Armin Laschet, el ave fénix de la política alemana

Dado por vencido en múltiples ocasiones, el conservador alemán Armin Laschet, candidato del partido de Angela Merkel para sucederla como canciller, siempre ha logrado renacer de sus cenizas, como un ave fénix.
E incluso tras el revés de su bando en las legislativas del domingo, espera hacer gala de su reputación e intentar, pese a su escasa popularidad, suceder a Merkel, con quien comparte su línea centrista y proeuropea.
El domingo, su partido, la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) y su aliado bávaro, la CSU, registró un revés histórico: quedó relegada al segundo puesto en las elecciones legislativas, con el 24,5% de los votos, según las estimaciones, por detrás de los socialdemócratas, que habrían recabado en torno al 26%.
Un descenso atribuido en gran parte a la campaña de Armin Laschet, salpicada de meteduras de pata.
«Haremos cuanto podamos para construir un gobierno dirigido por la Unión» CDU-CSU, aseguró no obstante el candidato democrisitano, campeón en «remontar» en política.
Aritméticamente, tiene la posibilidad en el Parlamento, lo que le permitiría suceder a Angela Merkel en la cancillería, aunque parta con desventaja respecto a los socialdemócratas.
– «Armin el turco»-
Laschet se presenta como un heredero natural de la actual canciller, que es claramente su modelo político.
Este padre de tres hijos es un «europeísta entusiasta» y fue uno de los pocos que la apoyó sin reservas en su decisión de acoger a cientos de miles de migrantes de Siria y Afganistán en 2015.
Su amplia política de integración cuando era ministro regional en 2005 le valió el apodo de «Armin el turco» dentro de la CDU.
Armin Laschet nació en febrero de 1961 en el seno de una familia modesta de Aquisgrán, en la región de Renania del Norte-Westfalia, que dirige desde 2017.
Ferviente católico, Laschet conoció a su esposa en el coro de la parroquia, estudió Derecho y trabajó como periodista antes de lanzarse a la política.
Laschet fue dado como perdedor en muchas ocasiones, pero sorprendió por su resistencia.
En enero obtuvo la presidencia de la CDU y en abril consiguió la candidatura de la derecha al imponerse al popular líder de la pequeña formación bávara CSU, Markus Söder, después de una guerra interna feroz.
– Muerto de risa –
Se aprovechó luego de las meteduras de pata de la candidata ecologista, Annalena Baerbock, a la que los sondeos daban en cabeza, para recuperar terreno. Laschet presentó un programa electoral poco definido pero tranquilizador, algo que entronca con el credo de Merkel de no hacer experimentos en periodo de campaña electoral.
Pero las inundaciones en el oeste de Alemania a mediados de julio, que dejaron unos 180 muertos, de los cuales cincuenta en la región que él dirige, pusieron a prueba sus cualidades para gestionar una crisis.
Y, como durante la pandemia, se distinguió por una increíble torpeza.
Interrogado por una periodista sobre la posibilidad de tomar medidas más enérgicas contra el cambio climático, considerado en parte responsable de las inundaciones, respondió: «Discúlpeme, señorita. No es porque haya ocurrido esto que debemos cambiar de política», lo que le valió innumerables críticas en las redes sociales, tanto por el tono condescendiente como por el contenido de la respuesta.
Luego, durante una ceremonia de homenaje a las víctimas de las inundaciones, una imagen causó estupefacción en Alemania. Laschet, en segundo plano detrás del jefe del Estado, Frank-Walter Steinmeier, aparece muerto de risa.
Además, tuvo que reconocer que hubo «errores» ante las acusaciones por plagio de un libro escrito en 2009.
Cada vez que pide perdón pierde intención de voto y muchos dudan de que pueda dar vuelta a esta tendencia.
Hasta tal punto que Angela Merkel, que se había mantenido al margen de la campaña, salió a apoyarlo multiplicando las apariciones a su lado en mitines electorales. Valiéndose de ese apoyo, Laschet advirtió a sus rivales: no hay que «subestimarle».