André Ventura, la ultraderecha a la portuguesa
Mar Marín
Lisboa, 27 ene (EFE).- «De mí, todos quieren ser enemigos». André Ventura, excomentarista deportivo, profundamente religioso y formado en el partido conservador, pelea por consolidar Chega, la ultraderecha que ha acabado con la «excepción» portuguesa.
«Tenemos casi una disputa a ver quién es el mayor enemigo de Chega», proclama Ventura en un mitin en Beja, en el Alentejo, tierra de campos donde se concentra mano de obra inmigrante que trabaja en el latifundio portugués.
Antiguo bastión comunista, la zona es ahora granero de la ultraderecha. El caso ilustra la ascensión de Ventura, que pesca en las revueltas aguas del descontento social utilizando la vieja fórmula de la ultraderecha europea: populismo y provocación.
UN ANTISISTEMA PRODUCTO DEL SISTEMA
Nacido hace 39 años en Algueirão, en las afueras de Lisboa, se bautizó por decisión propia a los 14 años y a los 17 se planteó ser sacerdote, pero terminó por estudiar Derecho.
Fue profesor universitario, militó en el socialdemócrata PSD (centroderecha) y adquirió cierta fama como comentarista deportivo, siempre del lado del Benfica, el equipo más popular de Portugal.
Frustrado por su fallida candidatura con el PSD en las municipales de 2017, lanzó Chega en 2019 y acabó con la «excepción» que mantenía a Portugal sin representación de la ultraderecha.
El partido se estrenó con 67.000 votos -un escaño- y dos años después, en las municipales, superó los 200.000 votos.
En medio, una jugada audaz. Ventura se midió con Marcelo Rebelo de Sousa, el político más popular y mejor valorado de Portugal, en las presidenciales de enero de 2021. No tenía ninguna posibilidad, pero se anotó medio millón de papeletas.
Contrario a la eutanasia y al aborto –«nunca condenaría a una mujer que aborta», matiza–, hace suyo el lema salazarista «Dios, Patria, Familia y Trabajo», aunque niega ser un nostálgico de la dictadura.
Le molesta que le encuadren en la «extrema derecha» y medios locales le han bautizado como «un antisistema creado por el sistema».
Un «antisistema» que ha recibido las bendiciones de la ultraderecha europea, desde Marine Le Pen a Matteo Salvini, y que presume de su relación con Vox.
QUIERE SER MINISTRO
Ahora pelea por situar a Chega como tercera fuerza política y las encuestas le dan posibilidades, con una proyección de voto de entre el 5 y el 7%, un salto cualitativo.
En un escenario de empate técnico entre socialistas y PSD para las legislativas del domingo, las cuentas no cierran en la derecha sin Chega. Y el apoyo de Ventura tiene precio: quiere ser ministro.
Argumenta que el acuerdo que PSD y Chega mantienen en Azores –con la ultraderecha fuera del Gobierno– no es el modelo y reclama una cartera.
«Tal vez Justicia sea la más ligada a mi formación y creo que es también donde tengo las ideas más claras», ha dicho en una reciente entrevista.
Su formación en Derecho no le impide lanzar propuestas anticonstitucionales, como confinar a los gitanos o limitar la entrada de inmigrantes de países islámicos.
En su primer año en el Parlamento, provocó un clima de crispación insólito que culminó cuando pidió la deportación de una diputada de izquierda originaria de Guinea Bissau.
FIN DE LA EXCEPCIÓN PORTUGUESA
«En Portugal no hay un cinturón rojo alrededor de Chega. Si es necesario pactar para formar Gobierno, se pactará», augura el analista António Costa Pinto.
Si Chega crece, «puede alterar la lógica tradicional del sistema partidario portugués», advierte a Efe André Azvedo, profesor de la Universidad Católica de Lisboa.
En un país de consensos, sin crisis migratorias ni grandes conflictos sociales, ¿cómo se abre paso la ultraderecha?
Muchos son los factores. El desgaste de los partidos tradicionales, el viraje al centro del PSD, referente conservador en Portugal, y la desconfianza de los electores en el sistema.
«Cuando se crea un partido de derecha radical con una retórica muchas veces populista, explota la insatisfacción con el sistema político», continúa Azevedo.
En sus discursos, Ventura recurre a un tono mesiánico, lanza consignas anticorrupción y proclama que «el sistema va a temblar».
«Se enfoca en una agenda más populista de derecha y un discurso antisistema que hasta ahora Portugal no tenía en la derecha», apunta el analista.
Y tiene carisma. «Es un buen comunicador; por lo tanto, es también un líder político que consigue aprovechar ese potencial de crecimiento. Tiene mucho espacio mediático. Casi constantemente envuelto en polémicas mediáticas, mucho tiempo en la televisión», sostiene Azevedo.
«Estamos bajo el fuego de todos lados», presume Ventura en campaña. «Somos como aquellos boxeadores que cuanto más llevan, tienen más fuerza. Somos una especie de Rocky Balboa del siglo XXI».
Sylvester Stallone se catapultó a la fama con la película de este boxeador de segunda que peleaba por ser campeón.
Las urnas dirán si Ventura logra su sueño de ser ministro. EFE
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