
Del salazarismo a la covid: la lucha comunista cumple 100 años en Portugal
Cynthia de Benito
Lisboa, 6 mar (EFE).- De enfrentar en clandestinidad la dictadura de António de Oliveira Salazar a defender los derechos laborales ante la embestida de la covid. Es el recorrido del Partido Comunista Portugués (PCP) en sus cien años de vida, que celebra hoy con una promesa: «la lucha continuará».
La jornada ha sido festiva para los militantes pese al confinamiento que vive el país por la covid, que no ha impedido que celebrasen varios actos, aunque con las normas que impone la pandemia.
Mascarillas, gel y distancia han marcado una fiesta que se ha dividido entre un breve desfile que un centenar de miembros del partido ha realizado en Lisboa, y el discurso conmemorativo de su veterano líder, Jerónimo de Sousa, de 73 años, al que solo ha interrumpido la sirena de una ambulancia.
«Quien mire la historia de los cien últimos años encontrará al PCP no como espectadores de la realidad, sino como protagonistas activos de las transformaciones», ha recordado ante unos miembros del partido sentados en sillas separadas por un metro y pertrechados con banderines rojos en una céntrica plaza de la capital lusa.
Reivindicaba así De Sousa el recorrido de un partido imprescindible para entender el último siglo en Portugal, donde fue resistencia a la dictadura de casi cinco décadas que rigió el país (1926-1974) y luego, ya en democracia, fundamental en la contestación a los recortes que llegaron tras el rescate del país en 2011. Ahora afrontan la covid.
«La lucha continuará», ha prometido De Sousa, al frente de una formación que se sigue reclamando como marxista-leninista y que, pese a ir reduciendo su representación en el Parlamento luso, es aún un actor fundamental de la vida política.
LUCHA CONTRA LA DICTADURA Y CLAVE EN DEMOCRACIA
Un siglo después de su nacimiento, el que es el partido más antiguo de Portugal fundamenta su autoridad en el papel jugado durante la dictadura salazarista, algo que ha reconocido hoy el primer ministro, el socialista António Costa.
«Rindo homenaje a su inestimable contribución en la resistencia anti-fascista y anti-colonialista y a la contribución militante para la vitalidad de la democracia en el poder local democrático y en la actividad sindical», ha destacado en Twitter, una herencia que costó muy cara a los comunistas lusos.
El PCP se fundó en Lisboa el 6 de marzo de 1921, y disfrutó de un breve periodo de actividad normal antes de tener que pasar a la clandestinidad en 1927, un año después de que un golpe de Estado acabase con la I República y sentara los cimientos de lo que en 1933 nacería oficialmente como Estado Novo.
La clandestinidad acabó por durar casi cinco décadas, en las que también soportaron la persecución de la policía política, la temida PIDE, creada en 1945. Cientos de comunistas fueron detenidos y torturados a manos de este brazo del régimen, y posteriormente llevados a la prisión de Peniche.
Entre ellos el histórico líder de los comunistas portugueses, Álvaro Cunhal, que escapó en 1960 para irse al exilio y que solo regresó al triunfar la Revolución de los Claveles, en 1974.
El lustro siguiente fue el mejor en términos electorales que ha conocido el PCP en democracia. Llegó a aglutinar el 18,8 % de los votos en las elecciones legislativas de 1979, momento desde el cual su peso empieza a reducirse, hasta conseguir el 6,6 % de los votos en los últimos comicios legislativos, en 2019.
Con todo, se mantienen relevantes gracias a un pragmatismo que cristalizó en 2015, cuando Jerónimo de Sousa alcanzó el histórico acuerdo con el Partido Socialista y el marxista Bloco de Esquerda -bautizado como geringonça- que permitió a Costa gobernar a pesar de haber ganado las elecciones el PSD (centroderecha).
Fue una nueva inyección de importancia de los comunistas, que se han hecho fuertes en las últimas décadas en el poder local y en la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP), el sindicato más importante de Portugal, fundamental en la protesta social desatada por los duros recortes que siguieron al rescate en 2011.
¿Y AHORA? LA RENOVACIÓN PENDIENTE
«El Partido Comunista solo puede crecer, incrementar su influencia. Porque hay muchas injusticias, cada vez mayores», dijo a Efe Miguel Lima, militante que asiste a las celebraciones en Lisboa.
Con 74 años, suma casi medio siglo en el partido, que considera tiene mucho futuro de lucha ante la crisis económica derivada de la covid.
El perfil de Lima es el habitual en el PCP, un partido que tiene su base de votantes en ciudadanos cercanos a la jubilación y lucha por ampliar el atractivo ante los jóvenes, cada vez más concienciados políticamente en Portugal.
Un llamado que aceptó muy pronto Ana Gusmao, que entró al partido con 19 años. Hoy, con 35, celebra el centenario comunista con retos ampliados ante el crecimiento de la extrema derecha en el país.
«Los objetivos para los próximos años es la extrema derecha, la política que defienda a los trabajadores, los servicios públicos, la salud, la educación gratuita, pública y de calidad, la cultura y a los trabajadores», resume a Efe.
La pregunta que se repite periódicamente es si será Jerónimo de Sousa, tras 16 años de liderazgo, quien puede acometer estos desafíos, sobre todo tras su constante pérdida de votos en los últimos años. No pocos expertos señalan como sucesor ideal a João Ferreira, un atractivo eurodiputado y excandidato presidencial de apenas 42 años.
Su rostro es cada vez más popular, aunque no hay señales aún de si será finalmente quien tome las riendas del comunismo portugués para preparar el próximo siglo. EFE
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