500 años en la Confederación
Basilea celebra este viernes el 500 aniversario de su entrada en Suiza. Tal día como hoy, el 13 de julio de 1501, se firmaba en la plaza del mercado un pacto de alianza que convertía a Basilea en el duodécimo miembro de la Confederación Helvética, formada hoy día por 26 cantones.
«Aquí, todo es Suiza. Incluso la piedra de los adoquines». Con esas palabras los basilenses acogen hoy a los delegados de los otros cantones, invitados para celebrar el aniversario. Como dice un canto popular de la Suiza alemana, con Basilea los confederados encontraron finalmente «la llave para cerrar el país».
Una ciudad estratégica
La integración de Basilea en la Confederación fue, ante todo, un matrimonio de interés. Los confederados obtenían así una ciudad estratégica, a orillas del río Rin, determinante para el control de la frontera norte con Francia y Alemania, convirtiéndose pronto en un centro comercial y cultural de importancia continental.
Para Basilea, la entrada en la Confederación representaba la mejor carta en su juego europeo. La ciudad había luchado para liberarse del príncipe-obispo y controlar su propio destino político. Por su posición clave, la ciudad había tenido la ocasión de aliarse con otros Estados.
Al entrar a formar parte de la Confederación, Basilea renunciaba a tener su propia política exterior, pero obtenía a cambio una seguridad militar y una gran autonomía. La Confederación se había liberado, en efecto, de toda obligación para con el Imperio Germánico.
Una encrucijada económica y cultural
Basilea, que contaba con menos de 10.000 habitantes a finales del siglo XI, era -y sigue siendo- una ciudad internacional gracias a su posición geográfica que facilita todo tipo de intercambios comerciales y culturales. Todavía hoy, Basilea desempeña un papel pionero en la colaboración transfronteriza.
Desde 1460, la ciudad posee una Universidad. Pero, sobre todo, los basilenses habían comprendido enseguida la importancia de la imprenta. Como centro internacional de producción de libros, la ciudad renana desempeñó un papel importante en el terreno científico e intelectual.
Científicos, historiadores, filósofos, médicos, teólogos y artistas han sido atraídos desde muy antiguo por Basilea, que fue una especie de Silicon Valley de Europa en el Renacimiento. En todo caso es una ciudad que ha sabido siempre compaginar los intereses económicos y la vocación cultural.
Con la entrada de Basilea en la Confederación, los habitantes basilenses del campo esperaban beneficiarse de la legendaria «libertad suiza». Pero los nobles y burgueses, que dominaban Basilea Ciudad, se mostraron intransigentes y no estaban dispuestos a abandonar sus privilegios. En el siglo XIX, el conflicto se acentuó hasta el punto de que llegó a originar la secesión sangrienta de Basilea Campiña, en 1833.
Marco Marcacci, Basilea
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