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Una fundación suiza al rescate de edificios históricos de Beirut

Escombros en un restaurante
Un restaurante afectado por la explosión en el puerto de Beirut hace hoy dos años. Copyright 2020 The Associated Press. All Rights Reserved.

Una explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020 en pocos minutos causó más daños que 15 años de guerra civil en el Líbano. Ante un Estado fallido, al pueblo libanés no le queda otra que confiar en la ayuda exterior. Y en particular en la de una fundación suiza: la Alianza Internacional para la Protección del Patrimonio en Zonas de Conflicto (Aliph) que, desde marzo de 2017, tiene su sede en Ginebra.

La Escuela de los Tres Doctores (L’École des Trois Docteurs) lleva el nombre de los tres santos patronos de los educadores de la Iglesia ortodoxa griega: Juan Crisóstomo, Basilio el Grande y Gregorio el Teólogo. En 1835, cuando se fundó, se la conocía como “la gran escuela”. Y es que era la mayor institución educativa de Beirut.

“Aquel 4 de agosto de 2020, la guardería había cerrado temprano debido al COVID. Afortunadamente no había nadie en el establecimiento. Con la explosión, la estructura central se derrumbó. Todo estaba por el suelo”, dice Nayla Daoun, la directora de la escuela, que acoge a 210 alumnos de todas las religiones, de los cuales el 20 % son niños con dificultades de aprendizaje.

Nayla Daoun nos recibe en su oficina ya renovada por completo. “¿Sabe quién vino a evaluar los daños, incluso antes que el Ministerio de Educación? Vincent Gelot, responsable de Oeuvre d’Orient en el Líbano”, cuenta la directora. L’Oeuvre d’Orient es una asociación francesa, fundada en 1856, dedicada a ayudar a los cristianos de Oriente Medio.

Inmueble dañado.
Miles de inmuebles aún no han sido restaurados. swissinfo.ch

Una organización nueva con sede en Ginebra

Para la rehabilitación de la escuela ortodoxa griega de los Tres Doctores, Oeuvre d’Orient ha recibido ayuda económica de la fundación suiza Alianza Internacional para la Protección del Patrimonio en Zonas de Conflicto (Aliph).

“En Aliph solo hay una docena de personas. Nuestra misión es ir al terreno para escuchar las necesidades, identificar proyectos en países en conflicto o crisis, como el Líbano, y ofrecerles ayuda económica. Estamos presentes en una treintena de países y apoyamos 150 proyectos”, explica Valéry Freland, el director ejecutivo de Aliph.

Este diplomático francés, antiguo consejero diplomático del Ministerio de Cultura y Comunicación y ex cónsul general en Boston, es responsable de la puesta en marcha, la estrategia y la gestión de esta nueva organización internacional con sede en Ginebra. 

Rehabilitar la Catedral de San Jorge

La idea de crear Aliph surgió a raíz de una conferencia celebrada en Abu Dhabi sobre cómo proteger el patrimonio en peligro. La conferencia —organizada por Francia, los Emiratos Árabes Unidos y la UNESCO— tuvo lugar en diciembre de 2016. Tras el estallido de la guerra en Ucrania, Aliph ha destinado 2 millones de dólares para proteger de urgencia el patrimonio en ese país y, en especial, resguardar las obras de arte. Con una inversión de 2,5 millones de dólares, la fundación ha participado desde 2020 en 18 proyectos en el Líbano.    

A principios de año, Aliph pagó el transporte de los archivos del arqueólogo Maurice Dunand (fotografías del yacimiento de Biblos y correspondencia científica) de Suiza al Líbano. Estos miles de documentos originales, relativos a las excavaciones arqueológicas de 1926 a 1977, anteriormente se conservaban en los Archivos Administrativos y Patrimoniales de la Universidad de Ginebra.

En el país de los cedros, Aliph participa en rehabilitar la catedral maronita de San Jorge, la biblioteca oriental de la Universidad de San José y la escuela y orfanato de Zahrat El-Ihsan. Sin olvidar las techumbres de las casas históricas de los barrios de Rmeil y Medawar.

La antigua Suiza del Este

Dos años después de la terrible explosión en el puerto de Beirut —que dejó más de 200 muertos y 6 500 heridos—, en la antigua Suiza del Este, el Estado no cumple lo prometido. Las calles de Beirut, Trípoli y Tiro están llenas de basura. El profesorado solo cobra al mes entre 50 y 60 dólares: lo que cuesta un depósito de gasolina. Un cirujano apenas gana el doble. Así que ejecutivos, intelectuales y artistas huyen del Líbano hacia los Estados del Golfo, Europa o Norteamérica.  

La responsable de Anta Akhi —un centro para jóvenes adultos discapacitados, que también recibe ayuda de Oeuvre d’Orient— señala que el Estado aporta únicamente el 1 % del presupuesto de la institución. Y tiene que recurrir a la caridad para seguir alimentando y cuidando a quienes allí acoge.   

En estas condiciones, el país —arruinado— lleva dos años sin poder restaurar los miles de casas y edificios devastados por la explosión que se produjo en un almacén que acumulaba —sin ninguna precaución— cientos de toneladas de nitrato de amonio en el puerto de Beirut.

 Corrupción endémica

¿Qué quedaría sin Aliph —que ha invertido 500 000 dólares— del Palacio Sursock, cuyo techo voló en el momento de la catástrofe? Saltaron por los aires puertas y ventanas. Las galerías y balaustradas se derrumbaron. Los fondos de la fundación suiza han permitido impermeabilizar el edificio antes de la temporada de lluvias.

Palacio Sursock
La renovación del Palacio Sursock, construido a mediados del siglo XIX, podría costar hasta 10 millones de euros. swissinfo.ch

El palacio, construido hacia 1850 por Moussa Sursock —un general agricultor del Imperio otomano— sigue siendo propiedad de la misma familia. Unas semanas después de la explosión, a los 98 años, murió lady Yvonne Cochrane (de soltera, Sursock). Para restaurar el palacio harán falta entre cuatro y cinco años y entre ocho y diez millones de euros.

“Ayudar a restaurar edificios históricos es estupendo. Pero el problema es la corrupción endémica que en el Líbano lo pudre todo”, afirma Michel Al-Maqdissi, doctor en la Sorbona y especialista en arqueología oriental. Alegando que había sufrido daños importantes, un museo pidió a Aliph un millón de euros. Aunque solo tenía algunas ventanas rotas. Valéry Freland, director de Aliph, yendo al lugar y viendo él mismo el estado del edificio, pudo evitar el desvío de tal cantidad.

Adaptado del francés por Lupe Calvo

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