BB, según Brigitte Bardot
Catalina Guerrero
París, 28 dic (EFE).- «La libertad es ser uno mismo, incluso cuando resulta incómodo», proclamaba Brigitte Bardot en el epígrafe de ‘Mon BBcédaire’ (Mi BBcedario), publicado el pasado 1 de octubre de su puño y letra redondeada en tinta azul y con tachones, como un último manifiesto de un ícono del siglo XX que dice adiós a los 91 años.
«Muerte. Única certeza de una cita próxima o lejana que no perdona a nadie y nos condena a todos», escribía la cantante, actriz y activista en defensa de los animales francesa en su original testamento sobre su vida, pensamientos y personas que la habitaron.
De la A de ‘abandono’ a la Z de ‘zoológico’, la mítica intérprete de películas como ‘Le Mépris’ (‘El desprecio’, de Jean-Luc Godard, 1963) se expresa sin filtros sobre múltiples aspectos de su larga e intensa vida.
«Edad. Invención humana impuesta por la naturaleza, ya que todo tiene un principio y un fin», reflexionaba poco antes de su fallecimiento.
Mito erótico desde finales de los años cincuenta del pasado siglo, la protagonista de ‘Et Dieu… créa la femme’ (‘Y Dios…. creó a la mujer’, 1956, de Roger Vadim, su primer marido), que la lanzó a la fama, define el erotismo como «juegos amorosos donde todo vale, con imaginación, perversidad perturbadora y travesuras amorosas».
La mujer para la que el amor era «un darse absoluto a un ser, un animal o una pasión»; el deseo, «una pulsión erótica por alguien, que puede ir hasta la muerte»; hacer el amor, «una alianza entre dos seres que se encuentran en la absoluta necesidad de mezclarse intercambiando sus labios» y gozar, «disfrutar a fondo de todos los placeres, en particular de los de la carne», siempre expresó una profunda fobia hacia el embarazo y la maternidad.
Para Bardot, que tuvo un hijo y abortó en varias ocasiones, el embarazo era «un castigo degradante impuesto a los cuerpos de las mujeres después de haberse entregado a un hombre» y la maternidad «no vale la pena».
De Belmondo a Delon pasando por Gainsbourg y otros
Sin pelos en la lengua, BB recordaba en su ‘BBcédario’ a múltiples celebridades. Así, describía al actor francés Jean-Paul Belmondo como un «gran tipo, un actor brillante, divertido y valiente», mientras que de Alain Delon decía que llevaba «dentro de sí lo mejor y lo peor».
En cuanto al italiano Marcello Mastroianni, aunque «encantador», era, según ella, solo «un buen actor sin genio ni personalidad verdaderamente inolvidable», frente al «monumental» Vittorio De Sica, de quien loó su «elegancia, talento, humor, seducción e inteligencia», así como del realizador Luchino Visconti, «campeón de la elegancia», autor de un cine «intelectual y suntuoso».
Expresaba igualmente su adoración por el cantante francés Georges Brassens, «un hombre único, sencillo, auténtico, pleno de talentos y tan tímido», así como su atracción hacia Serge Gainsbourg, cuyo «talento rozaba el genio» y ostentaba «una curiosa mezcla de nobleza y vulgaridad», y con el que mantuvo un fugaz e intenso romance, del que nació la mítica canción «Je t’aime, moi non plus».
Fiel a su imagen de indomable y libre, Brigitte Bardot se definía como «salvaje» y mostraba su simpatía por otras mujeres con las que se identificaba como la escritora Françoise Sagan, autora de ‘Bonjour tristesse’; la actriz Jeanne Moureau, con quien coprotagonizó ‘Viva Maria’ (1965, dirigida por Louis Malle), así como por la reina Isabel de Inglaterra o la «única para siempre» Édith Piaf.
El paraíso perdido y el mundo actual
Pero es cuando habla de Saint-Tropez, su refugio en el sur de Francia durante décadas, donde BB mostraba más nostalgia.
La propietaria de la celebre casa asomada al mar La Madrague se lamentaba de que lo que era «un pueblecito pesquero tan bonito» cuando ella se instaló en los años sesenta, se ha convertido en «una ciudad de multimillonarios donde ya no se reconoce nada de lo que la hacía tan encantadora».
Fiel a sus controvertidas posturas, la activista por los derechos de los animales («los ángeles de esta tierra» y los únicos de los que puedes esperar «fidelidad») pintaba un retrato sombrío de la Francia actual, que consideraba «aburrida, triste, sumisa, enferma, dañada, devastada, ordinaria, vulgar…»
BB, que mostró su cercanía a Marine Le Pen, creía que la derecha constituye el «único remedio urgente para la agonía de Francia».
De la Unión Europa decía que es «un matrimonio forzado, ridículo, que terminará mal, pero que tiene que terminar». Y del presidente estadounidense, Donald Trump, decía: «me da igual».
Oda a la vida y a la locura
«La vida es un misterio precioso y frágil», decía, y pedía cuotas para evitar la superpoblación mundial, «que siembra la muerte a su paso».
Y frente al «naufragio» de la vejez, recomendaba dar gracias a los años «ganados a la vida» y mantener siempre dosis de locura. «¡Es necesario! ¡Lo razonable mata y molesta! ¡Viva la locura y la exuberancia! Salir de los caminos conocidos, amar con locura, vivir locamente, fuera de la manada», aconsejaba BB. EFE
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