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Los hombres que traían a Suiza el dinero de la mafia

Meyer Lansky en el despacho de un abogado de Miami, enero de 1982. Keystone / Kathy Willens

En los años 30, la mafia estadounidense creó un sistema para blanquear a través de Suiza millones de dólares con total impunidad. Reconstruimos un asunto criminal que había caído en el olvido.  

En 1915, en el Lower East Side de Nueva York, Maier Suchowljansky —más conocido como Meyer Lansky— conoció a Charles Luciano, el futuro jefe de la Cosa Nostra, una rama de la mafia italiana. Meyer Lansky era un genio con las matemáticas; Charles Luciano, por su parte, ambicioso.

Ambos muchachos entablaron una amistad para toda la vida que los llevó hasta orillas del lago Lemán, donde blanquearon millones de dólares.

Con el fisco estadounidense persiguiendo a la mafia, estos dos hombres tuvieron que encontrar una forma discreta y eficaz para blanquear su dinero sucio. Así, crearon casinos —incluido el Flamingo, el primero de Las Vegas— donde el dinero sucio se mezclaba perfectamente con el de los jugadores. Luego estaba la cuestión de los impuestos: ¿Cómo evitar pagar demasiado? ¿Qué hacer con el dinero que salía de los casinos, escondido en maletines?

“El problema para cualquier organización criminal a gran escala —lo que llamamos delincuencia organizada— que, en aquella época, generaba sumas de dinero verdaderamente importantes, era saber cómo blanquear el dinero. Es decir, cómo sacarlo de los canales ilegales y hacerlo pasar por legal”, explica Sébastien Guex, profesor emérito de Historia en la Universidad de Lausana y especialista en secreto bancario suizo.

>> Descubra el primer episodio de nuestro pódcast “Millones peligrosos”, dedicado a quienes transportaban los maletines de la mafia: [en francés]

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Meyer Lansky pensó en Suiza, un país conocido por su discreción y, sobre todo, por su lejanía del fisco estadounidense. Y los bancos suizos le facilitaron el trabajo, ya que organizaron la transferencia del dinero a través de transportistas de maletines conocidos como “peregrinos”.

“Estos viajantes transportan ellos mismos los fondos a Suiza y se encargan de los complicados pasos fronterizos. Esto garantiza la seguridad y el anonimato del cliente”, indica Sébastien Guex.

Conexión con Ginebra

El dinero de Meyer Lansky y Charles Luciano acabó en las cámaras acorazadas del Crédit International, un banco ginebrino propiedad de Tibor Rosenbaum, un húngaro que había escapado por los pelos del nazismo y se había refugiado en la Suiza neutral durante la guerra. Poco se sabe de las circunstancias de su encuentro. Pero, durante diez años, el banco movió y lavó enormes cantidades de billetes de dólar en Ginebra. Todo con la mayor discreción.

Colocando el dinero en Suiza se resolvía una parte de la ecuación. Pero quedaba por resolver la segunda parte: cómo repatriar el dinero de vuelta a los Estados Unidos. 

Tibor Rosenbaum y Meyer Lansky idearon juntos un sistema ingenioso: el dinero depositado en Ginebra se transformaba en “préstamos bancarios” concedidos a empresas estadounidenses propiedad de la mafia. Los préstamos se concedían sobre todo a empresas de construcción de inmuebles de lujo en Florida o de casinos. Estas empresas, además, acababan pagando menos impuestos, porque podían deducir los intereses de los préstamos. Un sistema perfectamente engranado, que se derrumbó tras una huida y la amenaza con dañar la reputación de Suiza.

El escándalo estalla

El 1 de septiembre de 1967, la revista Life publicó en portada un reportaje sobre el sistema diseñado por Rosenbaum y Lansky. El semanario dedicó once páginas a revelar todo sobre este imperio criminal. En fotos estaban los casinos que facturaron miles de millones de dólares, quienes transportaban los maletines y sus actividades, incluso las ventanillas del banco ginebrino de Tibor Rosenbaum.

La filtración se produjo por un error de Sylvain Ferdmann, un empleado del banco. Durante uno de sus traslados —al devolver su coche de alquiler— se le cayó del bolsillo un papel con letras y números: MARAL 2812. Era una de las famosas cuentas del Banque de Crédit International. Lo encontró un empleado de la empresa de alquiler de coches y se lo entregó al FBI.

“Mi convicción razonada es que los artículos de Life no provenían de Life. Fueron artículos inspirados por las más altas autoridades estadounidenses”, afirma Sébastien Guex.

Washington interviene ante Berna

En Suiza, el artículo resultó inquietante. Si Estados Unidos quería limpiar las cuentas de la mafia, Suiza estaba perfectamente dispuesta a blanquear su dinero. No tenía ninguna obligación de cooperar con las autoridades estadounidenses. Las autoridades suizas solo aceptaban ayudar a otros países en caso de “derecho penal”. Y, en aquel momento, para Suiza la evasión fiscal no era un delito penal.

El asunto, sin embargo, causó cierto revuelo. swissinfo.ch ha podido acceder a una carta del embajador suizo en Washington conservada en los archivos federales. La envió a la “oficina central” del Departamento de Asuntos Exteriores en Berna unos días después de que Life publicara su artículo.

“Parece ser cierto que la mafia judía e italiana de Nueva York ha conseguido hacerse con el control de un banco en Ginebra. Este caso es una ilustración sorprendente de ciertos aspectos internacionales de nuestro sistema bancario y de los problemas que plantean a nuestras autoridades. Descuidar este caso podría tener repercusiones desfavorables en nuestras buenas relaciones con Estados Unidos”, se puede leer en la misma.  

Ante estas revelaciones, las autoridades suizas se vieron obligadas a abrir una investigación. El asunto también preocupó a Tibor Rosenbaum, que contrató de inmediato a un abogado ginebrino. En un intento de impedir su publicación, el banco interpuso una demanda por difamación contra la revista suiza L’Illustré, que estaba a punto de publicar el artículo. Al final, Tibor Rosenbaum le propuso a la revista un trato: el banco pagaría a su editor —el grupo Ringier— 50.000 francos suizos para que se abstuviera de publicar la información. La traducción francesa del artículo de Life acabó en la papelera.

La investigación suiza

La policía suiza, al mismo tiempo, inició su propia investigación. Una investigación que se confió al inspector de policía de Ginebra Pierre Laperrouza, que seis meses después —en marzo de 1968— publicó un informe de unas treinta páginas. swissinfo.ch ha tenido acceso al mismo.

Dicho informe revelaba que la cúpula de la Cosa Nostra llevaba años instalada a orillas del lago Lemán. Meyer Lansky y una docena de allegados —hombres de negocios, capos o jefes, sus esposas y, a veces, sus amantes— llegaban todos los años para hacer negocios. El documento se distribuyó a todas las administraciones policiales suizas, pero no pasó nada. Los superiores del inspector Laperrouza acabaron por bloquear la investigación y el informe volvió a un cajón.

Según Sébastien Guex, “Suiza quería dar largas y enterrar el asunto. Durante todos estos años, esa ha sido su actitud”.

Impunidad

Tibor Rosenbaum y su banco no volvieron a ser molestados. Tampoco, Sylvain Ferdmann, el hombre que entregó los maletines. Meyer Lansky, para evitar al fisco estadounidense durante un tiempo se refugió en Israel. Enfermo, acabó regresando a Estados Unidos. En el juicio, las autoridades fiscales estadounidenses defendieron que Meyer Lansky había ocultado una enorme fortuna de 300 millones de dólares en “paraísos fiscales” de Suiza y otros lugares. Pero si nos atenemos a sus declaraciones de la renta, no tenía ni un céntimo. En 1974 fue absuelto. Se retiró a Florida y murió de cáncer de pulmón, en 1982.

A través de las redes sociales hemos intentado contactar con su nieto, que se hace llamar “Meyer Lansky II”, pero se ha negado a responder a nuestra petición de entrevista.

Texto adaptado del francés por Lupe Calvo

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