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El nacimiento de la democracia moderna en el corazón de Europa

Momentos decisivos de la democracia suiza, con Claude Longchamp. Capítulo 1

La Revolución Helvética trajo la democracia a Suiza. Fue una rebelión contra la aristocracia, y el comienzo de un largo camino que el país no habría podido hacer sin contar con ayuda exterior.

Un día de primavera de 1798, desde el balcón del ayuntamiento de Aarau, Peter Ochs, natural de Basilea, declaraba la República Helvética. En las calles de la pequeña ciudad se produjo un enorme júbilo, porque significaba la liberación de la región de Mittelland del dominio bernés.

Ochs había redactado, de su puño y letra y en nombre del gobierno francés, una constitución nacional con la que crear un Estado unitario. En aquel texto el reformista ilustrado establecía por primera vez a nivel constitucional la separación de poderes entre el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial.

Pintura de Aarau en 1785.
Ciudad de Aarau en 1785. Pintura de Gabriel Ludwig Lory (1763 – 1840). Schweizerisches Nationalmuseum

La República Helvética duró sólo desde 1798 hasta 1803. Esa república estaba totalmente en consonancia con la política francesa de la época, que abogaba por crear repúblicas hermanas, utilizando incluso medios militares cuando fuera necesario. Surgió apoyándose en los ciudadanos económicamente más poderosos, pero carentes de derechos políticos en el Antiguo Régimen. Sin embargo, acabó fracasando por culpa de los aristócratas que gobernaban los gremios, los patricios y los municipios rurales

Esta serie de varios capítulos está hecha a la medida de nuestro autor: la polifacética experiencia de Claude Longchamp le convierte en la persona capaz de hacer hablar a los lugares en los que ocurrieron acontecimientos importantes.

Longchamp es el fundador del Instituto de Investigación gfs.bern y el analista político más experimentado de Suiza. También es historiador. Combinando estas disciplinas, Longchamp ofrece desde hace tiempo recorridos históricos por Berna y otras localidades como city walker, que gozan de una gran popularidad.

«Longchamp interpreta la democracia» fue el título que un periodista puso una vez a su reportaje sobre un «paseo por la ciudad».

La serie multimedia que el autor realiza en exclusiva para swissinfo.ch no se centra en las ciudades, sino en los lugares importantes.

Blogs de Claude Longchamp:

«Stadtwanderer» (Historia);

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Sin embargo, fue un avance hacia la democratización. No obstante, poco después, en 1803 y 1815, se produjeron sendos reveses. La democracia rara vez se desarrolla de forma lineal, sino en oleadas, y el proceso de democratización lleva mucho tiempo, incluso jamás llega a completarse del todo.

El nuevo Estado

Novedoso fue, por ejemplo, la aparición de los partidos políticos, aunque en una forma aún primitiva. Sus programas eran todavía rudimentarios, pero contenían ya reflexiones sobre la modernidad y el progreso.

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Había demócratas, llamados también patriotas, y partidarios incondicionales de Francia. Luego estaban los republicanos. En su mayoría eran personas ricas que estaban también a favor de Francia, pero se oponían al pago de impuestos. También había federalistas que querían revocar las innovaciones presuntamente revolucionarias.

La guerra de coalición de las potencias europeas contra Francia provocó cuatro golpes de Estado en Suiza. El centro de gravedad político pasó de los demócratas a los federalistas. Finalmente, Francia estabilizó la situación con los republicanos.

La existencia de una capital también fue una novedad. No obstante, la capitalidad vivió una auténtica odisea, pasando de Aarau a Lucerna y luego a Berna, antes de acabar en Lausana (véase el recuadro siguiente).

Enfoques de reforma estancados

Durante la República Helvética, Francia, es decir, desde el exterior, inició numerosas reformas para crear un Estado civilizado y burgués.

Se introdujeron las libertades personales. La situación especial de los judíos fue derogada. Y la tortura fue abolida. También desaparecieron los gremios obligatorios y se introdujo la libertad de comercio. Se fundaron escuelas de comercio. El franco suizo vio la luz como moneda nacional única. Las propiedades del clero fueron confiscadas. El impuesto rural sobre los bienes, el famoso «diezmo», fue parcialmente abolido.

Dibujo de asamblea ciudadana.
Momento del nacimiento: La primera reunión de la Asamblea Nacional Helvética el 12 de abril de 1798 en el Ayuntamiento de Aarau. Stadtmuseum Aarau

Pero la nueva república fracasó por la falta crónica de dinero, y también por la guerra europea, que se libró en parte en su territorio. Las disputas internas contribuyeron a ello.

Innovaciones democráticas

Destacan dos innovaciones democráticas de la República Helvética que se reprodujeron también en el surgimiento de otras democracias:

En 1799, se constituyeron las primeras asambleas de ciudadanos varones que elegían a las autoridades municipales. Además, designaban a los electores, los cuales elegían el parlamento, los jueces y la cámara cantonal, que se encargaba de dirigir la administración del cantón. El parlamento elegía un Directorio compuesto por cinco miembros. Este nombraba a los altos funcionarios que se ocupaban de la gestión administrativa, al presidente del Tribunal Supremo y a los funcionarios del gobierno.

El segundo experimento tuvo que ver con el primer referéndum nacional. Se convocó para la revisión constitucional de 1802. Así, la novedad consistía en que ningún colectivo decidía ya a cielo abierto, sino que se contaban los votos de los ciudadanos emitidos en secreto.

Pero el procedimiento de recuento utilizado funcionó según el principio de veto. Los que estaban a favor y los ausentes se contaban juntos. Eso dio mayor aprobación que desaprobación, aunque hubo más votos negativos que positivos. Y así fue como se aprobó la revisión constitucional.

De este modo, hay quien prefiere hablar de una democracia dirigida. Ciertamente, surgieron instituciones democráticas, pero el poder, no hay que hacerse ilusiones al respecto, seguía siendo de los ocupantes franceses.

La guerra civil

De acuerdo con el tratado de paz de Lunéville de 1801, las fuerzas de ocupación se retiraron en verano. Esto causó una desestabilización de la República y condujo a la Stecklikrieg, es decir, el levantamiento de los campesinos, armados con horcas, contra las bayonetas de las fuerzas de la República.

Una vez más, Bonaparte intervino y dictó el Acta de Mediación. Esta intervención lograría crear un equilibrio entre las partes enfrentadas, y en este caso, ¡sin necesidad de un referéndum!

Por primera vez se implantó un modelo federal, con cantones iguales en derechos. A los 13 originarios se unieron ahora los seis cantones «napoleónicos». Para estos últimos, supuso la derogación de las relaciones de súbditos.

A partir de la Paz de Westfalia, en 1648, Suiza se conforma como una república formada por 13 cantones soberanos. No había capital.

El 22 de septiembre de 1792, la monarquía francesa se convierte en república. Bajo su influencia se crearon repúblicas similares en los Países Bajos (1795-1806), Italia (1797-1805) y en Suiza (1798 y 1815).

Siguiendo el modelo francés, la República Helvética se dotó de una capital en 1798, Aarau. Pero, a causa de las guerras, hubo que trasladarla en tres ocasiones.

En 1803, se produjo un cambio en el sistema y la sede del gobierno pasó a trasladarse al lugar de residencia del Landemann respectivo (jefe del gobierno cantonal). Por tanto, había capitales en todos los cantones.

En 1832 se propuso Lucerna como capital permanente de la Confederación Suiza, pero el cantón católico y de tendencia conservadora lo rechazó.

Así, Suiza no consiguió una sede fija para el parlamento y el gobierno federales hasta 1848, si bien sólo tuvo consideración de «ciudad federal», sin ser sede de la administración.

Tras las derrotas de Francia en los campos de batalla, las tropas austriacas y rusas ocuparon el país. Gracias a la mediación de Ioannis Kapodistrias, que más tarde se convertiría en presidente de Grecia, se llegó a un acuerdo en 1814 que fue aceptado por el Congreso de Viena al año siguiente. Según dicho acuerdo, Ginebra, Neuchâtel y el Valais pasaban a pertenecer a la Confederación Suiza, nombre con que se llama el país desde entonces. De este modo, se formó un Estado neutral con fronteras fijas.

El Congreso de Viena concedió dos excepciones trascendentales a la Confederación restaurada: se permitió a Suiza disponer de un ejército nacional y se concedió a los cantones la potestad de firmar concordatos.

La Restauración de la Ciencia Política

El nuevo Estado de 1815 correspondía al espíritu de la Restauración de la época. El término fue acuñado por el patricio bernés Karl Ludwig von Haller, que publicó con ese título (Restauration der Staatswissenschaften) un ensayo que tuvo cierta repercusión en el ámbito de la teoría política europea.

Von Haller era un reaccionario furibundo que se convirtió al catolicismo. Condenaba todas las ideas políticas modernas que se basaran en la soberanía popular de Jean-Jacques Rousseau. En cambio, apoyaba las teocracias, las monarquías y las dictaduras militares. También consideraba que las repúblicas aristocráticas, como la antigua Confederación, eran óptimas formas de gobierno.

Pero sus ideas no pudieron imponerse. Para entonces, la joven democracia ya era suficientemente sólida.

Traducido del alemán por José M. Wolff

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