Fado y flamenco se abrazan en un viaje mágico en Portugal
Mar Marín
Beja (Portugal), 4 jun (EFE).- Al-Mutamid fue el último rey abadí de Sevilla y el «gran poeta del destino». Hoy, da nombre a un festival que, con las voces de Duquende y Ricardo Ribeiro, bucea en las raíces del flamenco, el fado y la música árabe, en Beja, en el corazón del Alentejo portugués.
Durante tres días, este pueblo de casas blancas, azulejos y calles empedradas, que conserva las huellas de romanos y árabes, ha acogido «Tierra Mágica. Al Muthamid, el primer alentejano», una apuesta multicultural para «viajar» del Alentejo a Andalucía y Marruecos de la mano de la música y la historia.
El «rey poeta» del siglo XI es el «guía» de esta aventura cultural. Desde Silves, donde Al Muthamid nació en 1040, hasta Beja. De Sevilla -fue el último rey abadí de Al-Andalus- a su destierro en Ahmat, la ciudad marroquí donde murió en cautiverio en 1095 y escribió buena parte de su legado poético.
Es un recorrido transfronterizo por los «caminos de Al Muthamid, para recuperar un patrimonio que se mantiene presente en las cultura española, portuguesa y árabe», en palabras del español Francisco Carvajal, director artístico del festival,
Es también, según el presidente de Turismo de Alentejo, Vítor Silva, una propuesta con un «mensaje multicultural, para establecer puentes entre diferentes culturas y religiones».
El desafío, continúa Silva en declaraciones a Efe, es convertir Beja en un centro de referencia de las tres culturas.
TANTO MONTA, EL DUENDE FLAMENCO Y LA SAUDADE DEL FADO
El «viaje» comenzó con «Tanto Monta, Monta Tanto», que en la noche del jueves fusionó el talento de dos maestros, el fadista Ricardo Ribeiro y el cantaor flamenco Juan Cortes, Duquende, con Javier Patino a la guitarra.
Aunque apenas tuvieron tres días para ensayar, su sintonía personal convirtió el experimento en un éxito que terminó en una larga ovación en el teatro Pax Julia.
El «quejío» gitano de Duquende y la fuerza de Ricardo demostraron que, fado y flamenco, aunque diferentes, tienen raíces comunes y se complementan.
«Estar aquí con Ricardo y con la gente que me rodea es un verdadero placer, mezclar el flamenco con el fado», explicaba Duquende a Efe.
«La música no tiene fronteras, es como un idioma universal, lo entiende todo el mundo», resumía el artista.
«He escuchado muchas veces música portuguesa y de otro países, y lo que es bueno, te acaricia», concluye el cantaor, nacido en Sabadell pero afincado en Málaga, que acompañó a Paco de Lucía durante casi 20 años.
Fado y flamenco, ilustra Carlos Gomes, de la organización del festival, «tienen una estructura melódica común. Son músicas ancestrales, cantadas por un mismo pueblo, que se separaron después y se adaptaron a las diferentes lenguas, pero mantienen la misma estructura».
Son géneros «hermanos», nacidos del sentimiento y del dolor, que se expresan con la voz y la guitarra.
DEL BAILE AL GNAOUA
Debates, sonidos telúricos de un insólito concierto grabado en la torre del castillo de Beja y la danza flamenca de Macarena López, completan el programa que hoy cierra con broche de oro con el marroquí Maalen Omar Hayat, reconocido en todo el mundo como la gran figura del «Gnaoua», un movimiento místico que mezcla danza, canto y rituales musulmanes.
Omar Hayat, protagonista del festival de Essaouira que reúne a miles de personas cada año, tiene un estilo propio influenciado por el reggae y está considerado un maestro de la fusión.
Saltó a la fama en 2011 con Halla Kingzoo y tocó en 2008 con el trompetista Ibrahim Maalouf y en 2009 con el pianista Meddy Gerville.
El sonido marroquí de Hayat es la última escala de este viaje por la memoria andalusí. Un abrazo entre géneros hermanos.EFE
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