
El gran salón de la aeronáutica se celebra con trasfondo bélico y de tensión comercial
París, 15 jun (EFE).- El Salón Internacional de Aeronáutica y del Espacio de Le Bourget, el mayor del sector, se celebra durante toda la semana próxima con un trasfondo bélico que va a poner en un primer plano el negocio militar, y también de tensiones que de momento no parecen afectar al tirón de la aviación comercial.
El que fuera el primer aeropuerto de París, a apenas una decena de kilómetros al norte de la capital francesa, será el escenario de esta 55 edición, que contará con la presencia de 2.400 expositores de 48 países en un espacio de 70 hectáreas.
Entre esos expositores habrá nueve empresas israelíes cuya presencia habían tratado de impedir tres ONG, que recurrieron a la Justicia con el argumento de que durante la feria se podrían establecer acuerdos comerciales que agravaran el daño que sufre la población palestina atacada con sus equipos.
Sin embargo, el Tribunal de Bobigny dictaminó el pasado martes que esos acuerdos no son más que «eventuales» y que no corresponde a los organizadores del salón (El Grupo de Industrias Francesas Aeronáuticas y Espaciales, GIFAS) apreciar la situación geopolítica en Oriente Medio, sino al Estado francés.
Más allá de esa presencia israelí, que podría dar lugar a algún tipo de protesta, como en ocasiones anteriores se espera que las grandes protagonistas vuelvan a ser las 150 aeronaves que podrán contemplar los visitantes profesionales hasta el jueves y todo tipo de público los tres últimos días de la semana (unas 300.000 personas en total).
Y entre esas 150, tres modelos de cazas participarán en los vuelos de exhibición en el cielo de Le Bourget: el europeo Eurofighter Typhon, el francés Rafale y el estadounidense F16.
El turbulento contexto internacional, marcado en particular por la guerra de Ucrania y por el conflicto en Oriente Medio, hará que cobre más fuerza si cabe de la que se preveía el negocio militar, en el que están implicados un 45 % de los expositores, un porcentaje muy superior al de la edición anterior de 2023.
No habrá empresas rusas, a las que las autoridades francesas sí han impedido el acceso por la invasión de Ucrania, de donde han llegado cinco compañías, que se están desarrollando con la guerra.
Este año el pabellón de España, bajo la coordinación de la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE) contará con 32 expositores en representación de un sector que representa el 1,3 % del producto interior bruto (PIB) con más de 65.680 empleos y que en 2023 exportó el 59 % de su producción.
Otro asunto que planeará sobre el salón es la situación que ha generado para el sector la escalada arancelaria desatada por el presidente estadounidense, Donald Trump, que ha impuesto a los aviones pero también a todas las piezas que entran en Estados Unidos un 10 % que podría convertirse en un 20 % si no se llega a un acuerdo en el plazo que dio a sus socios, hasta el 9 de julio.
De mantenerse esos aranceles, quedaría totalmente trastocado el panorama de una industria que ha podido desarrollarse en Europa, en América y en Asia en el marco de un acuerdo de 1979 que precisamente había excluido desde entonces cualquier arancel a las aeronaves y a sus componentes.
Se alterarían en consecuencia las cadenas de suministro ahora que empezaban a percibirse signos de normalización después de la desorganización que generó la crisis de la covid hace cinco años y que ha conducido a la situación aparentemente paradójica en que los fabricantes de aviones comerciales no son capaces de abastecer, ni de lejos, la demanda que les llega de las compañías.
Porque el tráfico aéreo no sólo ha recuperado totalmente el nivel precovid, sino que crece a un ritmo mucho mayor que la economía global y, según Airbus y Boeing, va a seguir haciéndolo en los próximos 20 años, sobre todo por el tirón en países emergentes como China o India, donde cientos de millones de personas van a entrar en las clases medias y tendrán dinero para pagarse billetes de avión. EFE
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