futuro.
Como muchas personas que trabajan en la agricultura en Suiza y en el mundo, Guillod debe adaptar sus plantaciones a un clima cada vez más cálido. Las temperaturas más altas, la sequía y las lluvias intensas e imprevisibles están alterando los cultivos tradicionales, que sufren debido al cambio climático. Las enfermedades vegetales se extienden y los rendimientos de los cultivos más importantes para la alimentación humana, como el trigo y el maíz, están disminuyendo a nivel global.
Guillod solía cultivar canónigos —el cultivo tradicional de la familia— incluso durante el verano. Sin embargo, el aumento de las temperaturas en los meses más cálidos impide su germinación. Ahora, el agricultor espera haber encontrado una alternativa duradera y rentable.
«Con el arroz ocurre lo contrario: cuanto más calor, mejor», señala.
Aprender a cultivar arroz gracias a YouTube
Para Léandre Guillod lo de sembrar arroz comenzó por casualidad. Hace algunos años, el Centro de Competencia Suizo para la Investigación Agrícola (Agroscope) se puso en contacto con él dentro de un proyecto experimental de cultivo de arroz en la Región de los Tres Lagos (Neuchâtel, Bienne y Morat). El objetivo era promover la biodiversidad y estudiar la viabilidad de cultivos capaces de tolerar un exceso de agua.
La familia Guillod había desarrollado, para su producción de canónigos, una técnica de nivelación de precisión del terreno. Esta resultó fundamental también para el cultivo del arroz, ya que garantiza una inundación uniforme de las parcelas.
El proyecto piloto de Agroscope dio buenos resultados. «Fue la chispa que nos llevó a lanzarnos a la arrocería», explica Léandre Guillod.
En 2019 comenzó a sembrar arroz en una pequeña superficie en Lugnorre, una zona históricamente pantanosa cerca del canal que une los lagos de Morat y Neuchâtel. «Sabíamos poco o nada sobre el arroz. Vimos vídeos en YouTube y visitamos arroceros en Italia y Francia», nos cuenta.

Plantas de arroz en agua, como en Asia
A diferencia de la primera plantación de arroz en Suiza, que se realiza en seco en el cantón del Tesino desde 1997, Guillod cultiva el arroz en terrenos inundados. El agua desempeña un papel crucial, ya que actúa como aislante térmico: protege las raíces de los cambios bruscos de temperatura.
Eso es fundamental para los terrenos que están al norte de los Alpes, donde es corriente que las temperaturas desciendan por debajo de los 20 °C, el límite crítico para que crezca el arroz. Además, el agua reduce la presencia de insectos y hongos patógenos y limita la proliferación de malas hierbas.
La elección de apostar por el arroz fue arriesgada, reconoce Guillod. Adaptar el cultivo de una planta semitropical al clima del noroeste de Suiza no ha sido fácil. «Ha sido un cambio radical: toda la vida hemos luchado por no tener agua en los campos, mientras que ahora hacemos todo lo posible por tenerla».
El agricultor siembra el arroz en un vivero y traslada las plantas jóvenes a los campos inundados, siguiendo la tradición asiática. Para ello utiliza una máquina importada de Japón.
La apuesta ha resultado ganadora, al menos hasta ahora. La superficie cultivada con arroz ha aumentado progresivamente, alcanzando un total de 11 hectáreas (seis en Lugnorre, a las que se sumaron en 2022 otras cinco en Aarberg). Hoy, el arroz ocupa la mitad de los terrenos agrícolas de la familia.
Léandre Guillod cultiva seis variedades diferentes, entre ellas arroz para risotto, la variedad Jasmine originaria de Tailandia y arroz japonés para la preparación de sushi. El arroz se vende en pequeñas tiendas de varios cantones, a un precio de unos 12 francos por kilo. «El año pasado, el arroz generó casi la mitad de nuestros ingresos», afirma.
Almendras, olivos y quinoa para la agricultura suiza
En Suiza, una docena de explotaciones agrícolas cultivan arroz en terrenos con agua, sobre un total de unas 20 hectáreas. Sin embargo, el arroz no es el único cultivo “exótico” del país.
El cambio climático también está favoreciendo los cultivos al aire libre de melones, sandías y batatas, que pueden beneficiarse de otoños cada vez más cálidos. El periodo vegetativo en Suiza se ha alargado aproximadamente 30 días desde 1900.
Los olivos, ya presentes desde hace tiempo en el Tesino, se están extendiendo también al norte de los Alpes. Recientemente, las explotaciones productoras han creado una asociación para desarrollar toda la cadena de valor, incluida la producción de aceite.
El almendro, normalmente presente en la zona mediterránea y en California, podría ser también una opción interesante para la agricultura suiza, según Agroscope, que en 2024 publicó un estudio sobre cultivos alternativos resistentes al cambio climático.

«El aumento de temperaturas abren nuevas posibilidades para cultivos hasta ahora poco comunes, como batatas, quinoa, sorgo, soja o garbanzos», explica a Swissinfo Hannah von Ballmoos-Hofer, de la Unión Suiza de Agricultores. Estas plantas suelen ser resistentes al calor y a la sequía, y se prestan bien a la integración en las rotaciones de los cultivos existentes, subraya.
Volviendo al arroz, Agroscope considera que su cultivo en campos inundados puede resultar interesante, tanto desde el punto de vista financiero como ambiental. El potencial de superficie cultivable con arroz en Suiza se estima en 1.000 hectáreas.
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De momento, estos cultivos alternativos se mantienen como una solución muy específica dentro de la agricultura. «El paso a nuevos cultivos requiere inversiones elevadas y conlleva incertidumbres», afirma Von Ballmoos-Hofer. A menudo faltan competencias, maquinaria adecuada, semillas, así como instalaciones para la transformación y comercialización. Además, el mercado es reducido y está fuertemente influido por las tendencias de consumo.
Sin embargo, añade, a largo plazo la diversificación de la producción ofrece a la agricultura oportunidades para una mayor resiliencia y adaptación al cambio climático.
Los modelos climáticos prevén que las temperaturas estivales en Suiza podrían aumentar más de 7 °C en los próximos 60 años. Por otro lado, las precipitaciones podrían disminuir de forma sustancial. Debido al calor y a la sequía, el rendimiento de las cosechas podría reducirse en más del 50 % para 2050-2060.
Los cereales de otoño (como el trigo y el centeno), las patatas y los cultivos forrajeros son especialmente vulnerables al cambio climático, porque son sensibles a la escasez de agua o a inviernos suaves, explica Von Ballmoos-Hofer. También la fruticultura y la viticultura se encuentran bajo presión.
«La selección de variedades resistentes se vuelve, por tanto, cada vez más importante, al igual que una gestión hídrica adecuada», afirma.
El riesgo del arroz
En el arrozal de Aarberg, Léandre Guillod ha terminado la cosecha de arroz negro. No está demasiado satisfecho. «No ha sido un buen año», afirma. Estima la producción total de este año en unas 3 toneladas por hectárea, aproximadamente la mitad respecto al año excepcional de 2024.
La pasada primavera, en el momento de la siembra a finales de mayo, las temperaturas eran demasiado bajas, lo que ralentizó el desarrollo de las raíces. En verano, las semanas de calor intenso fueron escasas, con consecuencias sobre la floración. «Ese es el riesgo del arroz: hay numerosas fases críticas y la temperatura es un factor limitante», explica Guillod.
A pesar de la cosecha reducida, el agricultor mantiene la confianza. «El arroz es el cultivo del futuro», dice. «El ser humano lo cultiva desde hace más de 7.000 años. Nosotros lo hacemos solo desde hace seis. Ya hemos logrado buenos resultados, pero aún queda mucho por aprender».
Texto editado por Gabe Bullard y adaptado del italiano por Carla Wolff.

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