 
Zytglogge, el corazón mecánico de la ciudad de Berna
 
Un tic-tac resuena sin cesar en medio del casco antiguo de Berna desde hace casi 500 años. Proviene del Zytglogge, una torre que ostenta uno de los poquísimos relojes astronómicos totalmente mecánicos que aún funciona en Europa.
«Sientan las pulsaciones del Zytglogge», dice Domenico Bernabei, invitándonos a sujetar una de las barras metálicas conectadas al gigantesco corazón mecánico compuesto por engranajes, cuerdas y contrapesos. Con cada tic-tac, la barra tiembla perceptiblemente bajo nuestras palmas.
El Zytglogge, a cuyo interior nos guía Bernabei, es una torre ubicada en el centro del casco antiguo de la ciudad federal de Berna, en la entrada de la Kramgasse (‘Callejón de los tenderos’), la primera calle en torno a la cual creció lo que iba a convertirse en la “capital” helvética (si se preguntan por qué las comillas, les invito a leer este artículo).
Este edificio también es el orgullo de la ciudad, cuyo centro histórico -incluido el Zytglogge- es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1983Enlace externo. Probablemente sea de los pocos edificios de esa lista en los que se puede orinar. De hecho, en su pared norte hay un urinario en funcionamiento desde hace más de un siglo.
Claro que esta no es la curiosidad más importante relacionada con el Zytglogge. Como indica su nombre (Zyt, tiempo, y Glogge, reloj), lo son sus relojes, uno de los cuales es astronómico.
Quienes pasan casualmente por delante y no conocen su historia ni su funcionamiento podrían no darse cuenta de lo extraordinaria que es la estructura que están observando. Incluso en la mirada de muchos turistas que se congregan frente a ella al filo de la hora, a veces puede leerse la decepción de quienes, con el rabillo del ojo, apenas vislumbran los movimientos de las figuras en el último momento.
Lo que hace que todo se mueva es un único mecanismo que los visitantes pueden admirar exclusivamente con una cita previa. Bernabei no sólo es uno de los guías de la ciudad que acompaña a los turistas al interior de la torre, sino también una de las cuatro personas encargadas de dar cuerda al extravagante artilugio.
«No sé cuántas personas en el mundo hacen este trabajo. Es un honor que Berna concede a nuestro equipo», dice Bernabei, a quien le gusta subrayar que es un bernés DOC, bromeando sobre su apellido italiano, que contiene el nombre de la ciudad donde nació.
Todos los días, por turnos, los miembros del equipo giran la manivela que levanta los contrapesos que transmiten la energía necesaria al mecanismo. La recarga debe realizarse como máximo cada 27 horas. A diferencia de otras obras de ingeniería similares aún en funcionamiento, el Zytglogge de Berna sigue funcionando exactamente igual que cuando fue inaugurado en 1530.
 
El especialista de Núremberg
A principios del siglo XVI, Berna deseaba mostrar su riqueza y marcar distancia con la Iglesia católica que, hasta la época de la Reforma protestante, tenía el monopolio casi total sobre los relojes que marcaban el ritmo de la vida cotidiana, explica nuestro guía. Por ello, la ciudad decidió encargar la construcción de un nuevo reloj astronómico a… un alemán (un dato que a muchos berneses les disgusta)..
 
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Cultura
La ‘flor y nata’ de los ingenieros especializados en la fabricación de este tipo de relojes en aquella época era Núremberg, una ciudad alemana medieval, perteneciente al estado de Baviera. Y desde allí llegó Kaspar BrunnerEnlace externo. En el corazón de la torre, durante tres años, dibujó, diseñó, forjó engranajes, montó y desmontó varias veces su obra maestra. Con minuciosidad, anotó la forma de cada componente para que, en caso de avería, pudiera forjarse y sustituirse fácilmente.
El resultado es impresionante. Ese único y complicado corazón mecánico nacido de la mente de Brunner, se mueve. En su totalidad:
- El gran reloj en la parte superior de la torre.
- El astrolabio, donde se indican la hora, las fases lunares, la fecha, el día de la semana, el signo zodiacal actual y la hora del amanecer y del atardecer.
- Los brazos de la figura del bufón, que hace sonar las campanas.
- Los brazos y la boca de la figura de Crono, quien gira el reloj de arena que sostiene en la mano y agita su cetro a cada toque.
- La figura del gallo, que levanta las alas y emite su canto gracias a un fuelle que acciona una trompeta.
- La cabeza del león dorado a la izquierda de Cronos.
- La procesión de osos con armaduras, que gira tantas veces como horas se deben indicar (por ejemplo, a las 11:00 realiza 11 vueltas completas).
Además de todo esto, cada cuarto de hora los engranajes hacen sonar la gran campana y mueven la estatua dorada de Hans von Tann (nombre genérico en alemán para el campanero) en lo alto de la torre. Esta, sin embargo, es una adición más reciente, del siglo XVIII.
La evolución de la torre Zytglogge
El Zytglogge original data del siglo XIII y era una torre maciza que servía como puerta de acceso occidental a la ciudad, aunque ya poseía un reloj astronómico, más rudimentario que el que se puede ver hoy.
Si volviéramos al lugar 100 años después, encontraríamos el edificio en el centro del asentamiento, que entretanto se había expandido hacia el oeste.
Su función en 1300 era todo menos positiva: de hecho, era una cárcel femenina, el lugar donde cumplían condena las mujeres culpables de haber tenido relaciones sexuales con miembros del clero. La prisión, situada en la parte superior de la torre, hacia el este, no tenía paredes, y las desafortunadas quedaban a merced de las inclemencias y de las miradas indiscretas de la gente del pueblo.
Tras el gran incendio que devastó Berna en 1405, se pensó que sería una buena idea transformar el edificio en una torre de vigilancia para detectar los inicios de un incendio.
En 1530 entró en funcionamiento el mecanismo diseñado por Kaspar Brunner, que mueve los relojes y las figuras del carillón. Habrá que esperar hasta el siglo XVIII para ver el Zytglogge en su forma actual, con su aguja cuya cúspide alcanza casi los 25 metros de altura.
Como se puede imaginar, el conjunto es bastante ruidoso. Pero incluso en un país donde el silencio es oro (hasta el punto de que usar la lavadora o pasar la aspiradora los domingos está prohibido en muchos edificios), el Zytglogge es un bullicio al que quienes viven cerca le tienen cariño.
«Muy rara vez, pero a veces pasa que alguno de nosotros cuatro se olvida de haber intercambiado su turno habitual con alguien que está de vacaciones, y el Zytglogge se detiene», cuenta Bernabei. «Pero lo lindo es que de inmediato quienes viven cerca nos llaman y preguntan qué pasó. Se advierte que, como el Aar (NdeR: río afluente del Rin que nace en los Alpes berneses), es un símbolo de la ciudad. Y es algo que la gente de Berna aprecia mucho».
Y ahora dejémonos llevar un minuto por el tic-tac del corazón mecánico de Berna:
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Editado por Daniele Mariani. Adaptado del italiano por Norma Domínguez / CW.
 
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