El acceso a las vacunas, otra deficiencia de Oriente Medio en DD.HH, dice AI
El Cairo, 29 mar (EFE).- El acceso a la vacuna contra la covid-19 en los países de Oriente Medio y el norte de África, lenta, poco transparente y sin acceso equitativo para las personas en contextos marginales, se sumó este año a la larga retahíla de deficiencias en materia de derechos humanos que vive la región.
Así lo denuncia el Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el Mundo publicado este lunes por Amnistía Internacional (AI), que detectó también graves restricciones a la libertad de expresión, el uso ilegítimo de la fuerza por parte de las autoridades, crímenes de guerra y violaciones al derecho internacional humanitario en zonas de guerra como el Yemen o Siria y maltrato sistemático a la población migrante.
El informe de AI también subraya la persistencia de impunidad en los actos de violencia contra la mujer, desde el acoso sexual hasta los asesinatos de «honor», con «ausencia de compromiso alguno» por parte de los Estados para perseguir a los responsables de estos crímenes.
También se siguió reprimiendo con dureza los derechos de las personas LGTBI y discriminando a minorías étnicas y religiosas.
VACUNAS Y SALUD
Salvo excepciones en los países del Golfo e Israel, para AI la vacunación contra la covid-19 estuvo marcada por «la falta de transparencia y de consultas, los retrasos en la priorización de los grupos de riesgo y la falta de medidas que garantizasen el acceso equitativo y justo a la vacuna de los grupos marginados».
Además, «con frecuencia» el acceso a la vacuna estuvo afectado por consideraciones políticas que ralentizaron las campañas de inmunización.
Más allá de la vacuna, la covid evidenció «las deficiencias de los sistemas de salud de la región y las dificultades para lograr la accesibilidad y la asequibilidad de una asistencia médica adecuada».
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
AI fue también categórica al condenar que «en toda la región» se continúa «deteniendo, recluyendo y procesando a personas únicamente por el ejercicio pacífico de la libertad de expresión».
En muchos de estos casos, el acoso legal y policial se produjo por denuncias contra la gestión de la pandemia por parte de las autoridades.
La organización también critica que los países de la región prosiguieron con la compra de costosos equipos de vigilancia digital, que fueron empleados contra defensores de los derechos humanos, un grupo duramente reprimido de forma generalizada.
Los ciudadanos de la región también fueron sometidos a detenciones, palizas y enjuiciamientos por participar en manifestaciones pacíficas, como pasó en Túnez, Argelia, Irán, Irak y Líbano, entre otros, mientras que las fuerzas represoras utilizaron de forma corriente munición real para sofocar protestas.
Las condiciones «crueles e inhumanas» de las prisiones de la región también se subrayan en el informe, así como el hecho de que en hasta 18 países de la zona la tortura y los malos tratos eran comunes.
PENA DE MUERTE, IMPUNIDAD Y GUERRA
El uso de la pena de muerte, a menudo tras juicios «manifiestamente injustos», se aplicó en al menos seis países, a menudo en secreto y sin avisar a los familiares de los reos ejecutados, e incluso afectó a personas que eran menores cuando cometieron los delitos por los que fueron ejecutados.
De forma paralela, persiste en la región la impunidad de las fuerzas de seguridad, milicias y grupos armados por delitos como homicidio, tortura, desaparición forzada y violación, cuyos autores han sido en muchos casos integrados o promovidos en puestos de responsabilidad pública.
AI también apuntó en su informe la persistencia de conflictos armados que afectan la vida de la población civil en Irak, Libia, Siria y Yemen, donde «los múltiples actores beligerantes» cometieron crímenes de guerra mediante ataques indiscriminados que mataron e hirieron a civiles.
HOMOSEXUALES, MUJERES Y MIGRANTES
También en la región se siguió deteniendo a refugiados y migrantes sin fundamento legal y en muchos casos fueron sometidos a innumerables delitos, entre ellos tortura y violación.
La violencia contra las mujeres y las niñas, muy extendida, siguió impune en la mayoría de los casos, con recurrentes asesinatos «de honor» en Irak, Jordania, Kuwait y Palestina, sin que las autoridades tomaran medidas para enjuiciar a los causantes.
En toda la región, las mujeres seguían sufriendo una discriminación arraigada en la ley en lo relativo al matrimonio, el divorcio, la custodia de hijos e hijas y la herencia.
La comunidad LGBTI también ha sufrido persecución, tortura y violaciones debido a su orientación sexual o identidad de género, mientras que los tribunales seguían tratando las relaciones homosexuales consentidas como delito. EFE
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