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Los pitbull y su mensaje en la sociedad suiza

Quien posee un pitbull participaría en una lucha de clase. Keystone

Después del Valais y Friburgo, Ginebra toma medidas drásticas para luchar contra los perros peligrosos. Otros cantones como Zúrich y Basilea estudian nuevas reglas.

Mientras varias voces piden al gobierno que promulgue una ley federal, los perros peligrosos suscitan un debate acalorado en Suiza. Dos antropólogos opinan al respecto.

El debate actual sobre los perros de combate no sorprende a la suiza Jacqueline Milliet, investigadora en el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNIC). A su juicio, las reacciones que generan los ataques atroces son más que legítmas.

El reciente 9 de agosto, un bebé de apenas 17 meses era desfigurado por un moloso (dogo) en Ginebra, y un año antes, en Zúrich, las fauces de un pitbull segaban la vida de un niño de seis años.

«La relación con los animales en las sociedades de Occidente ocupa un primer plano desde hace algún tiempo», constata la antropóloga especializada en el estudio de las relaciones entre el hombre y el animal.

«Los animales son un pretexto para hablar de nosotros y de nuestro comportamiento en la sociedad», precisa.

La multiplicación de hechos trágicos tampoco sorprende a Jacques Hainard, director del Museo de Etnografía de Ginebra. «La sociedad occidental tiene la fastidiosa tendencia a no poner en su sitio a los animales», recalca.

Una vieja amistad

Los molosos acompañan al hombre desde hace mucho tiempo. «En las ciudades siempre hubo perros de combate y combates de perros. Es en el siglo XIX cuando -con la llegada de las primeras sociedades protectoras de animales-, comienza la oposición a esos combates y a esos perros», explica Jacqueline Milliet.

«Esta acción surge con el deseo de educar a las masas denominadas trabajadoras, donde los combates de perros eran muy populares. Es también en esa etapa cuando se democratiza la posesión de animales de compañía».

¿Pero por qué reaparecen estos molosos (dogos) en otra época? Jacqueline Milliet cita un primer elemento: «Los animales de compañía nos permiten existir en una sociedad donde el individualismo ha llegado al paroxismo. Los propietarios de perros peligrosos dicen esencialmente: ‘es mi perro, y si yo quiero uno agresivo, es mi derecho'».

«La posesión de un animal de compañía expresa una voluntad de poder. El propietario controla su sexualidad, su alimentación y sus desplazamientos. A cambio, el animal refuerza el aspecto público del dueño. Y si es un pitbull que causa miedo, mejor aún para la sensación de existencia de su amo».

Como los 4×4

La posesión de un pitbull actúa asimismo como muestra de pertenencia a una clase, indica la investigadora. «Es un signo exterior de agresividad, como los vehículos 4×4 (todo terreno)», precisa Jacqueline Milliet.

No habiendo estudiado a fondo este fenómeno, Jacqueline Miliet declina esbozar un retrato tipo del propietario de un pitbull y de otros dogos. No obstante conviene en que ese rasgo exterior de poder puede ser una respuesta simbólica a las clases acomodadas que prefieren los todo terreno 4×4. La prensa francesa señaló el año pasado que el pitbull parecía haberse convertido en un atributo de los jóvenes en los barrios marginales siniestrados.

Jacques Hainard se siente impresionado por la violencia atribuida a estos perros peligrosos y por la virulencia de los debates que suscitan.

«Este asunto testimonia la atracción/repulsión que siente la gente al confrontarse con la barbarie», o al menos con la idea que tiene de ella, recalca el antropólogo originario de Neuchâtel. «Este tema no es nuevo, pero su reaparición tiene lugar en una sociedad que cambia rápidamente, una sociedad en crisis que debate una vez más sobre lo natural y lo cultural de lo salvaje y lo civilizado».

Ahora bien, cada mutación de la sociedad engendra violencia. «Y como no es sencillo canalizar esta violencia, se intenta mitigarla teniendo animales de compañía», concluye Jacqueline Milliet.

swissinfo, Frédéric Burnand, Ginebra.

En Valais, doce razas de perros «peligrosos» están prohibidas desde el 1 de enero de 2006. La correa y el bozal son obligatorios para los perros «peligrosos».

En Friburgo, el gobierno ha adoptado en julio un proyecto de ley que prohibe los perros peligrosos. Los perros potencialmente peligrosos serán sometidos a una autorización y a reglas de conducta.

En el cantón de Vaud, un proyecto de ley que contiene medidas de prevención y formación será debatido por el parlamento cantonal en otoño próximo.

En el cantón Jura, el gobierno ha encargado a un grupo de trabajo establecer de aquí a noviembre 2006 un proyecto de ley sobre la tenencia de perros.

En esta primavera, las autoridades berneses han puesto en vigencia dos cursos obligatorios para los propietarios de perrros peligrosos.

El cantón de Zúrich aborda un nuevo proyecto de ley que imponga una autorización para ciertas razas de perros.

En el semicantón de Basilea-Ciudad, una autorización es obligatoria desde 2001 para ocho razas de perros. Sus propietarios deben seguir una formación. Un nuevo proyecto de ley está en elaboración.

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